Cambio de táctica: la ingeniería genética opta por explotar el factor tiempo. (Foto: Freepik)
La pandemia de COVID-19 ha lanzado al mundo en una carrera para desarrollar un tratamiento efectivo lo más rápido posible. Con métodos tradicionales que pueden tardar años en dar resultados, este concepto de inmunización no probado podría ser la clave hacia una solución para inicios del 2021.
Escribe: Diego Zenteno
Cuando alguien te dice que le han inyectado una vacuna, generalmente significa que le han introducido virus debilitados o inactivados, a veces solo algunas partes como proteínas o azúcares, o incluso toxinas. La finalidad de este proceso es incitar al sistema inmunitario a reconocer estos antígenos y reaccionar produciendo anticuerpos, los cuales a futuro desplegará para detener la infección de presentarse nuevamente. Sin embargo, la naturaleza cambiante de los virus, tales como el de la gripe, puede alargar el proceso de hallar una medicación por tiempo indefinido.
Para casos como el del SARS-CoV-2, cuya expansión este 2020 alcanzó proporciones pandémicas en cuestión de meses, esperar años para neutralizarlo no es una opción. Las propuestas vacunas de ARN plantean solucionar estas cuestiones de tiempo. Pero, ¿de qué trata exactamente esta inoculación? Punto Seguido conversó con el Dr. Etson Núñez, biólogo molecular de laboratorios Unilabs en Perú, quien remarcó que la principal diferencia entre una vacunación estándar y la puesta en cuestión es que la última despliega sólo el material genético del virus, el ARN, y no el virus en sí neutralizado.
La idea detrás de esta estrategia busca que las células del paciente inoculado se fusionen con ciertos antígenos alterados de su genoma, de tal manera que las nuevas células creadas posean parte de las proteínas del virus. Así, el sistema inmunológico humano podría detectarlas y responder sin sufrir una infección, cercenando la habilidad del virus de reproducirse mediante la infección de células “saludables”.
Donde resalta este novedoso concepto es el tiempo en que pueden llegar a ser catalogadas como efectivas. “En este caso no se busca adaptar el virus para una vacuna, como usualmente se hace. Ese proceso puede tomar mucho tiempo porque los virus son mutantes. Aquí, se trata directamente con su secuencia genética, lo que puede facilitar su maleabilidad y reducir el tiempo de experimentación,” comenta Núñez.
Actualmente no existen vacunas de ARN para enfermedades humanas. Si bien la tecnología se viene desarrollando desde la década de 1990, ha sido la pandemia de COVID-19 la que ha impulsado a varias compañías, tales como Moderna y Pfizer-BionTech, a realizar nuevos ensayos clínicos con la esperanza de alcanzar una vacuna para inicios del 2021.