Foto: Andina
En 2023, Perú sufrió una caída del 4.1% en su VBP agrícola, su peor desplome en tres décadas. Si bien las incertidumbres sobre los futuros cambios climáticos inquietan al subsector, las señales positivas se asoman a pesar de las pérdidas del 3.4% registradas al cierre de enero y febrero.
Escribe: Luana Baca
El Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) ya cuenta con una estimación de lo que sería el Valor Bruto de la Producción (VBP) en la agricultura peruana para fines de 2024. Punto Seguido conversó con Juan Carlos Moreyra, especialista de la División de Estudios Económicos de la Dirección General de Política Agraria del Midagri, quien afirmó que se espera que al cerrar el año, el VBP se haya estabilizado en un 4.7%.
“Todavía esta recuperación sería como un efecto rebote de la caída que tuvimos el año pasado, por lo que faltaría tiempo aún para poder volver al dinamismo que se tuvo previo a la pandemia. Entonces, a partir de aquí es donde caminaremos hacia una mejoría un poco más sólida, que nos haga crecer nuevamente”, manifestó Moreyra.
Pérdidas durante los primeros meses
El Banco Central de Reserva (BCRP) reportó que, a cierre de enero del 2024, hubo una caída del 4.1%. Mónica Muñoz, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo, dijo a RPP que, el resultado en un año normal de producción, es registrar una ganancia de al menos 2%.
De hecho, el Midagri cuenta ahora también con el porcentaje correspondiente hasta febrero, donde la producción tiene pérdidas del 3.4%, números desalentadores en comparación a años anteriores.
En contraste a lo pronosticado por el Ministerio, es decir, la recuperación de un 4.7% del VBP al finalizar el año, estas cifras no reflejarían dichos resultados. Entonces, ¿por qué tienen segura la estabilización de la producción en lo que queda del año? Moreyra aclaró que todo se debe a cómo es que se manejó el periodo de siembras y, por tanto, de cosechas.
Periodo de siembras
La mayoría de cultivos tiene un período vegetativo de cinco a seis meses. La ocurrencia en un año normal, es que las siembras de los productos anuales se inicien en agosto; sin embargo, en este mes del 2023, las lluvias no iniciaron. Este factor ocasionó que en ese mes lo sembrado fuera mucho menor a lo habitual.
“Por eso la caída del subsector agrícola es de 3,4% entre enero y febrero. ¿Producto de qué? De las menores siembras que se presentaron entre agosto y septiembre. Recién a partir de octubre y noviembre iniciaron las lluvias en la sierra central, sierra norte. Y las temperaturas también, recién este año empezaron a normalizarse” ahondó Moreyra.
Es por esto que el Midagri espera que las cosechas correspondientes a los meses de marzo en adelante, sean fructíferas para la producción. Sumado a ello, Moreyra comentó que entre agosto y febrero se sembró 10,1% más que el promedio de las últimas cinco campañas.
En plantíos como la papa, fue un 2,5% mayor; en el maíz amarillo, 4,7%; e incluso, en el arroz, hasta febrero se ha producido un 2,1% más. Estos son tres de los principales cultivos de nuestro país, que, en palabras de Moreyra, “concentran cerca de la cuarta parte del aporte al valor bruto de la producción”.
Clima VS producción
Pero, ¿cuáles fueron los factores que llevaron a pérdidas tan severas en el sector agrícola el año pasado? Francisco Moraga Fuentes, gerente general de Dole Perú SRL, explicó a Punto Seguido que el clima fue el protagonista de este desenlace.
Primero llegó en marzo de 2023 el Ciclón o Huracán Yaku. Generó altas temperaturas, precipitaciones y desbordes que afectaron principalmente a ciudades del norte del país. Terminado el ciclón, comenzó el Fenómeno El Niño, quien causó el incremento inusual de temperaturas que se prolongaron hasta este año.
“Ese fenómeno produjo que el clima fuera muy tropical, humedad alta, temperatura muy alta. Esto desfavorece absolutamente a la producción de fruta. La planta se dedica a crecer, a desarrollarse vigorosamente, dejando de lado la producción. Eso pasó en la uva de mesa, la palta, los arándanos; en términos generales, en todos los frutos. Esta se sintió seriamente afectada con disminuciones muy altas de productividad llegando a niveles de pérdida de casi 30, 40 y 50%, dependiendo de la localidad y de las especies”, exclamó Moraga.