Escribe: Jesús Orna y Gustavo Ramos
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Las Fake News son un mal digital de nuestro tiempo. Se entienden por noticias no verificadas y de dudosa procedencia, las cuales no la hace más que falsa información. En la mayoría de casos, son historias creadas desde la sociedad civil que se van propagando por redes sociales, para que luego, la prensa lo rebote como información y distorsione la opinión pública. Si crees que en los 90s habían terminado las “cortinas de humo” y “falsas noticias”, estabas equivocado. Hoy en día con el gran alcance de las redes sociales, las fake news siguen presentes en estos años. Quizá una de las más presentes en el Perú es la noticia de los pishtacos, que fue psicosocial por partida doble (2009 y 2016)
El primer psicosocial
El año 2009 salió una información en todos los noticieros. Hablaba de los pishtacos, aquellos “locos” que asesinaban a las personas para robarles el sebo, (la grasa del estómago) y venderla a los laboratorios de cosméticos europeos.
El pishtaco es un personaje legendario de la tradición andina peruana. La palabra pishtaco proviene la palabra quechua pishtay (cortar en tiras) La leyenda del pishtaco o pishtaku como asesino a sueldo surge entre la población de los Andes peruanos, en especial en los departamentos de Junín, Huancavelica, Cuzco, Ayacucho, Apurimac, Pasco y la sierra de Lima. Se trataría de un bandolero, cuya ocupación era atracar mujeres y hombres solitarios. Degollaba a sus víctimas para comer su carne en forma de fritos y vender la grasa. O bien las entierra, a veces con vida, para fecundar la tierra o dar solidez a las construcciones.
Sin embargo, dejando al lado el misticismo del personaje, las autoridades de diversas localidades lograron denunciar estos hechos y salieron a la luz algunas víctimas. Asimismo, algunas personas aceptaron que comercializaban la grasa humana a nivel nacional e internacional. Cabe resaltar que el seguimiento del caso no pasó más allá de ser información periodística. Finalmente, un pronunciamiento del analista político aquel entonces, Carlos Basombrío, señaló que el caso fue una vergüenza y una absurda mentira.
Retorno en Diciembre del 2016
Hace no muchos años, los pishtacos volvieron al foco de la noticia pero en menor intensidad.
“La población está en alerta”, “Muchas desapariciones son reportadas, varios cadáveres son encontrados en diversas partes de la ciudad”, “la Policía no hace algo para detener a los culpables” son algunos titulares que comprendían notas periodísticas de dudosa procedencia.
Esto es lo que podría indicar un medio amarillista o una persona con ganas de hacer estallar un conflicto social en Perú. Pero, ¿Cuál era el fin de revivir la leyenda de los traficantes de órganos o los pishtacos?
Pues, si bien ello no está del todo claro, lo que sí es evidente es que este tipo de informaciones afectaron la mente de no pocas personas, sobre todo en las localidades de los supuestos hechos como Huaycán y Tingo María. Posteriormente, la información se propagó por redes sociales de la manera más irresponsable y generando preocupación en cierto sector de la población.
Nadie duda de la existencia de depravados que asesinen a personas, tampoco se ignora el tráfico ilegal de órganos. Este ejemplo de Fake News mostró la importancia de las redes sociales cuando adquirían mayor relevancia y servían como difusor de noticias erróneas y que no buscan más que traer pánico a la población. Sin duda, un periodismo digno de no imitar.
En ambos casos algunos líderes de opinión de aquel momento denunciaron que se trataba de un psicosocial que estaba haciendo el Estado para olvidar los problemas que acontecían en el país. No sería la primera vez que sucede, al Perú le sobran ejemplos de fake news.