En las áreas urbanas, la falta de empleo o de estudios es más una cuestión de acceso a oportunidades costosas. Foto: Andina
La condición de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, conocidos como «ninis», varía significativamente entre zonas rurales y urbanas en Perú. Factores como el acceso a la educación, el empleo y la geografía impactan sus oportunidades y perspectivas de futuro.
Escrito por: Nelly Guerrero Scharff
El reto de ser un «nini» en el Perú
La situación de los «ninis» en Perú refleja un problema complejo, donde las barreras económicas, sociales y geográficas juegan un papel fundamental. En zonas urbanas y rurales, los jóvenes enfrentan realidades muy distintas que condicionan su acceso a oportunidades educativas y laborales.
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), en la actualidad suman 1,2 millones de jóvenes con edades entre los 15 y 29 años que no trabajan ni estudian (ninis).
En las áreas urbanas, la falta de empleo o de estudios es más una cuestión de acceso a oportunidades costosas. Mayra Martínez, una joven «nini» de Lima, señala: “Aunque hay más opciones aquí, muchas son inaccesibles por los altos costos y la competencia”.
Esta situación demuestra que, aunque los servicios y recursos están más cercanos, no todos los jóvenes pueden acceder a ellos fácilmente.
Educación y empleo
El acceso a la educación es otro factor que diferencia a los «ninis» urbanos de los rurales. En las zonas rurales, la falta de instituciones educativas cercanas y las limitadas opciones de empleo dificultan que los jóvenes continúen su formación o encuentren trabajos que les permitan desarrollarse profesionalmente.
Ricardo Gonzales, consejero del Gobierno Regional de Amazonas, explica: «En zonas rurales, el acceso a empleo es limitado y las oportunidades educativas son escasas”. La lejanía de centros de estudio, sumada a la falta de infraestructura adecuada, es una barrera para muchos jóvenes peruanos.
Carlos Gonzales, un joven «nini» de la zona rural de Amazonas, comparte una experiencia similar: “Acá no hay institutos o colegios muy cerca y, bueno, los trabajos que hay son mal pagados. Está difícil la calle”.
Su testimonio evidencia cómo la falta de empleo de calidad y la ausencia de oportunidades educativas están estrechamente vinculadas a la condición de «nini» en las zonas rurales.
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Impacto de la geografía en los «ninis»
La geografía juega un papel crucial en la vida de los jóvenes que se ven atrapados en la categoría de «ninis». Mientras que en las zonas urbanas hay más acceso a servicios, la vida en el campo implica largas distancias y una menor oferta de oportunidades.
Las dificultades para trasladarse a las ciudades y las escasas infraestructuras disponibles limitan la capacidad de estos jóvenes de salir de su situación.
En los contextos urbanos, aunque la oferta de empleo y educación es más amplia, hay desafíos relacionados con la competencia y los costos. Los altos precios de los institutos o universidades, sumados a la presión por entrar en un mercado laboral saturado, generan una sensación de desesperanza en muchos jóvenes.
Como destaca Mayra Martínez, la dificultad de acceder a programas estudiantiles o conseguir trabajo, se convierte en un factor crucial para que más jóvenes caigan en la categoría de «ninis».
La falta de políticas de inclusión
A pesar de que el fenómeno de los «ninis» afecta tanto a las zonas rurales como urbanas, no existen políticas públicas eficaces que aborden estas disparidades de manera integral. La falta de programas específicos que apoyen a los jóvenes rurales, brindándoles acceso a educación de calidad o empleo, perpetúa las desigualdades entre ambos contextos.
El caso de Carlos y Mayra es solo un reflejo de una problemática que se extiende por todo el país. Si bien el contexto es diferente, el resultado es el mismo: jóvenes sin oportunidades claras para mejorar su calidad de vida, atrapados entre la falta de empleo y el difícil acceso a la educación.
La situación de los «ninis» en Perú requiere una respuesta urgente por parte del Estado y de la sociedad civil, donde se promueva una mayor equidad en las oportunidades entre los jóvenes de zonas rurales y urbanas.
Mientras no se generen políticas inclusivas, el fenómeno continuará afectando a una generación que busca desesperadamente abrirse paso en un futuro incierto.
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