Foto: Diego Andrade
El peor descenso del Producto Bruto Interno agropecuario en treinta y dos años, en el 2023, acentuó problemas estructurales como que los agricultores no siempre reciben ni precios justos ―de intermediarios― ni suficiente asistencia técnica del Estado. Aquellos estuvieron entre los más afectados por la pandemia, pese a haber provisto de alimentos a los hogares confinados. Sin embargo, ferias que reúnen a productores y consumidores, así como las Ollas Comunes han permitido capear la crisis, y en el 2024 se proyecta mejorar significativamente.
Por: Diego Andrade, Mia Ravenna y Alexandra Zambrano
“Esos subsidios han sido solo para la gente que tenía plata como los empresarios. Nunca llegó a las zonas agrícolas ni a los campos…conozco productores, agricultores de otros productos y cuando yo les pregunto por cómo ha sido toda esa situación, me dicen lo mismo. El Estado siempre se olvidó de nosotros”, relató decepcionado Franklin Ríos, al referirse a ciertos programas insuficientes que no cubren la totalidad de trabajadores del campo, como él, que vende lo que cultiva en el emprendimiento “Agroferias Campesinas”, en su versión dominical, en las esquinas de las avenidas Brasil y Pérez Aranibar, en el distrito de Magdalena.
La crisis en el sector rural peruano desde el 2020 se debe a múltiples factores. Aunque el COVID-19 inicialmente no afectó significativamente a la producción agropecuaria, los pequeños productores, que representan la mayoría con 2.2 millones, según cifras del Instituto Nacional de Estadistica e Informática (INEI), sufrieron por las dificultades para el comercio presencial. Además, de acuerdo con el del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), cerca de 1.2 millones de estos productores son pobres, aumentando la precariedad del cultivo familiar. Incluso, agrega IICA, muchos de ellos operan de forma independiente, limitando su capacidad de negociación y relaciones comerciales.
En un artículo publicado por la investigadora Arlitt Lozano Povis en la revista Sostenibilidad del Sur, los fenómenos meteorológicos extremos, como el cambio climático, alteran la productividad agraria. Asimismo, la falta de programas de extensión agrícola y asistencia técnica, limita el crecimiento de este sector. Amélie Gaudin, profesora de agroecología de la Universidad de California Davis, indicó a Punto Seguido que en el Perú sí se puede mantener una agricultura sostenible.
“El cambio climático sube el estrés abiótico en los cultivos, pero si el sistema de cultivo es más diverso puede ayudar a mitigar los impactos de los cambios climáticos. Por ejemplo, un agricultor pequeño en el Perú cultiva 67 variedades de papas juntas, lo que ayuda a mantener una producción más estable ante cambios climáticos”, manifestó Gaudin.
El alza de los precios de los abonos expuso la incapacidad estatal durante el mandato de Pedro Castillo: en el año 2022, el Ministerio de Agricultura y Riego (Midagri) fracasó en tres procesos de compra de fertilizantes por irregularidades en los contratos, golpeando la producción de ese año. Además, la constante rotación de ministros en este organismo durante dicho Gobierno y, posteriormente, en el de Dina Boluarte ha generado más inestabilidad en el sector. Hasta la fecha, 10 ministros han ocupado ese cargo desde el año 2021. “Tienes ministros que duran en promedio cuatro o cinco meses, en general no existe una política poderosa y fuerte por la inestabilidad”, señaló el economista Miguel Ordinola, experto en economía agrícola.
La inseguridad alimentaria es real
El 40,1% de los distritos del Perú son vulnerables a enfrentar obstáculos para acceder regularmente a alimentos nutritivos, debido a la escasez o limitaciones de ingresos conforme al Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) en el 2021. Fortunata Palomino, presidenta de la red de ollas comunes de Lima, precisa que la situación se ha complicado por los costos más altos para las ollas comunes. «Cada día estamos peor porque cada producto se encuentra inalcanzable, y no hay una alimentación balanceada o nutritiva. Tratamos de cumplir con la gente que vive de las ollas comunes, pero necesitamos apoyo del Gobierno y que se brinde apoyo económico a la agricultura familiar”; expresó Palomino, añadiendo que los pequeños campesinos siempre colaboran con sus organizaciones.
La inseguridad alimentaria impacta a nivel económico y social, exacerbando la pobreza monetaria y profundizando la brecha entre los que tienen acceso adecuado a alimentos y los que pasan hambre. «Hay mucha gente que está decepcionada de las autoridades porque se sienten olvidados. La Ley de Seguridad Alimentaria aprobada en 2021 no se activa, tampoco se considera el plan de nueva política alimentaria. Seguiremos haciendo incidencias por el derecho a la alimentación, es un derecho de todos los peruanos, no solo para los que pueden pagar”, mencionó Fortunata Palomino.
En 1978, surgieron los primeros comedores populares de Lima para enfrentar la crisis económica en los lugares más marginados. De hecho, según el protocolo de funcionamiento de ollas comunes de Ventanilla, “Las ollas comunes se organizan como un apoyo de emergencia alimentaria”, sin embargo, esta opción se ha utilizado como una salida permanente a la falta de alimentación en las últimas décadas. “Son soluciones que deberían haber sido pasajeras, pero se han vuelto normales. Uno va a toda la circunferencia alrededor de Lima, los conos, y ya las ollas comunes se han institucionalizado”, afirmó Miguel Ordinola, quien considera que la prevalencia de esta instancia no es sostenible, a largo plazo, para combatir la inseguridad alimentaria.
Por su parte, diversos programas sociales se diseñaron para abordar la alimentación en los colegios, como Qali Warma, programa que abastece a colegios públicos del país. Según cifras del MIDIS, se ha llegado a atender a más de 4 millones de escolares en el año 2023. No obstante, se ha cuestionado el valor nutricional de sus alimentos. Ángela Fuentes, economista que ha estudiado la calidad de la comida de Qali Warma, explica : “La verdad es que es muy deficiente, porque lo que se les da son alimentos procesados, que no tienen gran calidad nutritiva. Lo ideal sería que en cada colegio tengan una cocina, un comedor, y se preparen los alimentos ahí, y se consuman alimentos locales,” señaló Fuentes.
Franklin Ríos, el productor agroecológico de Junín, refiere que la emergencia sanitaria y la crisis política han coadyuvado al incremento de precios. Si bien el Gobierno aprobó subsidios para impulsar la economía de pequeños agricultores en el país, reitera que a él nunca le llegaron.
La agricultura puede combatir la anemia
En el 2023, la anemia en el Perú afectó al 43,6% de los niños menores de tres años de acuerdo con el INEI, por lo que el Ministerio de Salud, se planteó el plan Multisectorial para la Prevención y Reducción de la Anemia Materno Infantil en el periodo 2024-2030. Este se compone de diversos objetivos y actividades que deben ser realizadas por diversos ministerios, y uno es el de Agricultura, pero su rol en la lucha contra la anemia está limitado a apenas 2 de las 55 actividades planteadas.
Al respecto, Miguel Ordinola considera que esa intervención es insuficiente: Él ve una oportunidad desaprovechada en el plan para combatir la anemia e impulsar el sector agrícola o “Si de cincuenta y cinco acciones o actividades del plan, solo dos son de agricultura, no se nota que haya una promoción que responda a sistemas agroalimentarios que tienen ahora una crisis por el lado de anemia y desnutrición”, concluye Ordinola.
En un informe del MIDAGRI del 2024, sobre Seguridad Alimentaria y Nutricional, se enfatiza sobre la necesidad de que la población tenga acceso a alimentos agropecuarios. Ordinola, por su lado, resalta la importancia de promover la biofortificación de hierro en alimentos como la papa y el arroz para combatir la anemia.
Pequeña agricultura: sostenible y accesible a los bolsillos
El agricultor ―y comerciante a la vez de Agroferias Campesinas― Franklin Ríos comenta que los desafíos principales para los agricultores suelen estar relacionados con el agua. «Si en el Perú hubiera al menos un buen manejo de una cuenca hidrográfica, creo que tendríamos abundante agua para seguir trabajando», dijo Franklin. Además, surge su preocupación por la contaminación generalizada de las hortalizas. «De verdad, hay lugares donde ni siquiera el Internet ha llegado, encuentras botellas de pesticidas y chacras enormes de papa llenas de pesticidas», culminó Ríos, aclarando que él y sus compañeros feriales cultivan de forma segura para los consumidores.
Carlos Lazo, gerente general de Agroferias Campesinas, creó esta entidad itinerante para ayudar a familias de agricultores y a los hogares consumidores, ofreciendo un espacio de venta directa en mercados feriales, en la que los segundos conocen a los emprendedores rurales, asegurando precios equitativos mediante el comercio solidario.
“El objetivo de esta asociación es que este movimiento sea autosostenible y eso es complicado con la cantidad de agricultores”, reconoció Lazo. No obstante, valoró la diversidad del grupo, formado por personas de diferentes regiones del país, lo que implica una amplia variedad en filosofías y tradiciones que han consensuado en sus 11 años de vida.
Cesiah Ochoa ganadora de la “Gran canasta Campesina” que se sorteó el domingo 19 de mayo por el aniversario de la gran feria campesina, invita a más personas a asistir y apoyar esta iniciativa. “Visiten las Agroferias Campesinas Es una excelente manera de apoyar a nuestros compatriotas y conocer sus productos y culturas. Es una experiencia enriquecedora para disfrutar en familia durante el fin de semana. Muy recomendado.”, comentó emocionada Cesiah quien disfruta de sus productos.
Movimientos que acerquen a los productores con los compradores, así como las Ollas Comunes, en el país, han venido enfrentando fieramente retos como los de una crisis agropecuaria, en 2023, no vista en más de tres décadas. Felizmente, la proyección del Banco Central de Reserva del Perú es de una recuperación de 3.5% durante el presente año 2024. ¡Los agricultores y la ciudadanía lo agradecerán!