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Somos uno de los países con mayor cantidad de diversidad cultural, sin embargo, hoy por hoy en pleno siglo XXI el racismo sigue latente en nuestra sociedad.
Escribe: Raúl Villanueva
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En las últimas semanas la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un oficial de policía norteamericano, indignó a muchas personas en el mundo. Este rechazo ante tal suceso fue demostrado a través de redes sociales por muchos cibernautas, que mostraban su apoyo, en muchos casos, poniendo una foto de color negro con el hashtag #BlackLivesMatter, que en español significa “las vidas negras importan”. Entre todas las personas que seguían esta cadena de solidaridad, el Perú no fue la excepción, porque la noticia también tuvo mucha repercusión por parte de los peruanos quienes compartían su indignación a través de varias plataformas digitales.
Pero, ¿acaso solo en EE.UU. sucede racismo? , ¿EE.UU. es más racista que el Perú? , ¿qué sucede cuando un indígena es asesinado por defender la minería? ¿qué sucede cuando una persona ‘cholea’ a otra en tu delante? ¿actuamos de la misma manera?, ¿sentimos acaso esa misma indignación con la que sucedió con el afroamericano George Floyd?. Son varias interrogantes , pero lamentablemente en el Perú existe mucho racismo aún, algo que es muy desapercibido en la vida cotidiana debido a que se ha vuelto algo ‘común’, a pesar de ser un país multirracial.
Según la Encuesta Nacional ‘Percepciones y Actitudes sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnico-Racial’ revela que el 53% de los encuestados considera a los peruanos racistas, pero solo el 8% se considera a sí mismo racista. La diferencia porcentual entre aquellos que se identifican como racistas y a quienes consideramos como racistas nos permite identificar como uno de los principales problemas para enfrentarlo es su normalización, lo que lleva a la negación de que el racismo existe y de las consecuencias que tiene en la forma como nos organizamos como sociedad.
En el Perú existen muy pocos procedimientos administrativos o judiciales iniciados por motivos de discriminación étnico -racial, porque no suelen denunciar haber sido víctimas o testigos de este tipo de hechos. Esta situación se explica por diversos factores que limitan las posibilidades de reconocer y actuar ante esta problemática y perpetúan el daño social que causa. Según el Ministerio de Cultura, muchas veces esto se debe a: la vergüenza de denunciar tales hechos, el desconocimiento de los mecanismos de denuncia, la ausencia de una cultura de sanción social contra la discriminación, la negación y normalización de actos, frases o palabras racistas.
¿Qué se debe hacer?
Erradicar el racismo en su totalidad es casi imposible, pero esto si puede ser controlado. Líneas arriba se ha visto que existen leyes que avalan protección a las personas que son víctimas de algún acto discriminatorio, ya sea por su color de piel, idioma, nivel socioeconómico, lugar de procedencia, entre otros.
Para el periodista experto en temas de discriminación, Marco Avilés, el racismo en el Perú, será en realidad la discriminación por idioma, cultura y nivel socio-educativo. Gritarle a alguien cholo, serrano o indio, equivale a decirle ignorante, sucio o marginal. El dinero blanquea, pero tendrá sus límites en el origen socio-económico y los lugares exclusivos frecuentados.
“Lo cholo aún conflictúa a los peruanos, a veces conviene serlo y a veces no. Se es más o menos cholo en relación al otro. Es mejor ser un cholo limeño que un cholo puneño. La estética occidental es hegemónica; se multiplican las cholas rubias y los cholos metrosexuales. La publicidad impone arquetipos blancos en la sociedad de consumo. El cholo con dinero desprecia al cholo misio. Las mentalidades oscilan entre el ‘mejorar la raza’ y acumular más recursos para ser auto-aceptados”, mencionó Avilés desde su punto de vista.
El racismo o la discriminación es lo más extendido en todo el mundo, probablemente algo incapaz de erradicar. Pero si de ser contrarrestado, controlado y sancionado. Los estados mejor estructurados demuestran diariamente, su capacidad para desterrar o rechazar actitudes que demuestren algún acto de discriminación hacia la otra persona. Países como el Perú, lamentablemente aún legitiman diferenciaciones, superposiciones y exclusiones. Por suerte, los esfuerzos individuales y colectivos son cada vez mayores para lograr igualdad e inclusión en un país tan multirracial como el nuestro.