El 6 de marzo el Congreso de la República aprobó la reforma constitucional para el retorno a la bicameralidad
Escribe: Andrés Aparicio
La bicameralidad del parlamento es una realidad. La votación en el Congreso registró 91 votos a favor, 30 en contra y 1 abstención. Algunos partidos a favor del proyecto fueron Fuerza Popular, Renovación Popular y Alianza Para el Progreso. Mientras que Perú Libre y Juntos por el Perú rechazaron el proyecto. En las elecciones del 2026 el Congreso tendrá dos cámaras: la primera de 60 senadores; la segunda, 130 diputados. Ambos elegidos por un período de 5 años y pueden optar a la reelección. Sin embargo, existe una discusión política y social si el país requiere esta modificación.
El congresista Jorge Montoya de Renovación Popular declaró a Punto Seguido que, el cambio a una cámara se efectuó en tiempos de terrorismo y se requerían respuestas rápidas, la cual trajo errores como menos debate sobre las leyes. Por ello, aseveró que la bicameralidad permitiría un debate más detallado y una mayor estabilidad democrática. Enfatizó que, al contar con dos cámaras, existiría menos riesgo de un cierre del Congreso. “Habrá mayor representación política en el país. Somos 33 millones de peruanos y 130 congresistas, no es suficiente”, agregó.
Además, en una entrevista exclusiva a Punto Seguido, Víctor Andrés García Belaúnde, exparlamentario de Acción Popular, puntualizó que el desprestigio del Congreso es por su unicameralidad y que según la historia, “el Perú en sus 200 años de república solo fue unicameral con la Constitución de 1867 que duró 6 meses y un intento con la Constitución de 1823, pero no entró en vigencia”. La bicameralidad fue interrumpida por Alberto Fujimori en 1992 tras el autogolpe de Estado e instauró el sistema unicameral. García Belaúnde mencionó que esta norma se hizo para que el expresidente gobernara los años que quiera y sea reelegido. Argumentó que hace 30 años al Perú le costaba 40 millones de dólares la bicameralidad y hoy, el sistema unicameral cuesta 320 millones, y que el parlamento tiene más empleados que El Pentágono en Estados Unidos, evidenciando su mala imagen.
En el 2018, durante el gobierno de Martín Vizcarra, se realizó un referéndum de cuatro reformas constitucionales. Tres fueron aprobadas por la población. Pero la cuarta obtuvo un 90% de rechazo: el regreso a la bicameralidad. El escritor y analista político, Carlos De la Torre, dialogó con Punto Seguido y dijo que esta negativa es por deficiencias como su lentitud para aplicar acciones que beneficien a todos los sectores del país y el desarrollo de la “partidocracia”, que empodera a unas cuantas organizaciones políticas para perpetuarse en el parlamento.
“¿Qué asegura que el próximo Congreso de diputados y senadores sea representativo y tenga personas probas de las que tanto se necesita? Yo no creo que existan”, determinó De la Torre. Sostuvo que los contextos políticos y sociales son muy distintos a los de hace 40 años y que en aquella época se leía y se instruía más, por lo que la bicameralidad permitía tener miembros, cuyo conocimiento justificaba la estructura legislativa. Consideró que la bicameralidad no cambiará el panorama político, pues se tendrán a funcionarios con baja capacidad legislativa y se mantendrán las discusiones de siempre.
Existen dudas sobre las labores de ambas cámaras. Por ejemplo, hoy se tiene 130 congresistas que discuten leyes, censuran ministros o tienen comisiones de investigación, ¿otra cámara hará lo mismo? En su artículo Bicameralidad y reelección parlamentaria: tan impopulares como necesarias (2024), Javier Alonso de Belaunde de Cárdenas puntualizó que no se busca duplicar las responsabilidades, sino tener un contrapeso y complementariedad. “El diputado centraliza el control político (interpelación, censura, comisiones investigadoras); el senador, el nombramiento de altas autoridades (Contralor General, Defensor del Pueblo, magistrados del Tribunal Constitucional)”, mencionó.
Se refleja desconfianza en la efectividad de la bicameralidad. No obstante, el proyecto está aprobado: en el 2026 seremos testigos de este sistema. Solo el tiempo podrá ratificar si es un mejor mecanismo democrático o provoca más desconcierto en la población.