China ha aumentado sus amenazas militares hacia la isla que considera parte de su territorio. ¿Cuáles serían las consecuencias de una invasión? ¿El Perú se vería afectado?
Escribe: Sergio Herrera Deza
La mañana del 28 de abril, los taiwaneses se levantaron con la noticia de que un dron militar chino había surcado los cielos de su país. El aparato, identificado como un dron de reconocimiento TB-001, atravesó la isla asiática de oeste a este antes de regresar a la China continental por el norte. Según el mMinisterio de Defensa taiwanés, el dron fue uno de los 19 aviones de guerra chinos que violaron el espacio aéreo del país entre el jueves 27 y el viernes 28 de abril. Se trata de un capítulo más en un largo historial de intimidaciones del gobierno chino hacia Taiwán. Pero, ¿por qué Pekín se ha obsesionado con tomar el control de esta isla? y más aún, ¿qué consecuencias traería para el Perú una eventual guerra entre China y Taiwán?
El origen de la disputa por Taiwán
En exclusiva para Punto Seguido, Jorge Antonio Chávez, internacionalista especializado en política asiática, declaró que Taiwán es el último rezago del “siglo de la humillación chino”. Este es un periodo que comenzó a mediados del siglo XIX cuando China sufrió varias derrotas militares ante potencias extranjeras. Además de conceder beneficios aduaneros y tributarios, el Imperio Qing se vio obligado a ceder Taiwán a Japón en 1895.
Posteriormente, tras la derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial, la isla regresó a China, por aquel entonces una república gobernada por el Partido Nacionalista (Kuomintang). En 1949, tras librar una cruenta guerra civil, los nacionalistas finalmente fueron derrotados por las fuerzas comunistas de Mao Zedong. El gobierno y las tropas restantes se exiliaron en Taiwán con la esperanza de reconquistar la China continental algún día.
Por otro lado, la nueva República Popular China trató de invadir Taiwán en reiteradas ocasiones, pero el respaldo occidental al Kuomintang y la debilidad de la armada comunista lo impidieron. En 1971, la República de China (Taiwán) perdió el reconocimiento de las Naciones Unidas como la China legítima. Y así, en los años siguientes, los países occidentales comenzaron a establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, en detrimento de Taiwán. En la actualidad, sólo 13 países reconocen a Taiwán como el verdadero representante de China. El último país en romper relaciones diplomáticas con Taipei fue Honduras en marzo del 2023. Sin embargo, a pesar del aislamiento político, Taiwán mantiene vínculos económicos informales con las naciones occidentales.
¿Qué busca exactamente el presidente de China?
Hoy en día, ninguna de las dos “Chinas” ha cumplido con sus objetivos iniciales, pero ambas aspiran a defender su soberanía. Pekín busca reconquistar una “provincia rebelde”, mientras que el gobierno actual de Taipei aspira a que Taiwán sea reconocido como un país independiente en el futuro próximo. Una meta que choca directamente con los intereses del Partido Comunista. Y si bien ambos países mantienen economías capitalistas y prósperas, en la política difieren: Pekín apuesta por una dictadura totalitaria, mientras que Taipei ha logrado consolidar 30 años de democracia plena. Allí, radica el principal miedo de los taiwaneses a una reunificación con China.
“Aceptar una eventual independencia de Taiwán es algo impensable para el gobierno y el partido comunista chino. El objetivo de situar a China en el centro del escenario global para el 2049 no se lograría sin el imperativo de reunificación nacional que implica incorporar a Taiwán”, asegura Chávez. La posición agresiva de Pekín ante Taipei no se puede explicar sin considerar la figura de Xi Jinping, presidente de China y secretario general del Partido Comunista Chino (PCCH) desde 2013. “Desde su primera gestión, Xi ha impulsado una política exterior más asertiva, bastante más ambiciosa que busca posicionar a China como líder global a través del incremento de sus capacidades tecnológicas, militares, científicas y económicas”.
En esta ambición de China por proyectar poder hacia el mundo, América Latina juega un rol importante. Chávez sostiene que Pekín emplea la “diplomacia económica” para lograr sus objetivos. Se trata de una estrategia que implica inversiones privadas, proyectos de infraestructura, iniciativas globales de seguridad y desarrollo, entre otras. “China también entiende que América Latina es una fuente importante de recursos naturales que necesita para su proceso de modernización”, añade.
A raíz de esta premisa, Pekín ha impulsado proyectos como el megapuerto de Chancay, ubicado al norte de Lima. A pesar de que se trata de una iniciativa privada, el internacionalista Francisco Belaunde considera que aún existe un temor sobre el uso que el gobierno chino podría darle a la obra. “Existe la preocupación de que China pueda eventualmente aprovechar esos puertos para la instalación de una base militar”, asegura.
Las consecuencias inmediatas de la guerra
Por otro lado, si la guerra de Ucrania ha ocasionado estragos globales como el alza en el precio del petróleo, una invasión china a Taiwán sería una “catástrofe económica” según Belaunde por una simple razón. La isla produce el 90% de los semiconductores a nivel global. Estos chips son vitales para la fabricación de televisores, licuadoras y todo tipo de aparatos. La guerra interrumpiría su producción y si el gobierno taiwanés decide destruir las fábricas para impedir que caigan en manos chinas, el desastre sería aún mayor.
Pero, ¿qué tan cerca estamos realmente de una guerra entre China y Taiwán? Chávez opina que para Pekín, en realidad, la invasión es inviable a corto plazo. El analista parte del hecho que durante el último Congreso del Partido Comunista Chino, Xi Jinping afirmó que ansía que el Ejército de Liberación Popular (EP) logre un estado de “modernización básica” para el 2027. “Lo que algunos analistas han entendido por esto es que China recién tendría la capacidad de llevar a cabo una incursión militar a Taiwán de forma exitosa para ese entonces”, sostiene Chávez.
Mientras que Belaunde opina que una victoria de China sería inevitable, siempre y cuando Estados Unidos no intervenga. “En ese caso, podría ganar al precio de destruir Taiwán. Se quedaría con un país totalmente demolido. Sería entonces una victoria pírrica que le daría una imagen infame similar a la de Rusia: un país capaz de destruir a otro con tal de conquistarlo”.
Y si China lograse someter a Taiwán, ¿cuáles serían las consecuencias para el Perú y el resto de América Latina? Jorge Chávez no se atreve a lanzar predicciones por una simple razón: no disponemos de todas las variables del contexto. “Habría que analizar en qué circunstancias se encontraría la economía china. Si se impusieron sanciones, si hubo restricciones, bloqueos navales o ataques a la infraestructura del sur de China”, especifica. Todo apunta a que los posibles escenarios y desenlaces son casi infinitos. Pero la incertidumbre y el miedo persisten.