Profesores de niños con Autismo y Síndrome de Down nos explican que métodos nuevos están utilizando y cuales son sus dificultades en su enseñanza a distancia.
Foto: Andina
Escribe: Alvaro Robles
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La pandemia ha cambiado la forma de enseñanza impartida por los profesores, ahora ellos tienen más retos que cumplir y han tenido que desarrollar nuevas habilidades. Si para estos profesores, las clases virtuales han supuesto un aumento en la carga de trabajo, los que enseñan clases de educación especializada a niños con síndromes o dificultades de atención pueden confirmar que cada día de enseñanza en una labor que apenas pueden cumplir. Según el Ministerio de Salud, 15.625 peruanos son autistas y de esta cifra, el 90,6 % son menores de 11 años, mientras que hasta el 2015 se registraron 8.800 personas con Síndrome de Down en el Registro Nacional de Personas con Discapacidad.
Profesores ahora son actores y actrices
Milagros Méndez es profesora de alumnos con Autismo y Síndrome de Down. Cuando se vio obligada a realizar sus clases de manera virtual por la pandemia, una frustración la invadió porque pensaba que no iba poder lograr su objetivo del año al no poder enseñar con los mismos métodos o recursos que normalmente tenía con sus alumnos. En este contexto, muchos profesores que educan a niños con esta clase de problemas han tenido que investigar más que nunca, asistir a capacitaciones, seminarios y hasta inventar sus propios materiales. Lissette Layme docente de Infamile, declaró para Punto Seguido que la educación se ha vuelto un reto y que los ha vuelto aún más creativos para que haya un cambio constante en las metodologías de aprendizaje y así se logre despertar el interés del alumno.
Los niños con necesidades especiales se distraen fácilmente, su atención puede durar sólo 10 segundos antes de que algo más les llame la atención y más aún cuando el profesor no puede tener contacto real para hacer el seguimiento de su alumno. “Ahora no sólo somos docentes, sino también actores, porque debemos captar la atención de sus alumnos con la expresividad y con los gestos para que ellos sientan un poco más la experiencia de estar cercanos unos a otros». Asimismo, la profesora Méndez menciona que los videos con objetos en movimiento o el manejo de títeres, que hagan divertida la clase, ayudan a que el niño pueda captar lo que necesitan aprender de manera más amena.
Los profesores de estos alumnos enseñan de manera personalizada (ocho alumnos por aula) y con actividades en su mayoría manuales, pero ahora, debido a la incapacidad de poder trabajar físicamente con los niños, les mandan con anticipación lo que se va a trabajar para que se familiaricen y ya durante las clases virtuales trabajar con los objetos que se tiene en casa como material reciclable, “por ejemplo, si estamos aprendiendo a diferenciar objetos, les digo que busquen ese objeto en la casa o sino les digo que busquen cajitas reciclables y que las pinten de un color o que le peguen diferentes tipos de papel de regalo”, dice Milagros Méndez.
Mucho Trabajo, poca paciencia
El problema que más se escucha entre las quejas de los profesores es la falta de conectividad, la baja velocidad y señal del internet que perjudican la enseñanza por una mala calidad de en la resolución o cortes en el audio. Las profesoras de educación especial, Lissette Layme y Milagros Méndez, coinciden en que esto les afecta en su contacto y relación de cercanía con los alumnos. Pero otro problema que perciben es relacionado a el comportamiento de los padres durante las clases virtuales. “Los papás a veces no se dan el tiempo y no tienen la paciencia, se desesperan mucho y llegan a gritar porque no los pueden entender, no pueden hacer el contacto que nosotros sí, a ellos se les complica”, menciona Milagros Méndez.
Debido a que las herramientas usadas ahora son virtuales, la profesora Lissette Layme menciona que antes de la pandemia, sólo necesitaba de 2 horas para terminar su material, pero ahora le toma de 4 a 5 horas. Mientras que Méndez menciona que su trabajo de ocho a una de la tarde se ha extendió hasta las 8 y media de la noche y a veces hasta las 11 porque la educación personalizada le exige resolver constantemente las dudas de sus alumnos.
El material creado para las clases virtuales ha puesto a prueba su creatividad y sus habilidades y pueden pasar toda la noche armándolo. A diferencia de los materiales para clases ordinarias, lo utilizado para las clases de niños con necesidades especiales son escasos en internet, a tal punto de que profesores han tenido que comprar material físico, adaptarlo y luego escanearlo para dárselo a sus alumnos.
¿Cómo están afectado las clases virtuales a estos niños?
El confinamiento ha evidenciado consecuencias en los niños como trastornos de ansiedad, depresivos y síntomas de estrés postraumático, según la doctora Viviana Duarte. En el caso de los niños con habilidades especiales no es distinto, ellos no pueden entender con exactitud por qué no pueden salir o ir a clases con sus amigos. Esta socialización es importante para el niño, porque les permite aprender a compartir, a acostumbrarse al contacto en grupo, demostrar afecto o poder jugar entre ellos.
Esto les ha causado constantes crisis que les impiden ingresar a clases virtuales o inclusive ha sido la causa de un abandono definitivo. “Al principio ellos tenían dificultades porque querían venir al salón. Explicarles esto de la pandemia ha sido difícil y tedioso, logre hacerles entender por medio de un cuento que convertía al COVID en un personaje malvado. Uno de ellos me decía “el bichito está afuera, no podemos salir”, comenta Méndez.