Las barberías siguen expidiéndose en Lima y más personas se animan a entrar en ellas.
Redacción: Jorginho Abanto
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Abre su billetera. Saca S/.50. Paga. Agacha un poco su cabeza. Se mira al espejo dos veces: lado derecho, lado izquierdo. Sus manos se agarran su cabeza y se deslizan sobre ella. Siente que no le falta ningún arreglo. Se toca su barba. Siente que todo está perfecto. Se para. Recibe de vuelto S/. 30. Se pone sus lentes color azul. Agradece de nuevo. Y pasa a retirarse con una sonrisa.
Después de aproximadamente 40 minutos esperando que el barbero terminara de completar su trabajo, Percy Orellana, de 30 años, se iba satisfecho del local Sime Barber Shop, ubicado en la Av. San Juan 971 del distrito de San Juan de Miraflores. Era la primera veza disminuyendo el volumen del cabello hasta quedar sin nada en las partes laterales y trasera; cuenta que en el país norteamericano también acudía a las barberías y casi siempre pedía el mismo corte.
La historia de las barberías y propiamente de los barberos, se detalla aproximadamente desde el siglo XIII o XVI, cuando en ese entonces a los barberos eran mejor conocidos como cirujanos. Ellos hacían de todo un poco, desde operar dolores de cabeza (como los antiguos lo realizaban con trepanaciones), órganos del cuerpo hasta sacar el diente o cortar el cabello y la barba. Posteriormente, los dos campos de barberos y cirujanos se separarían. Los colores representativos de las barberías son rojo, blanco y azul como la bandera de los Estados Unidos o de Francia. Los dos primeros colores representarían: la sangre derramada por los pacientes que eran atendidos y las vendas que les iban poniendo, respectivamente; el azul, para resaltar las banderas de los países mencionados. Estos colores se pondrían en un poste, llamado el Pole Barber quedando como ícono de las barberías.
Ahora bien, en nuestro país, alrededor del año 2012, se empezó con el «boom´´ de las barberías. Según la agencia EFE, “con poco más de cinco años en Lima, se calcula que hoy existen alrededor de 1.000 barberías en los diversos distritos de la capital y su expansión es creciente en todo el Perú.”
Si bien es cierto que en la capital las peluquerías tradicionales, salones de belleza o spas, son en su mayoría para las mujeres, no han logrado captar la completa atención de los varones, y es entonces que aparecen las barberías como una opción precisa para ellos. En la Av. Los Próceres 383 en el distrito de Santiago de Surco, se encuentra Camilo García de 19 años, que llegó desde Bogotá (Colombia) para trabajar como barbero en nuestro país. Él comenta que, las barberías se diferencian de los salones de belleza por el trato que se da a los varones, ya que está especializado en el look para ellos, y en cambio en varias peluquerías tradicionales prestan más atención a las damas.
Aun así, si entrara una mujer en su centro de trabajo no la discriminaría por estar acostumbrado a la atención con varones, sino que la trataría de otra manera, pues ellas también desean tener cortes especiales; además, considera que el trato debe ser igual para todos sin importar la edad, color de piel o género.
“Prefiero entrar a una barbería que a una peluquería porque muchas veces en los salones no te saben hacer bien el fade o el desvanecido”, manifiesta Percy Orellana.
Sin embargo, existen personas que establecen sus negocios con el servicio de barber shop y salón a la vez, como Mauricio Ahumada de 25 años, que ha puesto su negocio Mauricio Barbershop Salon. Especializado en peluquería y barbería, brinda servicios para ambos sexos. “En Lima hay más demanda de mujeres por eso brindamos servicios para ellas [laceados, planchados, entre otros] y tenemos estilistas, pero sabemos que está de moda la barbería y por ello contamos con barberos”, comenta Ahumada.
A propósito, si en su mayoría los cirujanos trabajan con bisturís, pinzas y tijeras para operar en una cirugía; las herramientas de los barberos son las tijeras, cuchillas, barberas y aire del compresor que van colgadas en el techo con una manguera de forma espiral y de colores distintos, y se utiliza mayormente como herramienta de limpieza, las máquinas especiales para cortar, entre otros.
Las diversas personas que asisten pueden ver los catálogos de cortes, pueden llevar sus imágenes (figuras especiales o parecido con alguien, por ejemplo, con algún deportista) sirven como guía para que los barberos lo hagan; en caso de no funcionar, ellos mismos los asesoran y definen qué corte caería mejor para sus clientes, dependiendo de su rostro o cabello. Incluso, el costo y el tiempo son relativos para cada corte: desde 20, 30 o 40 soles hasta más de 1 hora de trabajo; trabajo que para los barberos y clientes es una forma de arte, por lo cual el pago no es considerado tan importante, y que en el fondo es un trabajo de mucho cuidado como la del cirujano.
“Totalmente. Es básicamente darle otro look a la persona en la cabeza. Va más allá de un pago, pues cualquiera te puede pagar 30-40 soles, pero no cualquiera saca una sonrisa mirándose al espejo. Me entiendes”, comenta Camilo García con el dejo colombiano.
“Nosotros le cambiamos la forma a la persona, le mejoramos el estilo de vida. El cliente se va contento y para nosotros ver nuestro trabajo en cómo llegó y cómo salió, nos da satisfacción, hay un cambio. Para nosotros eso es arte”, manifiesta Mauricio Ahumada.
“De todas maneras es un arte. Es un poco más de trabajo de precisión. Además, hay que tener mucho cuidado en saber manejar herramientas punzo cortantes, es como un cirujano”, menciona Percy Orellana.
La expansión de las barberías, sigue incrementando, y así como Montalvo, Pivot Point, Selene, entre otros, tienen sus institutos o escuelas de belleza para aprender y practicar; las barberías, también las tienen como Lima 32 o North Legend. Varias personas aprovechan la demanda y asisten a talleres o cursos para aprender sobre la barbería, los antiguos clientes siguen apostando por sus cortes de cabello personalizados y los nuevos se acercan para entrar en este mundo de la barbería.