Un repaso por la trayectoria de Herman Schwarz, fotógrafo peruano que dejo los estudios de Bellas Artes para registrar imágenes icónicas del Perú.
Redacción, fotos y video : Daniela Yriarte
Cuando comenzó a trabajar en prensa escrita, las fotografías de Schwarz transmitían esa mirada crítica hacia el poder de turno. En el que las movilizaciones callejeras, los mitines y las protestas expresaban su voz de reclamo. Con el pasar del tiempo, redescubrir la obra de Martín Chambi, para él supuso un acto de recuperación y añoranza. Sin embargo, las fotografías a Víctor Humareda, fueron un punto aparte, en el que busca mostrar y documentar a un personaje considerado como excepcional. En estas imágenes nos damos cuenta del intento de Schwarz por dejar un poco las comisiones periodísticas para centrarse en el universo del retrato. Sobre todo como testimonio de una experiencia personal.
¿Fue con el cierre de la Escuela de Bellas Artes que empezó tu carrera como reportero gráfico?
Empecé en 1971 estudiando pintura en Bellas Artes. A fines de 1977, cuando cursaba el cuarto año, la escuela fue tomada por los estudiantes. Fuimos ciento veinte los que nos quedamos adentro. La seguridad del Estado nos detuvo. Por suerte, días después soltaron a la mayoría. Solo veinte se quedaron adentro. Fue por esta razón que hicimos algunos eventos para denunciar que habían estudiantes encerrados por motivos políticos. No había forma de llegar a los medios, porque estaban controlados por el Gobierno. Habían sido expropiados y entregada a gente ligada al gobierno. Íbamos a estos actos de masas, donde los sindicatos hablaban de sus problemas y reclamos. Ahí me di cuenta que nuestros problemas como escuela si bien eran importantes, habían otros de los cuales ya dependían de la vida de muchas personas. Gente que había sido despedida de su trabajo por apoyar el paro nacional de ese año. Desde entonces, fui incluyéndome en los temas políticos. Empecé a fotografiar las «ollas comunes» y todo lo que empezaba a ver en estas reuniones. Por ahí empezó la idea de colaborar con algunas publicaciones de Izquierda.
Con más de 30 años de experiencia en medios, el fotoperiodista peruano ha registrado imágenes icónicas, que van desde la crisis política y social del gobierno militar hasta retratos de personalidades como Humareda, a modo de homenaje.
Me incluyo de lleno en la fotografía, cuando empiezo a cubrir los acontecimientos cotidianos. Fotografiar para prensa. Empecé a cubrir la huelga del SUTEP , la cual duró varios años. Era una lucha cotidiana de los maestros realmente dramática y la única manera para propagandear su huelga era saliendo a las calles. Llevé estas fotos a la revista Marka, la más importante de izquierda y a Caretas, de centro-derecha. Las únicas que no habían sido tocadas por el Gobierno. Cuando empecé a colaborar con Marka, lo clausuraron y ante ello, decidieron abrir un semanario llamado La Calle. Aquí fue mi primer trabajo. El ambiente político estaba en su punto más alto, era fines de la dictadura Militar.
¿Cómo pasaste de fotografiar movilizaciones a recolectar información sobre Martín Chambi?
Esto no surgió de la nada. Cuando inicié en prensa, investigué sobre reporteros gráficos que habían estado antes que yo, para ver en que me estaba metiendo. Encontré que no había mucha información. El referente histórico más importante que encontré era Carlos “el chino” Domínguez. En el año 1978, fue la primera muestra importante de Chambi en Lima, fruto del trabajo de investigación Edward Ranney, quién lo redescubre. En ese tiempo yo trabajaba con varios medios, uno de los cuáles era Monos y Monadas, un periódico de Sátira, donde estaba Carlín, Juan Acevedo y todos los grandes caricaturistas del momento. Nicolás Yerovi, era el director y él estaba trabajando sobre la vida de su abuelo Leonidas Yerovi, un escritor satírico de los años veinte, y me pidió buscar colaboraciones de él en la Revista Variedades. Me pongo a ver dibujos, acuarelas y textos que tengan que ver con este personaje y revisando la revista, me encuentro con colaboraciones de Chambi firmadas. Con fotos de una corresponsalía, habían contratado a Chambi, para que el ilustrara determinados temas en la revista. Lo que se me ocurrió hacer en ese momento fue hacer una relación de estas colaboraciones. Desde los años veinte a finales de los años 30. Me hizo sentir bien el pensar que este gran fotógrafo era parte de mi historia. No solamente porque mi madre era cusqueña, ya que en ese entonces pensaba que Chambi era de Cusco. Después descubrí que era puneño.
En 1995 empecé a trabajar como editor gráfico en diario El Peruano. Aquí había llegado el archivo de la revista La Crónica. Entre las cosas que encontré fue una colección empastada de Variedades de los años treinta. Averiguando, me enteré que las revistas Variedades y La Crónica habían sido creados por el editor Manuel Moral. Él había muerto muy joven hacia 1915, pero las publicaciones habían seguido. Las colaboraciones que encontré sobre Chambi en Variedades también estaban en La Crónica. Habían fotografías desde el año 1918, que es la fecha en la que sale Chambi de Arequipa, luego llega a Sicuani y termina en Cusco. Fue en ese año, en el que hice la primera exposición en el diario El Peruano. Me hicieron una sala de exposiciones en la planta baja. Encontré la foto del gigante publicada y muchas otras fotos. Entré en contacto con Edward Ranney , a quién lo conocía, y le pregunté como hizo para identificar las fotos de Chambi, si al realizar la investigación el fotógrafo ya estaba muerto. Lo que yo sabía era que Chambi no había dejado información en las placas. Pero él me contó que tuvo que hacer varias exposiciones en Cusco e invitar a las personas mayores para que identifiquen personajes, lugares, vestimentas.
¿Cómo fue tu experiencia al cubrir las manifestaciones de Uchuraccay, ante la masacre de ocho periodistas ejecutado por Sendero Luminoso ?
Yo conocía a los periodistas asesinados. Sobre todo a Eduardo de la Piniella. Esa fue muerte absurda. En un momento donde no se sabía cuál era la estrategia del Ejército. El no saber, era lo que más indignaba y ahora entendemos porque no existen tantas ganas del Gobierno de investigar a fondo todo esto. Aquí la indignación era porque el Estado y los políticos querían culpar de todo a los movimientos de izquierda, incluida la democrática, por el tema de Sendero Luminoso. Más aún porque nunca decían nada ni daban la cara. Ellos nunca le dieron acceso al periodismo. Simplemente actuaban porque eran mesiánicos. No iban a dejar que nadie los cuestione. Fueron épocas convulsionadas. Sendero estaba, había mucho miedo y más con un Gobierno que no hacía nada.
Decidiste realizar retratos a políticos de forma crítica a causa del gobierno de turno?
Estábamos en una posición donde la gente no tenía acceso a toda la prensa. La prensa de izquierda criticaba al Gobierno y yo estaba comenzando como fotógrafo. En ese tiempo, creía que con la fotografía podía cambiar el mundo. Una herramienta poderosa para cambiar las conciencias y movilizar a las personas. Suena un poco ingenuo, pero era una idea que compartía con otros fotógrafos de mi generación. Aprendiendo poco a poco, con algunos errores, dentro de la prensa gráfica de calle.Si queríamos fotografiar políticos, lo tratábamos de hacer de manera crítica. No los íbamos a sacar en su mejor pose. Queríamos hacer imágenes que sea una crítica al personaje. Un gesto curioso o cuando se juntaban dos personajes medios polémicos. Pero para poder hacerlo, tienes que estar muy bien informado. Por ejemplo, quién tenía siempre las imágenes más impactantes en esos días era al “Chino” Domínguez. A él lo veías trabajar solo, fuera del grupo de fotógrafos.
¿Cómo decidiste fotografiar al pintor Víctor Humareda?
Cuando estudiaba en Bellas artes, una vez vi entrar a Humareda. Estaba en un taller y escuche un barullo por los corredores. Salí a mirar y era él. Pero, yo conocía a Victor desde que estaba en el colegio. Gracias al libro de Manuel Villacorta. Habían fotos de él y de sus cuadros en tres páginas. Las fotos de Humareda eran tomada de arriba hacia abajo, encogiéndolo un poco. En cambio, la foto de los demás pintores, como Szyslo, o Dávila, eran tomadas desde abajo para engrandecerlos. Eso fue lo primero que me llamo la atención. Después leyendo los artículos de Humareda, siempre me di cuenta que las fotos eran malas, tomadas al paso y en su habitación, que hacía parecer que vivía en un basurero.
Su trabajo me encantaba. Cuando empecé a hacer prensa, como los redactores trabajaban mucho con archivo, usaban alguna foto y con eso salían del paso. Los fotógrafos que no se interesaban por el arte, habían dejado poco registro de un personaje que tenía cosas muy particulares. Primero, que era muy asequible. Podías ir a su hotel, buscarlo, invitarle una manzanilla y hablar horas con él.
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En el año 1982, me encuentro con él para hacerle una entrevista para el primer número de El Testimonio. Le pedí fotografiarlo en su taller y fue así que entre al mítico cuarto de Humareda. El 283 del Hotel Lima. Me di cuenta que posaba mucho y que él mismo representaba a sus personajes. Generalmente a los mimos. Posaba de manera dramática o se ponía frente al cuadro con el pincel seco haciéndose el que pintaba. Esa fue la primera sesión que tuvo un rollo fotográfico y medio. Por mi cuenta hice diez copias de esa sesión y lo invité a almorzar en la plaza San Martín. Me encuentro con él y le entrego estas fotos en una caja de papel fotográfico. El recibe las fotos y lo escondió en el abrigo. También, fotocopié algunas de las libretas pequeñas que siempre llevaba en el bolsillo donde apuntaba citas con personas o citas célebres que el escuchaba en las conversaciones. También sus deudas o cuentas y números de teléfonos. Realmente habían cosas interesantes.
Las malas noticias llegaron después. Un día lo visito y me cuenta que lo habían citado en el Hospital Neoplásicas. Me dice que le habían diagnosticado algo y que quería que lo acompañe con dos amigos más. Según él no tenía ningún familiar. Deseaba que lo acompañen a hospitalizarlo. Al día siguiente fuimos y ahí comenzó otra historia. Aquí la cámara pasó a un segundo plano. Su estado físico empezó a deteriorarse a partir del año 84 hasta su muerte. Todo lo que un cáncer agresivo puede hacerle a una persona. Esto hizo que yo dejara de fotografiarlo. Lo conocía desde 1982.Mis fotos son hasta 1984.El muere en 1986.
Cuando el muere, me empezaron a pedir fotos. Entonces pensé que todo el material debía dejarlo en algo físico. En un libro. Con esto, le había hecho una especie de homenaje, Quería que mis fotografías le hicieran justicia a este gran artista.
¿Cómo es tu trabajo fotográfico en esta última etapa? ¿Crees que ha habido una evolución?
Comencé con fotografía de calle, pasé a dirigir fotógrafos y fui editor en El Peruano. En realidad, empiezo a hacer fotografía porque siento que nadie está haciendo lo que me gustaría ver. Y eso fue lo que me llevó a trabajar estos temas. A investigar archivos como el de Chambi, que no estaba bien valorado ni estudiado. Hay fotografías maravillosas hechas por muchos fotógrafos que están por descubrirse. Y que necesitan difundirse y ponerlas en valor. Eso me emociona más que fotografiar.
¿Con que palabra definirías la fotografía?
Para mí la fotografía es testimonio.