El Niño genera un desequilibrio climático global a nivel natural, económico y ambiental, e impacta de forma diferente según el lugar donde se presenta. (Foto: ANDINA).
El fenómeno meteorológico no solo se expresa en las olas de calor que ha vivido Lima estos últimos meses. Otros eventos climáticos, como el calentamiento global, agravan las diferentes consecuencias del fenómeno de El Niño en el país.
Por Shari Asencio
El último 8 de junio, la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) marcó oficialmente el inicio del fenómeno de El Niño en el Océano Pacífico. En las costas de Perú, este afecta principalmente a toda la vertiente occidental. Durante el periodo de precipitaciones, genera más lluvias de lo usual y, en periodos de estiaje, se expresa en altas temperaturas u olas de calor, según explicó Grinia Avalos Roldán, Subdirectora de la Subdirección de Predicción Climática del Senamhi, en entrevista con Punto Seguido.
Estos efectos ya se viven en distintas zonas del país, y representan una serie de riesgos. Por un lado, en la costa norte, el exceso de lluvias suscitado por El Niño provoca inundaciones, huaicos y desbordes de ríos. Esto, a su vez, puede generar derrumbes, destrucción de cultivos, cosechas, vías de transporte y viviendas, e incluso la pérdida de vidas humanas. Asimismo, debido a la contaminación y la suciedad de las aguas, los pobladores se ven más expuestos a epidemias y problemas de salubridad, entre ellos la meningitis, salmonelosis y gastroenteritis.
En la sierra sur, en cambio, sucede lo opuesto. Especialmente en el Altiplano, la ausencia de lluvias que causa el fenómeno daña directamente a los cultivos de secano — cuya irrigación de campos depende únicamente de las precipitaciones — y a la ganadería. Además, la escasez de agua amenaza con secar los bofedales, ecosistemas que proveen de alimento a los ganados. Si estos mueren, la crianza de camélidos (como actividad económica precaria) decae, lo cual desfavorece a los centros poblados.
Por otro lado, tal como contó Mario Fiestas, dirigente de la asociación de pescadores artesanales de San José, en Lambayeque, a BBC Mundo, “como el agua del mar está cada vez más caliente [hasta 4ºC por encima del promedio], el pescado se está marchando a aguas más frías al sur y no podemos capturarlo”. Esto no solo golpea la disponibilidad de peces para el consumo humano, como la sardina, anchoveta y merluza, sino que también perjudica a la economía de los pescadores artesanales.
Cabe mencionar que, pese a que la agricultura y la pesca son actividades muy sensibles a las variaciones del clima, no todos los efectos de El Niño son negativos. El fenómeno también facilita la vegetación en la costa árida y un aumento en el volumen del agua en los reservorios del norte y el nivel de las aguas subterráneas. Igualmente, permite la pesca de especies de aguas cálidas que, si bien no representan el mismo valor económico a nivel internacional, solo suelen consumirse al norte peruano.
Sin embargo, Avalos Roldán señaló que “ahora, tenemos una condición como el cambio climático que viene modulando la variabilidad interanual natural que nos da El Niño cada vez que se presenta. Eso es lo que nos preocupa”. Es decir, debido al aumento de la temperatura global, que ahora ascendió a 1.2ºC según las Naciones Unidas, se intensifican las consecuencias del fenómeno natural y su impacto en la vida humana y el ambiente. Incluso, sería capaz de causar catástrofes a nivel global.