Redacción: Manuel Coral Gonzáles
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El entusiasmo, esfuerzo y dedicación que dedicó el escritor y poeta Ricardo Palma para la reconstrucción de la Biblioteca Nacional del Perú después de la guerra con Chile pareció haber sido en vano después del trágico incendio de la biblioteca producido el 10 de mayo de 1943. En aquella fecha, la Biblioteca Nacional del Perú sufrió un catastrófico incendio en los cuales, devorados por las llamas, ardieron más de cuatro mil manuscritos, libros nacionales e internacionales, grabados, mapas y joyas de la cultura universal. Mientras la Biblioteca ardía muchos se preguntaban qué sería de aquella biblioteca reconocida, en aquel lejano tiempo, como una de las mejores y más importantes instituciones culturales del país. Luego de haber controlado el fuego se recuperaron y guardaron todos aquellos documentos que fueron dañados por la tragedia.
Casi sesenta años después, cuando la Biblioteca Nacional se mudó del centro de la ciudad al distrito de San Borja, donde en el 2007 se inauguró el nuevo local donde funciona hasta ahora. Junto a esta mudanza se trasladaron, también, diversos materiales en peligro de destrucción y otros documentos delicados que necesitaban un cuidado especial por parte de los especialistas.
El proyecto de reincorporar, recuperar, restaurar y mantener todos los documentos pertenecientes a la Biblioteca Nacional comenzó en el año 2015, cuando se inició por desarrollar un piloto de inventario y categorización de los libros dañados en el incendio de 1943. Esta medida fue implementada en convenio con la oficina de la UNESCO, lo cual reforzó “los trabajos de investigación y establecimiento del valor histórico, cultural y material de lo conservado durante más de siete décadas”.
De esta forma la exposición Memoria recuperada ha reunido dentro de su colección presentada al público documentos originales de los manuscritos que se pensaban desaparecidos del escritor y tradicionalista peruano Ricardo Palma, además de diversos libros peruanos y extranjeros históricos del siglo XVI, manuscritos de correspondencias, periódicos del siglo XIX, obras literarias e históricas, grabados de los salones europeos del siglo XVII y XVIII, entre otros. Todo ello con el afán de recuperar las cenizas culturales que parecían haberse extraviado en el tiempo.