Nuestros lugares históricos, aquellos que quedaron grabados en las páginas de nuestra historia, comparten algo en común: han quedado en el olvido. Este año celebramos 200 años de nuestra independencia y la casa de San Matín, en el puerto de Paracas, parece ser una plaza más de la ciudad.
Escribe: Rodrigo Lanatta
Fuente: Archivo PCM
Un lugar histórico. Pisos de victoria, aires de independencia. Un punto que quedó en el olvido de la memoria de los peruanos, pero quedó grabado en las páginas de la historia del Perú. Don José de San Martín pisaba estos suelos hace más de 200 años. Hoy, increíblemente, con mascarillas, protocolos, micrófonos y representantes del gobierno, el lugar donde se organizaría nuestra independencia, donde se soñaría con nuestra bandera republicana, quedó como muchos lugares históricos peruanos: en el olvido. Dicha casa, según registros públicos, es, desde hace mucho tiempo, propiedad del Club Social Pisco. Un lugar donde uno podía tomar un café y ver algunos de los objetos de la hazaña libertadora.
El 9 de septiembre de 1820, el libertador don José de San de San Martín desembarcó en el puerto de Paracas con el propósito de liberar al Perú de la colonia española. Frente a la plaza de Pisco, encontraría el hogar y cuartel para sus huestes. Desde ahí, debería armar la estrategia para tomar Lima: la ciudad donde el poder español se aposentaba. Organizaría sus hombres para el 28 de julio de 1821 declarar, con los realistas escabulléndose a la sierra, la independencia del país que celebramos, en esa fecha, con discurso presidencial en el congreso.
Cuando el terremoto de Pisco del 2007 golpeó buena parte de la ciudad, el lugar donde se incubó nuestra independencia también fue destruido. Quedó completamente irreconocible e imposible de usar. 13 largos años han pasado desde aquel terremoto y el Estado no ha hecho ningún esfuerzo para reconstruir o darle algún valor a aquella casa. Tomando en cuenta que no se trata de un edificio particularmente difícil de reconstruir, porque solo tiene un piso.
Con el bicentenario a cuestas, la Presidencia del Consejo de Ministros creó el Proyecto Bicentenario, desde el cual se harían una serie de eventos, publicaciones y Proyectos de Inversión Pública para que los peruanos nos sintamos orgullosos de nuestra historia y de nuestra independencia. En este contexto, la casa en Pisco donde San Martín lideró la independencia no fue prioridad. Tuvo que ser iniciativa de una empresa privada: Pluspetrol, dueña de la planta que recibe el gas de Camisea en Paracas y empresa argentina, lo cual influyó en la decisión de reconstruir tan significativo lugar. La empresa decidió financiar el proyecto y unir al Ministerio de Cultura – ente rector de este tipo de asuntos-, a la municipalidad de Pisco, quien ejecutaría el proyecto bajo revisión del Ministerio, al Proyecto Bicentenario y al Club Social Pisco, propietario del terreno, para hacer realidad esta iniciativa.
Después de largos esfuerzos para que las entidades públicas se pongan de acuerdo y se firmara un convenio – que incluye la museología del lugar, con piezas rescatadas por el Ministerio, el Club Social Pisco y el Instituto Sanmartiniano del Perú- todo estaba listo para la reconstrucción, hasta que la pandemia llegó. Así, el objetivo de tener la casa lista para el 9 de setiembre tuvo que ser dejada de lado para finalmente, hacer otro evento: la presentación de la maqueta de la casa/cuartel.
Así, en la fecha histórica, estuvieron presentes, en un departamento muy golpeado por el covid-19, la municipalidad de Pisco, la de Paracas, el Proyecto Bicentenario, la empresa y el presidente de la República. Un evento prometedor. Se develó la maqueta y se dieron discursos sobre la importancia de la independencia del Perú. Lo cierto es que en el país con más de 20,000 huacas precolombinas dejadas a la muerte por parte de huaqueros y constructores, de no ser por la empresa privada, la casa/cuartel de San Martín sería un terreno baldío o un centro comercial de 4 pisos o una pollería o un restaurante con vista al mar.
El Perú cumple 200 años de su independencia, y parece que el mensaje es que el poco interés por revalorizar nuestros lugares históricos se mantiene intacto. Quizás sea momento que el Estado le de la oportunidad a la empresa privada de revalorizar dichos lugares que, como país cuna de una de las primeras civilizaciones del planeta, tenemos la obligación de cuidar.