Pese a las advertencias de la Municipalidad del Rímac, vecinos del asentamiento humano Flor de Amancaes siguen invadiendo y dañando esta área natural.
Redacción: Jorge Zaldívar
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En las alturas del distrito del Rímac, a 500 m.s.n.m., se encuentran las Lomas de Amancaes, un frágil ecosistema que se extiende a los distritos de Independencia y San Juan de Lurigancho. Gracias a la humedad de las neblinas invernales, los cerros se cubren con un manto verde entre junio y octubre. La hermosa vegetación sirve de refugio para serpientes, lagartijas, pequeños roedores y varias especies de aves. Pero, en los últimos años, alguien amenaza con destruirla: los invasores.
En octubre del 2013 el Ministerio de Agricultura y Riego declaró las lomas como zona intangible. No obstante, dos meses después aparecieron los primeros invasores. Estas personas, según la presidenta de los Protectores Ambientales de la Flor de la Loma de Amancaes (PAFLA), Haydeé Cerrón Cárdenas, vienen de diferentes lugares, pero la mayoría es del mismo Rímac.
Armados con pico, pala y explosivos, los invasores ignoran los carteles que prohíben la destrucción de las lomas y construyen sus caminos y casas. “Los dos plantones grandes, de dos metros de altura, se los bajaron. Y, posiblemente, a esa roca que está allá (una gran roca en la pendiente), le pondrán dinamita, porque ellos trabajan así”, menciona Haydeé Cerrón.
Pese a las constantes quejas del PAFLA a la Municipalidad del Rímac, los invasores siguen dañando el ecosistema de las lomas y ponen en riesgo numerosos restos arqueológicos prehispánicos. Asimismo, han atacado en varias oportunidades a los miembros del PAFLA y a otras personas que defienden la intangibilidad de la zona.