Algunas personas tienden a recurrir a la comida para suplir problemas emocionales. (Foto: Facebook Instituto De Terapia Gestalt)
A raíz de la propagación del coronavirus, en países como el Perú, en donde persiste el confinamiento, la ansiedad es un factor que puede llegar a generar trastornos alimentarios en las personas.
Escribe: Juan Diego Espinoza
La situación económica y social de varios países a nivel mundial, luego de la aparición del Covid-19, es crítica. Ante ello, diversas naciones decidieron hacer efectiva la cuarentena, con el único objetivo de reducir el índice de infectados, hecho que ha traído consigo que diversas personas hayan experimentado algún cambio en sus hábitos alimenticios. De repente, aparece un hambre de forma repentina que te impulsa a ir en diversas ocasiones a la cocina a buscar algo, pero muchas veces sin saber exactamente qué en específico.
Para poder resolver las interrogantes sobre el origen de este tipo de trastornos, Punto Seguido se contactó con Mar Torres Heredia, psicóloga y especialista con más de 8 años de experiencia en psiconutrición, y Nathaly Rivera Alarcón, nutricionista de la clínica Stella Maris.
Al respecto, Torres Heredia nos detalló las características que pueden llevar a un determinado individuo a tener esta clase de reacciones. “Nosotros usamos el término Comedor Emocional para describir a este tipo de personas que sufren de hambre emocional, las cuales no son capaces ciertamente de manejar sus propias emociones y que, como consecuencia de ello, ven afectada su alimentación”.
Ante lo descrito por la especialista, estas personas terminan comiendo en exceso no para saciarse, sino en respuesta a sus emociones. Igualmente, le parece significativo explicar la reacción por parte de nuestro cuerpo con respecto a este tipo de situaciones. “Es importante destacar que las emociones negativas son reconocidas por el cuerpo mismo como una amenaza, lo cual origina que a nivel fisiológico se libere glucosa en sangre, suprimiendo la sensación de hambre. Para definirlo en términos más claros, comer en respuesta a emociones no es un mecanismo fisiológico sino una conducta aprendida en la sociedad”, afirma Torres Heredia.
Las emociones desencadenan diversas reacciones en nuestra forma de alimentarnos. (Agencia Andina)
Asimismo, Rivera Alarcón definió, en términos claros, lo que realmente es el hambre emocional. “Es un tipo de sensación de hambre, que siempre se sitúa en la cabeza y que surge repentinamente en cualquier momento. Es muy marcada la preferencia por ciertos tipos de comida, por lo que cuando uno ingiere estos alimentos, la sensación de querer seguir comiendo persiste, y posterior a ello aparecen sentimientos de vergüenza y culpa, sobre todo, por haberlo hecho de forma excesiva“.
Si bien el hambre emocional aparece en ciertas personas que sufren los efectos de sentirse encerrados durante largos periodos de tiempo, la nutricionista precisó que son dos tipos de sensaciones de hambre, aunque ciertamente una es más usual que la otra.
“Son dos: el hambre emocional y el hambre física. Este último es el más común y que todos alguna vez hemos experimentado. Se desarrolla a profundidad en el estómago y aparece de forma progresiva más que todo después de no haber comido por muchas horas. La diferencia con el emocional radica en que luego de comer, desaparece, dejando a uno con una sensación de satisfacción y con sentimientos negativos”, señaló.
De igual forma, considera apropiado seguir una serie de pautas con el objetivo de actuar en beneficio de nuestra propia salud. “Primero que todo, debemos tomar conciencia de cómo nos sentimos realmente; luego, debemos intentar escuchar y aceptar ese sentimiento que está apareciendo en nosotros. Por último, si ello no funciona, uno debe forzarse a buscar otras opciones para gestionar el malestar”, afirma Rivera.