Las ofensivas militares cesaron desde junio pasado, aunque se conocía de amenazas entre ambos bandos, lo que haría reiniciar la guerra a pesar de la pandemia
Escribe: Jhoselinho Vásquez
La pandemia del coronavirus llegó a África, como a gran parte del globo, durante el primer trimestre del año. Libia no ha sido excepción de la virulencia del Covid-19, hecho que profundiza las grietas políticas, sociales y económicas producto de la guerra civil que se desarrolla en el país desde hace cinco años. La nación norteafricana ahora no solo afronta las cruentas consecuencias de la guerra, sino los múltiples factores que se desprenden de que una enfermedad mortal se expanda en el país.
De acuerdo con el diario digital africano The Elephant, el primer caso confirmado de Covid-19 en Libia se registró el 24 de marzo. Desde allí hasta la fecha se registran casi trece mil contagiados, casi 400 nuevos casos por día. Peter Mauer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), realizó una visita al país el 20 de agosto pasado. En declaraciones para un comunicado de prensa de la misma institución, Mauer afirma que el sistema de salud libio se encuentra deteriorado producto de la guerra. Los constantes bombardeos han destruido hospitales y clínicas, mientras que otros establecimientos médicos cerraron por encontrarse cerca de las líneas de confrontación.
Desde el domingo 23 de agosto, un grupo de ciudadanos libios conocidos como ‘’Jóvenes contra el corona’’ realizaron una serie de protestas en la Trípoli en contra de la gestión de la pandemia por parte del gobierno, la guerra y la corrupción. Dichas manifestaciones se realizaron sin medidas de seguridad, distanciamiento social o el uso adecuado de mascarillas para prevenir el contagio del coronavirus. Para el miércoles 26, Europa Press informa que el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés), al mando del primer ministro libio Fayez Al Sarraj, decretó un toque de queda de 24 horas para los próximos cuatro días. Esto en aras de disminuir las posibilidades de contagio en la capital del país.
Sin embargo, el GNA habría actuado con violencia para reprimir las manifestaciones abriendo fuego contra los protestantes. De acuerdo con la revista digital Atalayar, milicias bajo el presunto mando del ministro del interior Fathi Bashagha dispersaron a los asistentes a tiros. Debido a este accionar contra la población, el sábado 29 de agosto, el primer ministro Fayez Al Sarraj hacía pública la destitución de Bashagha como ministro del interior mediante un comunicado oficial. Además, Amnistía Internacional solicitó que se abra un proceso de investigación por los sucesos acontecidos durante las revueltas.
Libia atraviesa una guerra civil que ya lleva cinco años. Las revueltas iniciaron con el derrocamiento del dictador Muamar al Gadafi en 2011 a manos de grupos revolucionarios, debido a las manifestaciones producto de la Primavera Árabe. A partir de allí, diversos analistas internacionales han denominado a Libia como un ‘’estado fallido’’ por la fragilidad estacional que provocan sus giros políticos.
El GNA, al mando de Fayez Al Sarraj y con respaldo de Naciones Unidas (ONU), controla una pequeña parte del territorio. El Ejército Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), bajo las órdenes del comandante Jalifa Haftar, y cuyo parlamento goza de reconocimiento internacional, ejerce soberanía en 80% del territorio, además de controlar los pozos petrolíferos. La última acción bélica conocida fue un ataque a un convoy del GNA en abril pasado. Sin embargo, las fuerzas del GNA han avanzado las últimas semanas para lograr recuperar puntos estratégicos como Sabratha, Surman y al-Ajaylat, todas al este de Trípoli y anteriormente bajo el control de Haftar.