Redacción: Karina De Los Santos
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Última jugada del partido. Tiro libre a favor de nuestra selección. Paolo Guerrero se perfila para lanzar el balón hacia la barrera argentina y batir al golero Sergio Romero, quien tuvo poca participación durante el encuentro. Más de 30 millones de peruanos unidos a la expectativa de esta última jugada, Guerrero tira y Romero logra desviar la pelota por encima del arco. Final del partido. Perú ha logrado llevarse un empate en La Bombonera a punta de esfuerzo, actitud y, sobre todo corazón. Un logro más para acercarnos a nuestra ansiada clasificación y permitirnos seguir soñando con participar en el Mundial Rusia 2018. Lo que antes era un deseo, ahora empieza a volverse realidad.
Diferentes medios de comunicación locales como Latina, ATV y América Tv y otros se hicieron presentes para cubrir el penúltimo duelo. La algarabía, las cornetas, el retumbar de los bombos y la pasión plasmada en los gritos de cada peruano destilaban en pleno corazón de Miraflores. La Calle de las Pizzas conocida por sus restaurantes, bares y discotecas se convirtió en uno de los escenarios preferidos para observar el partido de la selección. Por primera vez, después de años se volvía a sentir la euforia como nunca antes se había visto en eliminatorias pasadas. Previo al inicio desde el vendedor de gasolina, pasando por el datero de los microbuses y el oficinista enternado, todos caminaban con la camiseta, vincha, gorra, chalina o alguna prenda que identifique el amor por la bicolor. En las pistas, los pocos taxistas disponibles se preparaban para ver el partido en la pantalla de su teléfono celular. Lima había cambiado de aspecto,todos hablaban del encuentro.
Eran casi las seis de la tarde, y la hinchada nacional comenzaba a calentar las gargantas con cánticos alusivos al equipo de Gareca. A pesar de no caber ni un alfiler, la gente se conformaba con ver el partido en las afueras de cada local. Dentro de los establecimientos, la cerveza fue la bebida preferida de todos; así se encontraban celebrando en un restaurante un grupo de tres amigos nerviosos por presenciar un momento histórico. «No importa lo que pase, para mí la selección va a dejar todo y son unos ganadores», comentó alegre Alberto Gamarra. Otros se animaban a dar un pronóstico «2 a 1 fijo» sentenció Fernando Vargas, un veterano de 61 años.
El primer tiempo del partido se vivió intensamente. Mucha fricción en el juego y la casi total posición del balón a favor de la albiceleste. El árbitro brasileño, Walter Sampaio comenzaba a sentir la presión de la hinchada argentina y pitaba faltas mientras la reacción del público peruano a una sola voz se escuchaba: «¡Arbitro comprado!». Los once guerreros no se quedaban atrás, luchaban cada balón como si fuera el última, la actitud nunca faltó ni un solo segundo. Niños, jóvenes y adultos miraban atentos las pantallas del televisor destacando la figura de Pedro Gallese, quién surgía sacándole un disparo de gol desde fuera del área a Lucas Biglia. Así como también Paolo Guerrero, hombre solitario luchaba cada pelota que le lanzaban para “pivotear” y dejársela a algún jugador que lo acompañara para finalizar la jugada o sino él mismo se las arreglaba para burlar la dura marca albiceleste como “guerrero” que es. El segundo tiempo, no fue diferente o, el trámite del partido no varió mucho, Argentina con la posesión del balón intentaba una y otra vez batir nuestra portería, no lo consiguieron.
La llegada del pitazo final dio un respiro de satisfacción, eliminó la tensión y extendió un abrazo para el espectador con ojos llorosos. La fiesta se traslado en las calles, cientos de hinchas festejaban, fuegos artificiales y el sonido de los bombos no faltaron. Todo el mundo sonreía, se colgaban en la espalda la bandera del país. No eran once los que protegían el arco sino jugaba todo un país alentando sin cesar, sufriendo cada minuto del partido.
Esta vez ni el Estadio de la Bombonera, ni Ángel Di María, ni Javier Mascherano, ni Lucas Biglia, ni Darío Benedetto, ni el mismo Lionel Messi pudieron en el duelo. El trabajo del equipo bicolor comienza a dar frutos. Pese a que algunos dirán que no se ha conseguido nada, aún falta una final más, pero esta vez con la gran diferencia que estará en su casa, en el Estadio Nacional. Se espera que después de 35 años sólo la victoria nos permita estar en un mundial para seguir más unidos que nunca. Porque cuando juega Perú, todos estamos contigo.