El ex jefe de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (DINCOTE), Antonio Ketin Vidal, capturó a Abimael Guzmán en 1992. Fue uno de los pocos peruanos que tuvo acceso a hablar con el líder del más sanguinario grupo terrorista que ha azotado nuestro país. 25 años después de la caída del ‘Presidente Gonzalo’, es importante escuchar su voz.
Redacción: Mariaximena Tello
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A sus 73 años, Antonio Ketín Vidal Herrera recuerda, como si fuese ayer, el instante memorable de la captura a Abimael Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, uno de los movimientos terroristas más sanguinarios del mundo. Tiene muchas historias por contar y muchos rumores por desmentir. Para él, es importante que los peruanos sepan lo que realmente pasó. No se considera un héroe, aunque muchos lo recuerdan como tal. Nos sumergimos en su vida, en su experiencia, en su verdad.
Han pasado 25 años desde la captura de Abimael Guzmán e integrantes senderistas empiezan a salir en libertad. ¿Considera que esto debe preocuparnos?
Nosotros, como país, estamos tratando de construir una democracia, la cual se basa en un estado de derecho. Estos personajes ya cumplieron su condena y debe de cumplirse la ley, es decir, tienen que salir en libertad. Pero es importante que nuestro gobierno cuente con otros mecanismos para controlar y prever sus movimientos.
¿Qué significó Sendero Luminoso en la vida de los peruanos?
En un principio, no le dimos mayor importancia, porque todo comenzó en Chuschi, un pueblo alejado de Ayacucho, lo cual motivó a que esta agrupación pudiera crecer. Cuando Sendero Luminoso (SL) llegó a Lima, recién nos pusimos en alerta, hasta que, en 1990, las tres cuartas partes del país se encontraba en estado de emergencia. SL le hizo mucho daño al Perú. 30 mil millones de dólares de la infraestructura del país se vio afectada, una cifra casi igual que el presupuesto. Además, produjo terror en la población y una gran pérdida humana. Cuántos niños huérfanos, cuántos padres sin sus hijos, cuántas esposas sin sus esposos… En fin, una catástrofe.
En las últimas semanas se ha hablado mucho acerca de la reconciliación, un paso fundamental para dejar atrás el pasado. ¿Considera que el perdón es necesario para erradicar los estragos que nos dejó el terrorismo?
Probablemente ayude, pero tiene que haber toda una manifestación nacional que promueva la reconciliación. Sin embargo, los mismos padres de la patria no nos dan un buen ejemplo porque ni ellos mismos toleran sus diferencias. Yo sí apoyo que se suscite el perdón.
¿Cree que, en la actualidad, hemos superado el terrorismo o no hemos aprendido la lección y esto puede volver a resurgir?
Debemos saber que Abimael Guzmán planteó su estrategia de guerra de manera prolongada del campo a la ciudad. Es decir, no tiene medida en el tiempo. Él me mencionó que no vería la victoria, sino que los hijos de sus hijos serían los vencedores. No pensaba a corto plazo. El día de la captura, yo le dije que, en la vida, a veces se gana, a veces se pierde y, usted que es un hombre dialéctico, tiene que saber que ha perdido. No obstante, me respondió que lo que el pueblo tenía en la cabeza nadie se lo iba a quitar. Entonces, debemos tener cuidado con eso, por ejemplo con Movadef…
¿Qué deberían hacer los políticos para contrarrestar el problema?
El Estado debe asumir el reto de mejorar las condiciones de los peruanos, para que no se sientan olvidados, sobre todo aquellos que viven en pueblos jóvenes. Los políticos prometen para que voten por ellos, pero una vez en el poder. Es necesario que lleguen a los lugares más remotos y protejan a su pueblo. Ese pueblo que se siente olvidado por su propio gobierno y que, años atrás, se levantó contra él, cansado de las injusticias. La educación en este aspecto es primordial pero, a veces, los niños y adolescentes tienen que caminar horas para llegar a los colegios y universidades. La lucha de Sendero Luminoso se encuentra en un paréntesis de aparente paz y reconciliación.
¿Cuál es su mensaje para los jóvenes universitarios que pronto serán los protagonistas del cambio?
Yo espero que tomen conciencia de la realidad del país, sin temor. Se deben comprometer con su patria. Nos hace falta peruanos que trabajen de manera correcta y limpia, que no se dejen llevar por la corrupción. Solo así el Perú puede cambiar, ya le hemos hecho mucho daño a nuestro país. Es momento de parar y hacer las cosas bien.