por Max Aguirre
Inquietados por un frustrado debate televisado en vivo por la señal de RPP Noticias, asistimos a una conferencia de Agustín Laje y Nicolás Márquez para conocer de primera mano qué es lo que afirman en temas sobre el feminismo y la llamada «Ideología de género». Ya no se trata del imposible diálogo entre religiosos con Biblia en brazo contra feministas, sino de un debate alturado entre dos movimientos aconfesionales. Por eso también incluimos la contraparte, la cual se basa también en investigaciones científicas.
¿Se viene el fin del mundo?
A Laje le han dicho paranoico. Y por supuesto que lo sería si él afirmara que existe un complot mundial o un grupo de individuos que se reúnen en una sala para promover el «marxismo cultural» (en la charla lo definió como una estrategia discursiva que enfrenta a oprimidos contra opresores).
El 22 de abril, en su última charla en Perú, aclaró este que existen coincidencias. O incluso se da que un grupo inspira a otro en un país diferente. Las feministas peruana se ven inspiradas por las luchas de sus pares en otros países. Veamos el caso de «Ni una menos», por ejemplo (que nació en el 2015 en Argentina). Vivimos en un mundo interconectado. Pero lo que Laje realmente quiso destacar en su charla es que, independientemente del país, un pensamiento (o ideología) va a buscar y lograr consecuencias similares en las prácticas sociales, la política, etc. Y ese pensamiento lo llamó, como Steven Pinker, «feminismo de género» (ver «La tabla rasa«, página 545). Y si no queda claro el enemigo de Laje, podemos decir que en realidad vendrían a ser toda feminista que subordine el sexo biológico en relación al género. Por ejemplo, las organizadoras de la marcha «Ni una menos» en el Perú que incluían en el grupo de mujeres violentadas a un hombre. Lo enfatiza en su charla. Luego habla de escenarios distópicos que incluyen zoofilia y pedofilia. Pero Laje no es vidente.
¿Solo XX y XY?: una nueva perspectiva
La doctora Alexandra Hernández nos habla en su artículo de un cambio que está tardando en la perspectiva sobre la sexualidad. Se trata de la caída de la existencia del binomio hombre-mujer. Para sustentar sus afirmaciones cita el ejemplo de los intersexuales («una forma de sexo biológico que tiene configuraciones cromosómicas, hormonales y gonadales diferentes de las esperadas»), para los cuales sería necesario pensar en un espectro y no en solo dos variables. Para consolidar esta postura cita otros casos que, aunque infrecuentes, pondrían en duda el determinismo que se había estado asumiendo. Entonces lo que habría es un espectro donde los individuos se ubicarían. La crítica de Alexandra a Laje es que sería falso que la anatomía genital es lo que define la sexualidad de una persona. Y también aclara la afirmación de que «hombre» y «mujer» son constructos sociales:
«Si bien el género, o las ideas sobre las categorías “hombre” y “mujer” sí son construcciones sociales, la sensación subjetiva de quiénes somos o cómo nos sentimos respecto a esas categorías, es decir la identidad de género, sí está constituida con mediación biopsicosocial, es decir, intervienen variables biológicas, psicológicas y sociales»
Adicionalmente, otras voces se pronunciaron en contra de Agustín Laje y su compañero. Se les criticó a los periodistas peruanos que se victimizaran, pero para los expertos el factor humano es vital a la hora de hablar de estos temas. Y qué mejor historias que las propias o las cercanas. Patricia del Río para muchos tuvo una mala actitud, pero para otros encarna la reacción correcta que se debe tener con quienes intentan quitarle importancia a la violencia de género.