El VI Censurados Film Festival es espacio para la reflexión, el diálogo y la denuncia sobre la situación actual de la libertad de expresión y los derechos humanos en el mundo a través de la proyección de películas y la realización de actividades educativas y artísticas.
Escribe: Arturo Grados
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Intentar abarcar en una crónica todo lo que ha dado de sí el Festival puede llegar a convertirse casi en un acto suicida. Atendiendo a la calidad de las propuestas, habría que hablar extensamente de la mayor parte de ellas. Ha congregado en sus ediciones filmes de cineastas tan diferentes entre sí, como Malena Martínez Cabrera (Perú), Matthieu Rytz (Canadá), Mohammad Farahani (Irán), casos extremos en cuanto a la concepción del cine y, sin embargo, capaces de convivir en la misma parrilla de programación.
Se pone así de manifiesto el fuerte componente de heterogeneidad del Festival, sin que suponga la pérdida de una intensa personalidad, manteniendo también su fortaleza basada en esa filosofía orientada hacia la necesidad de mostrar un cine de autor rico en ideas, como átomos del Festival, que le dan una forma irreductible, unas más platónicas, por esa forma abstracta e inalcanzable que muestran.
“Es un proyecto muy hermoso, nos agrada que personas desinteresadas se sumen a la casa por la naturaleza, estoy poniendo una muestra gratuita llamado Anundando la Tierra”, nos dijo Pancho Basurco artista que colaboró en el festival.
La capacidad del festival no solo se reduce a elección de propuestas, se hace extensiva a las actividades paralelas, como han sido el encuentro con diferentes directores en distinto punto de la ciudad, mesas redondas. ¿Qué tienen ver propuestas entre sí como SUEÑO EN OTRO IDIOMA, de Ernesto Contreras y SONGS OF INJUSTICE, de Nelson Vara. Resulta que hay detrás de ella una forma de espacio para la reflexión, vinculadas con la lucha de la naturaleza. Imprescindible es destacar el cortometraje Carles Bover y Julio Pérez, Gaza ganadora del premio Goya.