Según Daniel Alonso García López, superintendente adjunto de investigación, desarrollo e innovación en la Superintendencia del Mercado de Valores, el Perú enfrenta un obstáculo de fondo que impide formar una masa laboral crítica para su desarrollo futuro, lo que se refleja en la alta informalidad laboral y la falta de oportunidades para los jóvenes.
Escribe: Mía Ravenna (Periodismo Digital)
El Perú enfrenta un desafío estructural que compromete su crecimiento económico a largo plazo, manifestado en la creciente proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”. Según datos de la OCDE (2024), el país se ubica en el quinto lugar mundial en número de jóvenes de entre 15 y 29 años que no estudian ni trabajan. Esta situación afecta al 21% de ese grupo etario. Esta cifra no solo supera los niveles prepandemia, sino que también es mayor que la de países como Chile (14%) o México (17%), lo que evidencia una recuperación más lenta y frágil frente a otras economías del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).


Daniel Alonso García López, superintendente adjunto de investigación, desarrollo e innovación en la SMV, declaró a Punto Seguido que este fenómeno está deteriorando la base sobre la que se debería construir el desarrollo económico futuro. “Hoy no estamos formando esa masa laboral crítica que requiere el país para generar desarrollo. Si no hay crecimiento económico sostenido acompañado de inclusión social, no hablamos de desarrollo, hablamos solo de cifras”, señala.
El especialista subraya que la economía peruana no está generando los puestos de trabajo necesarios para absorber a los jóvenes en edad productiva. A esto se suma un mercado laboral dominado por la informalidad: el 75% de la economía peruana opera en la sombra, lo cual precariza el empleo e impide el desarrollo profesional y personal. “Tienes un empleo en condiciones totalmente distintas, que no necesariamente generan oportunidades reales de progreso”, advierte.
Desafíos laborales y educativos en jóvenes de sectores vulnerables
Según el estudio sobre la caída del empleo juvenil entre 2019 y 2024, realizado por el Instituto Peruano de Economía (IPE), la participación laboral juvenil en el Perú ha registrado una caída sostenida en los últimos años, impactando con mayor fuerza a los sectores más vulnerables. En este periodo, más de 160 mil jóvenes dejaron de trabajar y cerca de 200 mil también abandonaron sus estudios. Esta tendencia refleja una alarmante pérdida de oportunidades que profundiza las brechas sociales, especialmente entre quienes pertenecen a los niveles socioeconómicos D y E.


Fuente: INEI (ENAHO). Elaboración: Mia Ravenna.
Para García López, este fenómeno responde a un “círculo vicioso” donde convergen factores políticos, sociales y económicos. “Tenemos un país que cada cierto tiempo entra en crisis política o social, no hay certidumbre sobre lo que pueda pasar. Y con un Congreso que muchas veces toma decisiones sin previsión económica, se bombardean los sistemas existentes sin construir alternativas viables”, sostiene.
En este contexto, el desánimo juvenil crece, al igual que la migración forzada y el abandono de la educación, especialmente ante una percepción extendida de que no vale la pena formarse para un mercado que no ofrece empleo adecuado. “La economía es como una rueda, tiene que seguir girando. Si no generamos conocimiento, si no lo transformamos en capital humano, simplemente nos vamos a quedar estancados”, concluye.
De esta manera, es crucial que las políticas se centren en reintegrar a los jóvenes al mercado laboral y garantizarles acceso a una educación de calidad, con especial atención a los sectores más vulnerables.