Foto: Wikimedia Commons
Escribe: Renato Avellaneda
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Un día como hoy en 1990, se dio inicio a una gestión gubernamental que duró una década entera, y trajo consigo súbitos cambios políticos, económicos y sociales al país.
Quien actualmente se encuentra interno en el centro penitenciario de Barbadillo, hacía 30 años se gozaba de su primera elección presidencial. En aquel domingo, el resultado fue inesperado debido a un desarrollo de campaña que durante meses se había visto dominado por el candidato del FREDEMO, Mario Vargas Llosa.
Una subida sorpresiva
A un mes de la elección, las encuestas ponían al famoso escritor como líder con más de 20 puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, Luis Alva Castro, del APRA. Según un informe de la Comisión de la Verdad (CVR), el peruano-japonés no contaba realmente con un plan de gobierno claro, pero un eficiente slogan como lo fue “un presidente como tú”, logró cautivar a una buena parte del pueblo.
El CVR asegura que Fujimori con ‘Cambio 90’, al no inclinarse públicamente por algún lado del espectro político, e incluso haberse declarado en contra del shock económico propuesto primero por Vargas Llosa, hizo que se le asociara con una ideología de centro. Esto fue oportuno para una población que había perdido la confianza en los extremos políticos, y sobre todo en la idea de que el gobierno fuera capaz de resolver mediante el intervencionismo los problemas nacionales. Fue así como llegó a segunda vuelta, y finalmente concretó su victoria sobre el candidato del FREDEMO, en lo que por aquel entonces fue considerado una gesta.
El ‘fujishock’
Ese mismo año, se aplicó la primera medida importante: el famoso ‘fujishock’, acto que contradijo sus declaraciones previas a la elección, y que consistió en una reestructuración de los precios del mercado. Dicha medida se dio en el marco de una serie de reformas entre las que se incluyeron la eliminación de las restricciones a la importación, la reducción de aranceles, la privatización de compañías estatales, el aumento del salario mínimo, entre muchas otras.
Si bien inicialmente esto generó una inflación y una devaluación considerable del valor de cambio, ello se redujo gradualmente, al punto que en 1994, según el Banco Central de Reserva, el PBI tuvo un crecimiento inédito del 12,67%.
El autogolpe y la nueva Constitución
En abril de 1992, el mandatario anunció la disolución del Congreso, garantía que le permitió en los próximos meses emplear una serie de reformas que trascendieron en la configuración de los organismos gubernamentales. Dicha reorganización se produjo por la vía de Decretos de Ley gestados en el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), en complementación con las Fuerzas Armadas (FFAA).
Tras concretarse en noviembre la elección del nuevo Congreso Constituyente Democrático, en el cual obtuvo mayoría parlamentaria, se empezó con la elaboración de la aún vigente Constitución Política de 1993, promulgada por medio de un referéndum.
Permiso para un segundo mandato
Gracias a la nueva legislación, Fujimori se dio licencia para postular nuevamente al sillón presidencial en abril de 1995, y con toda la popularidad a su favor, obtuvo una contundente reelección en primera vuelta, haciéndose de un 64.3% de los votos. Dos meses después su popularidad bajó debido a la aprobación de la Ley de Amnistía, que dio autorización para liberar a los militares y oficiales presos del Grupo Colina, acusados por crímenes de lesa humanidad contra civiles inocentes. Las encuestas revelaron que cerca de un 75% de la población rechazó esta medida.
La toma de la residencia de Morihisa Aoki, y algunos traspiés
El despegue más importante del prestigio presidencial en esos momentos, fue cuando en abril de 1997 se dio la resolución de la crisis de los rehenes. El Comando Chavín de Huantar, conformado por miembros del Ejército y la Marina de Guerra, logró rescatar a 71 de los 72 cautivos que habían sido capturados en la mansión del embajador japonés Morihisa Aoki. Al acreditarse el plan de rescate, la popularidad del gobierno subió a un 64%.
A pesar de esto, los cuestionamientos no paraban debido a numerosas denuncias de corrupción. Un mes después del operativo, la mayoría parlamentaria fujimorista destituyó a tres integrantes del Tribunal Constitucional, justo después de no dejar proceder la ley de interpretación auténtica con la que próximamente Fujimori se facultaría para participar en su tercera elección al hilo.
Se venía un tercer lustro
En las elecciones del 2000, Fujimori pasó a la segunda vuelta contra Alejandro Toledo, quien sin embargo, al sospechar seriamente del fraude electoral por parte del aun presidente, amenazó con retirar su candidatura. El candidato por Perú Posible nunca llegó tramitar esto formalmente, y en su lugar alentó a sus seguidores a votar viciado. Finalmente los resultados lanzaron un 74,3% a favor del peruano-japonés, quien lograba su tercer mandato consecutivo.
El final más turbio
En setiembre del mismo año, parlamentarios del Frente Independiente Moralizador se dirigieron a las instalaciones de Canal N para cederles a estos, una copia de la cinta en donde el asesor Vladimiro Montesinos sobornaba al congresista Alberto Kouri, de Perú Posible.
Eran 15 mil dólares a cambio de que este se pasara a la bancada fujimorista, que en ese momento ya era ‘Perú 2000’. Esta no fue más que la primera de varias grabaciones en las que se las autoridades ofrecieron grandes cantidades de dinero a dueños de medios, dirigentes políticos, gobernantes locales y empresarios en son de encubrir al poder.
Después de anunciar nuevas elecciones tanto presidenciales como parlamentarias apenas dos días después, Fujimori emprendió un presunto plan de captura contra su propio asesor, quien había fugado del país desde el Callao. En el momento, el plan pasó desapercibido, y fue recién en junio del 2001 que Montesinos fue detenido en Venezuela.
Usando como justificación la cumbre del APEC, Fujimori viajó a Brunei en noviembre del 2000. Posteriormente se fue hasta Tokyo, y ahí mismo envió un fax dirigido al entonces presidente del Congreso, Valentín Paniagua. Mediante este, comunicaba su renuncia formal a la presidencia del país.
Años más tarde, en abril de 2009, tanto el ex-presidente como su ex-asesor serían sentenciados a 25 años de prisión. Se demostró el vínculo con los crímenes perpetrados por el Grupo Colina tanto en La Cantuta como en Barrios Altos, y asimismo, se consideraron los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y del empresario Samuel Dyer.