Durante la pandemia, la procrastinación se ha vuelto más frecuente en los estudiantes universitarios. En la siguiente nota, te explicamos por qué sucede.
Escribe: Esther Aguilar Romero
Pasar más tiempo en casa ha ocasionado que muchas personas inicien sus propios planes para realizar actividades productivas como leer más, aprender un idioma, llevar cursos, entre otros propósitos. No obstante, con el pasar de la pandemia lo que parecía ser un espacio para nuevos planes terminó ocasionando que las personas enfrenten ansiedad, agotamiento y mucha más dificultad para concentrarse.
La pandemia por la COVID-19 ha generado una innegable crisis de salud mental alrededor del mundo, incitando malos hábitos como la procrastinación. Sin embargo, a pesar de que esta acción en un mal manejo del tiempo, para Tim Pychyl, profesor de psicología que investiga la procrastinación y su relación con el bienestar personal en la Universidad de Carleton en Ottawa, Ontario, la procrastinación es un mal manejo de emociones y los estados de ánimo.
Procrasti… ¿qué?
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, procrastinar significa diferir, aplazar o dejar algo para hacer en un futuro a veces no tan próximo. Es decir, esta palabra tan extraña puede ser definida como la decisión de no hacer una actividad en el momento y dejarlo para el final siendo consciente de que a largo plazo será peor. Esta sensación es muy frecuente en los estudiantes por distintas razones como falta de motivación, apoyo o estado de ánimo. De igual manera, a la procrastinación también se le ha relacionado con el comportamiento que se conoce como la “culpa del escritor”, relacionado con la sensación de ser egoísta, idealista e irresponsable por ponerte a escribir cuando podrías estar haciendo algo más rentable, práctico y productivo con tu tiempo.
Debido a las clases virtuales y el teletrabajo, el problema es mucho más grande que antes. Pues debido a la presencia de tecnología, los estímulos distractores se encuentran mucho más presentes en las herramientas para acceder a estas actividades. Pues en la misma pestaña que se encuentra la videollamada de la clase, con un solo clic puedes abrir otra pestaña donde de acuerdo con tu estado de ánimo puedes obtener un sitio de entretenimiento más atractivo que las clases virtuales.
¿Procrastinación o flojera?
Según una encuesta realizada por la revista INC, reveló que todos procrastinamos de vez en cuando, en promedio lo hacemos 55.3 días al año. Una actividad muy recurrente que la respuesta al porqué la hacemos se debe a que es un problema complejo, malentendido como pereza, falta de carácter o energía, confundido con muchos atributos de la personalidad o comportamiento. De acuerdo con un estudio para reducir la procrastinación académica realizada por un grupo de investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos en España, “cuando las personas procrastinan entran en conflicto entre lo que deberían y lo que quieren hacer, bloqueándose en el dilema de acercamiento-evitación y anticipan la acción como no atractiva y la recompensa como demasiado alejada en el tiempo.”
Por este motivo, los procrastinadores aplazan las tareas que perciben como aversivas y escogen las que les parecen más sencillas, agradables y que proporcionan resultados a corto plazo. No obstante, este dilema de acercamiento-evitación suele confundirse con la flojera, la falta de carácter o supersticiones. Sin embargo, los pocos estudios que existen demuestran que es una forma en la que enfrentamos emociones y estados de ánimo desafiantes. Pues los procrastinadores son conscientes de no realizar o aplazar sus asignaciones.
La salud mental es importante
A pesar de que la procrastinación ha sido relacionada con un mal manejo de tiempo, un estudio realizado por la Universidad de Carleton demuestra lo contrario. Pues el estado de la salud mental, como en todos los casos, es muy importante para la rutina diaria. «Cuando la gente siente temor, estrés o depresión, es más susceptible a procrastinar y postergar deberes y quehaceres», afirma Yaser Dorri, especialista del servicio de Salud conductual, psicología y psiquiatría de la Clínica Mayo de Estados Unidos para el diario Clarín.
Pues la sensación de agobio interfiere mucho a la hora de decidir terminar un trabajo de la universidad. Con un solo clic, puede reemplazar la redacción de la tediosa tesis para ver una película o quedarse atrapado en las atractivas redes sociales. La procrastinación es tomar la decisión intencional por no sentirse lo suficientemente capaz de controlar las emociones e impulsos. Cuando procrastinamos, estamos tratando de mejorar nuestro estado de ánimo evitando hacer algo que nos parece desagradable.
En el libro sobre procrastinación “Ponerse en marcha”, Maximiliano Hapes, director general en Educación BIZ, un centro de capacitación en negocios en Argentina, brindó una descripción precisa sobre la importancia de la salud mental para la procrastinación. “La procrastinación es solamente la manifestación psicológica que tenemos para nuestro cerebro emocional, que nos cuesta trabajo expresar en palabras; y nos está queriendo decir: «no me siento motivado con esta tarea, no me siento comprometido, estoy cansado, estoy aburrido, estoy bloqueado”.
La procrastinación es un problema muy misterioso que ha sido el punto de múltiples investigaciones basándose en su relación con las emociones y aspectos psicológicos. Actualmente, existe el Grupo de Investigación sobre Procrastinación, en la Universidad de Carleton en Ottawa, donde se reúnen expertos de todo el mundo desde hace 20 años para estudiar esta materia. Abordando perspectivas y puntos claves como el momento en que la persona se enfrenta a la actividad, los tipos de pensamientos implicados, las decisiones tomadas y la culpa.
¿Sabías que hay varios tipos de procrastinadores? Descubre cuáles son y cómo evitarlos en el siguiente video.