Foto: Rosario Chávez
El contagio masivo del virus COVID-19 está ocasionando un efecto negativo en casi todas las industrias mundiales. Con la llegada de los ciudadanos repatriados al país, los hoteles se han convertido en los nuevos centros de cuarentena. Tal es el caso del Hotel Roosevelt.
Escribe: Patricia Morán
El COVID-19, detectado por primera vez en Wuhan, China, ha originado un desequilibrio económico a nivel mundial. Uno de los ámbitos más golpeados ante la aparición del COVID-19 es el turismo: tanto el receptivo (quienes vienen a conocer los países), como el corporativo. El Hotel Roosevelt figura como una de estas últimas, quienes se encargan de alojar a ejecutivos o trabajadores de empresas internacionales que vienen a hacer negocios al Perú. “Cuando empezó la cuarentena el panorama no se veía tan crítico como lo es hoy en día”, comenta Rosario Chávez, representante del área comercial del Hotel Roosevelt.
Ella cuenta cómo comenzó esta crisis en el hotel ubicado en San Isidro. “Las reservas disminuyeron con el pasar de los días. El aislamiento obligatorio empezó y junto a ello, los empresarios empezaban a llamar para cancelar sus visitas. Las empresas transnacionales, en especial las europeas, que tenían una sucursal en Lima comenzaban a cerrar sus oficinas”. El día más crítico para esta empresa hotelera fue el 12 de marzo, cuando la OMS catalogó el COVID-19 como una pandemia. Inmediatamente, una ola de cancelaciones empezaron a llegar al hotel y junto a ella un desequilibrio económico. Sin embargo, iban a verse aún más afectados con el paso de los días, ya que el gobierno peruano decretó que los eventos sociales, clases escolares y universitarias, entre otras reuniones, estaban siendo restringidas.
Las personas que se encontraban alojadas en el hotel, desesperadas, buscaron la manera de poder huir hacia su país de origen. Al inicio de la cuarentena, sólo quedó una habitación ocupada de las 50 habitaciones que ofrecen. Sin embargo, uno de los mayores problemas era cómo solventar a todos los trabajadores de dicho hotel. Como ellos, miles de peruanos se quedaron atrapados en la inestabilidad laboral.
Varias embajadas contactaron a los hoteles de la capital para refugiar a sus compatriotas varados en el país, a la espera de un vuelo humanitario. El Hotel Roosevelt fue uno de los que aceptó y refugió a varias personas; no obstante, la empresa sabía el riesgo que implicaba sabiendo que podrían adquirir el virus. Todo el equipo tenía mucho miedo de lo que podía suceder, se arriesgaban a ser contagiados y, por ende, contagiar a sus familiares a la hora de regresar a sus casas. Por ese motivo, decidieron que una parte del personal se quede durante toda la cuarentena en el hotel para prevenir cualquier tipo de contagio.
Kelly Saenz, encargada del área de housekeeping, es una de las trabajadoras que está pasando la cuarentena en el hotel lejos de sus padres e hijos. “Durante 12 días hemos trabajado duro: entrábamos a las 5 de la mañana y terminábamos a las 6 de la tarde. Son días de incertidumbre porque no sabes si el huésped al que estás recibiendo tiene el virus y te está contagiando”, nos refiere. Como ella, muchos trabajadores, día a día, deben de combatir el miedo y el cansancio, para poder tener un poco de solvencia económica, ya que nada es ni será como antes.