El presidente salvadoreño ha declarado un estado de excepción hace dos semanas por el alza en la tasa de homicidios en el país centroamericano. Las pandillas han tomado el control del territorio y el gobierno plantea medidas más drásticas.
Escribe: Antony Narvaez
“Tenemos 16 000 “homeboys” en nuestro poder. A parte de los 1000 arrestados estos días. Les decomisamos todo. Hasta las colchonetas para dormir. Les racionamos la comida y ahora ya no verán el sol. Paren de matar o ellos van a pagar también”.
Con esas declaraciones, el presidente salvadoreño Nayib Bukele les ha declarado la guerra a las pandillas del país más conocidas como maras salvatruchas. Hace menos de veinte días el país centroamericano tuvo casi un centenar de muertos en solo tres días. Por lo que Bukele declaró estado de excepción en todo el territorio. Además, endureció las penas carcelarias, se han dado arrestos masivos y hasta los jueces están en la mira del gobierno si estos son “blandos” con los pandilleros.
Un nuevo amanecer sangriento.
Desde el fin de la guerra civil salvadoreña en 1992 dicho país no tenía jornadas tan violentas como la ha tenido hace menos de un mes donde murieron 87 civiles. El pasado sábado 26 de marzo, hace menos de un mes, fueron asesinados 62 personas. Y sumando todo el último fin de semana de marzo la cifra llegó a los 87 muertos. El gobierno culpó a las pandillas, más conocidas como las maras salvatruchas de tal derramamiento de sangre. Pandillas que cuentan con 70 mil integrantes. Integrantes que se dedican al robo, extorsión, asesinato por encargo, narcotráfico entre otras actividades delictivas.
Por tal sangriento fin de semana y tantos muertos, Nayib Bukele ha decidió declarar estado de emergencia y suspender todos los derechos que se encuentran escritos en la constitución salvadoreña. La policía y las fuerzas armadas ahora tienen el poder de arrestar arbitrariamente, intervenir teléfonos y disolver reuniones públicas.
Para el analista político Francesco Tucci, el tema de las pandillas y la violencia es un problema estructural que no se soluciona militarizando el país ni teniendo medidas drásticas, pues solo repercutiría a corto plazo, además de no ser un método democrático. El germen de la violencia, según Tucci, quedará implantada por los factores externos como la desigualdad, la pobreza, el abandono familiar, la venta de drogas, etc.
¿Autoritarismo o seguridad?
Varias organizaciones de derechos humanos e incluso varios ciudadanos se han mostrado en contra de estas medidas y las califican de arbitrarias y que atentan contra los derechos fundamentales. Sin embargo, el mismo presidente Bukele utiliza las cifras para argumentar su postura. Pues en el año 2015 El Salvador era el país con mayores muertes en el mundo, superando a países en guerra y estados fallidos. Desde que asumió Bukele, la cifra de asesinatos ha disminuido notablemente. Ha pasado de tener 6,656 homicidios en el 2015 a 1140 en el 2021. Es decir que en solo dos años de gobierno Nayib Bukele ha logrado disminuir seis veces menos la tasa de homicidios.
Y aunque muchos internacionalistas y expertos en el tema han catalogado como un truco falso para ganar aplausos y establecerse en el poder, muchos otros, sobre todo la población civil ha mostrado su apoyo al “presidente milenial”, aludiendo que la mano dura es la única salida para combatir la violencia del pandillaje.
Sin embargo, en el 2020 el medio salvadoreño “El Faro” realizó una investigación periodística y dio a conocer que el presidente Bukele había negociado con las pandillas, sobre todo con la MS13 y Barrio18 beneficios penitenciarios a cambio de una reducción de homicidios y el apoyo en las elecciones para el 2021. Año donde el partido de Bukele ganó masivamente.
Pero, si existió un pacto ¿por qué regresa la violencia? Según Sergio Arauz editor de “El faro”, manifiesta que las maras se han convertido en agentes políticos. “Y han aprendido de política”, dice. Según él, las maras han venido negociando con varios partidos políticos y la confrontación que hay entre gobierno y pandilleros se ve en los asesinatos a civiles, “Su forma de diálogo es a través de muertos”.
Nayib Bukele ha tomado medidas extremas como quitarles las raciones de comida, las camas, subir la pena carcelaria hasta cinco veces más y se ha dado el lujo de amenazar jueces que liberen o se pongan de lado de los pandilleros. Parece ser un ojo por ojo y diente por diente. ¿Quién ganará esta batalla violenta?