Redacción: Jairo Sotelo Ramos
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«Es una persona especial,así que ten cuidado con él», me dicen los colegas de la redacción antes de partir. Yo, un poco temeroso y con más ansias que termine el día, me decido a partir del diario El Comercio. Mi siguiente destino: el Jockey Plaza, lugar en el que se estaba aún montando el último espectáculo del Cirque du Soleil, «Sép7imo Día«. Este show, que comenzó a ser planeado y desarrollado desde el 2013, tiene como inspiración a la obra musical de la mítica banda argentina Soda Stereo, agrupación que no había tenido la dicha de escuchar en vivo y que descubrí su pasada existencia cuando aún me encontraba en la primaria.
El dilema no era mi ignorancia frente al significado que tiene el conjunto argentino en la sociedad peruana, sociedad que vivió a flor de piel la ‘Sodamanía’ cuando unos jóvenes Gustavo Cerati, Charly Alberti y ‘Zeta’ Bosio arribaron por primera vez a nuestra capital en 1986. El problema consistía en que me habían asignado entrevistar al último mencionado, al bajista argentino. Adoro a Soda Stereo, pero no sentía que mi devoción por su obra sea suficiente fundamento para haberme «ganado» una entrevista con Bosio. No podía olvidar a los 20 mil fanáticos que asistieron al Coliseo Amauta para ver en escena por primera vez a los intérpretes de «El rito» y «Juegos de seducción». ¿Qué daría alguno de ellos por tan solo darle la mano a ‘Zeta’?
Lo cierto es que intenté dejar de prestarle mucha atención al asunto. Me encontraba en camino y sabía que ‘Zeta’ era lo más cerca que podría estar del legado del fallecido Cerati.
- Me han dicho que es una persona medio especial. ¿Has hablado con él antes? – le pregunto en la movilidad al camarógrafo que me acompañaba.
- Si. Lo vi el año pasado cuando llegó con Charly Alberti para anunciar el espectáculo. Parece una buena persona, un buen artista – me contesta el gráfico.
Un poco de alivio, de respiro. Mi madre -fanática de Soda Stéreo desde adolescente y asistente al primer concierto del grupo en el Amauta- me había comentado lo mismo.
- Por las entrevistas en que los he visto, Alberti parece un poco altivo. Zeta no parece así – palabras que mi madre me había dicha la noche anterior y que no podía dejar de recordar.
Finalmente había llegado al destino. La presión no era poca: esta entrevista iba a hacer mi primera experiencia con las transmisiones en vivo. Mantengo la calma pero las emociones siempre son bombas de tiempo. Ingresamos y nos dirigen a las gradas del espectáculo. La escenografía a medio montar nos distrae las miradas hasta que alguien grita «ahí está».
‘Zeta’. Gustavo Cerati alguna vez contó que le pusieron ese apodo a Héctor Pedro Juan Bosio Bortolotti porque era un amante de los deportes acuáticos: se sentía como un ‘cetáceo’ en el agua. Tras 30 años de haber pisado por primera vez el Perú, el bajista -y también DJ- camina con toda la serenidad del mundo. Los tiburones no tiemblan frente a sus presas.
Él llegaba para brindar algunos minutos de su tiempo a los medios de comunicación, para promocionar el espectáculo luego que los organizadores modificaran las fechas de las funciones por retraso en el arribo de la escenografía. ‘Zeta’, delgado y cabeza calva, llega a donde los reporteros y da la mano a cada uno.La estrecha fuerte y su mirada, bajo sus lentes de sol, se impregna en los rostros de a quienes saluda. Sonríe. No es necesario que se presente.
Me encontraba armando el trípode que iba a sostener el celular durante la transmisión en vivo por Facebook cuando el músico llegó a mi lado.
- Hola, ¿qué tal? Un gusto – me dice mientras sonríe.
A veces las palabras no se crean espontáneamente. Le doy la mano, dos segundos de silencio.
- Hola, ‘Zeta’. El gusto es mío. Soy Jairo, de El Comercio.
Le toco el hombro. Se va sonriendo. Quizás denota mi inexperiencia a través de mis ojos, mis 21 años de edad contra sus 58 octubres. Quizás eso es lo de menos. Vive el momento.
Termina de hablar con uno de los medios asistentes y se dirige hacia nuestro lado. Acompañado de sus representantes, se acerca y le explicamos que haremos una transmisión en vivo. Me dispongo a hacer los últimos arreglos y para que no pierda el ritmo le pregunto cuándo había llegado a la capital.
- En la noche de ayer. Fue un viaje cálido. Es un gusto siempre venir – responde Bosio, con su dejo argentino infaltable. Un ídolo.
Mientras termina de quejarse que no ha podido visitar Machu Picchu desde hace una década, decidimos iniciar la transmisión.
- Facebook lo es todo. Los ‘en vivos’ son geniales. Que salgan como salgan – dice el bajista antes de iniciar.
El camarógrafo sostiene el trípode. Le aviso a ‘Zeta’ que estamos a punto de iniciar y con un clásico «dale» iniciamos la grabación. Un poco de nerviosismo al inicio pero su actitud durante la entrevista me relajó un poco. Tengo mi cuestionario y lo chequeo cada cierto tiempo. No es alguien ‘especial’ después de todo. Tal vez alguna vez lo fue pero ello no me consta. Si sabes que has ganado la gloria musical y los demás también lo reconocen, ¿por qué ser alguien ‘especial?
Acaba la transmisión. Finalmente ocurrió. Un poco más relajado le pido una fotografía y él acepta. Me abraza. Me pongo a pensar cuántas veces habrá posado con sus seguidores. Muchos dilemas que no me detienen a actuar. No vale la pena pensar en demasía.
Bosio debe terminar de hablar con todos los medios antes que nos retiremos. Lo observo mientras conversa con uno de los canales nacionales. Sonríe siempre pero, ¿dirá siempre la verdad? ¿Piensas siempre en Cerati? ¿Qué ocurre en una banda que vivió el éxito pero que su líder murió como un verdadero ‘rockstar’? Gustavo murió devastado por los vicios del submundo humano. Si sus seguidores aún sufren su partida, tú que lo conoces desde la universidad, cómo afrontas el día a día.
Atendió a todos los medios con paciencia. Se despide con un ‘gracias’ y nos disponemos a abandonar el recinto. ‘Zeta’ podrá dormir sabiendo que tocó al lado de Gustavo Cerati y de Charly Alberti y también de otros músicos reconocidos como Andrés Calamaro o Beto Cuevas. Soda Stereo nunca morirá, al igual que su número de fanáticos no dejará de aumentar. La música, al igual que el cine o la fotografía, tiene ese don innato de la trascendencia. El tiempo y el espacio dejan de ser barreras. Soy un seguidor nacido dos años antes que se disuelvan por primera vez en 1997. Quizás eso me hizo apreciar más esta entrevista: no viví los ochentas ni mucho menos en su totalidad la década de 1990, pero soy un testigo de la trascendencia musical de Soda. Después de todo, quizás la voz de Cerati sigue desafiando al tiempo. Él continúa destruyendo mitos.
Entrevista completa a Zeta Bosio.