La travesía médica esta vez ha tomado el rostro de la desesperación. Cada día son cientos los compatriotas que recurren a esta nueva modalidad de viaje a pesar de las consecuencias sociales y sanitarias que implica.
Escribe: Olenka Nisiama
Foto: Freepik
El pasado 24 de marzo, el candidato a la presidencia por el partido político Avanza País, Hernando de Soto, reveló haber recibido la vacuna contra el coronavirus en territorio extranjero. Inmediatamente, tal acción desató una verdadera controversia entre el público y ofreció un arma cargada para sus adversarios políticos. En un panorama electoral tan parejo hasta el mínimo contaba. Sin embargo, De Soto solo es uno más de los miles de peruanos que han recurrido a otros gobiernos para inocularse la ansiada, y a la vez lejana, protección.
El turismo de vacunas es el excéntrico nombre que se atribuye al viaje que realizan los ciudadanos a otros países para ser inmunizados. Un fenómeno que no está muy lejos de nuestra realidad nacional, debido a que no son pocos los peruanos que han recurrido a esta nueva actividad. Al igual que De Soto, Bella, Laura y José son tres adultos mayores que acudieron a este destino médico.
José, de 70 años, aseguró que accedió a viajar por tratarse de un tema de vida o muerte a consecuencia de su edad y el alto índice de contagios en nuestra nación. “La situación de grave crisis sanitaria y adicionalmente la inexistencia de ninguna opción en mi país hace que busquemos opciones”, señaló. Actualmente, se encuentra en Virginia a la espera de la segunda dosis en compañía de su esposa. En el caso de Bella, de 72 años, el procedimiento era más urgente y complicado, pues se había sometido a un procedimiento quirúrgico en el que le extirparon una malformación en la tiroides. “Yo no quería viajar, pero por mi situación un poco más y mi hijo hace contacto con alguien para la sepultura”, explicó. El tumor era grado 4 y la probabilidad mínima de contagio suponía un riesgo inminente. Ahora ella sale a pasear por Lima despreocupadamente.
Legalidad del procedimiento
El 25 de marzo, frente a las diversas controversias desatadas, la embajada de Estados Unidos aclaró la legalidad del procedimiento mediante un comunicado en Twitter, el cual puntualizó que no está prohibido vacunarse con visa de turista mientras el Estado al que acudas lo disponga en sus reglas de elegibilidad.
Siendo un país de sistema federado, hay que recordar que cada Estado maneja la mayoría de políticas públicas; el plan de vacunación no es la excepción. Mientras algunos tienen prioridades como la edad, otros cuentan con menores o mayores requisitos. Arizona, Louisiana, Texas, Alabama, Virginia, Tennessee, Carolina del Sur, Pennsylvania, Ohio, Carolina del Norte y California son solo algunos de los territorios en los que no existe ningún tipo de restricción. Inclusive en Luisiana y Texas los respectivos gobiernos locales abrieron la disponibilidad de vacunas covid-19 a todas las personas mayores de 16 años. Sin embargo, a pesar de lo expuesto, este es sigue siendo una actividad bastante criticada en nuestro país.
Polémica social
Las controversias sociales acerca de este nuevo turismo se sustentan en la contraposición de dos factores; la salud y los ingresos económicos. En otras palabras, según la socióloga Carmela Chung, esto significa que las personas que acceden a viajar son las que gozan mayor poder adquisitivo y tienen la posibilidad de resguardar su bienestar. “Es una cadena de valores frente una oferta restringida y una demanda mayor”, asegura. La misma aclaración la hace la Dra. María Masías, magíster en gestión de salud pública, quien asegura que la vacuna contra el coronavirus pone al mundo al borde de un fracaso moral.
No obstante, la socióloga afirma que hay una cuestión casi “natural” en el comportamiento de los viajeros, especialmente entre los adultos mayores que tienen los recursos y los familiares que los apoyan. Posturas visibles en los casos previamente mencionados. Bella, inoculada en California por insistencia de sus hijos, y Laura, a quien su hija llevó a Georgia para que reciba la vacuna antes de cumplir los 73 años. “Vacunarse va a tener represalias siempre y cuando el implicado sea figura pública; pero si no, son solo opciones personales. Es parte de la libertad que existe en el país, de que tú como persona que tiene recursos puedas recurrir a otros medios”, explica Chung. A pesar de las razones válidas, ambas familias prefirieron mantener el asunto privado debido al conflicto moral que no termina de replantearse en nuestra sociedad.
Pese a ser una decisión personal, en el caso de políticos tiene otra connotación. De Soto, a los 79 años, reconoció haber recibido la vacuna en Houston (Texas); aunque en la entrevista a CNN, realizada por Fernando Del Rincón, no quiso especificar el estado. “¿Por qué como sociedad lo están criticando? Porque es un candidato a la presidencia. Nada más. Porque se supone que es un referente de determinado tipo de comportamiento”, asegura la experta.
Los verdaderos problemas
Las complicaciones morales son el menor de los problemas que representa este fenómeno. Pues, en magnitud, supone un mayor riesgo a nivel estructural que pone en jaque el mismo plan de inmunización a nivel mundial. Por un lado, porque puede propiciar que los países con mayor influencia en la adquisición del fármaco, como Estados Unidos, se vean en la obligación de obtener mayores cantidades y esto ocasione desabastecimiento en países más pequeños. Por otro lado, porque limita el derecho inherente a la dosis en ciertos países.
La Dra. Masías muestra su preocupación por el hecho de que la insuficiencia del fármaco se agrave debido a la llegada masiva de visitantes. Este conflicto obliga a los gobiernos a crear restricciones que afectan a los adultos mayores indocumentados, población que corre un gran peligro en esta pandemia. “Viajas, accedes al fármaco y surgen otras interrogantes ¿Esa dosis para quien era o para quien estaba programada?”, comenta la experta, “Un plan de vacunación implica una programación en base a una población, los visitantes modifican estas cifras.”
Tan solo en el Estado de Florida, según la BBC Mundo, hasta el 27 de enero, fueron aproximadamente 52.000 las personas “no residentes” o “out of state” vacunadas en el territorio. Desde entonces, el destino frecuente implementó el requisito de residencia para la inmunización. Esto supone que los ciudadanos indocumentados o residentes que no cuenten con un seguro formal no van a tener un acceso legal a la vacuna, a pesar de que vivan dentro del territorio.
Sea cual sea el pronóstico, el turismo de vacunas seguirá siendo la nueva cepa de la pandemia. Una manifestación incontenible que ha puesto en evidencia la necesidad de una rápida respuesta de cualquier gobierno frente a una pandemia en la que se juega la vida misma. Las consecuencias sociales y sanitarias son solo un pequeño panorama de la complejidad de este fenómeno.