Por Marcelo Olave
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¿Cómo sobrevive una ciudad dedicada al turismo, si se ha quedado sin turistas? Según la dirección de trabajo del Gobierno Regional del Cusco, el 30% de su población económicamente activa estaba directa o indirectamente dedicada a servir turistas, y todos ellos, más o menos 200.000 personas, han perdido los ingresos que solían tener.
Esbel, una experimentada guía de turismo, me cuenta que la pandemia le ha arrebatado el trabajo cosechado durante 20 años. Empezó joven, como secretaria, pasó a operadora y después a guía. Siendo guía fue escalando a punta de esfuerzo hasta convertirse en Tour Conductor trabajando a nivel nacional. Los años le permitieron hacerse conocida, tener clientes y emprender su propio negocio: «Yo era una empresaria pequeña pero que estaba creciendo». Libertad tours llegó el 2019 a emplear a 38 personas, entre transportistas, operadores, guías y demás, pero en el 2021 el personal de la empresa se redujo a una persona, Esbel.
A inicio del año pasado, cuando el Covid19 aún era un mito para la gente de este lado del mundo, al Cusco seguían llegando turistas, especialmente europeos; y Esbel había logrado el acuerdo de su vida: un contrato cuantioso con Gulliver, una importante agencia de viajes alemana que le iba a mandar turistas todo el año. Ese fue el resultado de sus 20 años de trayectoria, y el inicio de un crecimiento inevitablemente vertiginoso. Ya todos los paquetes estaban pagados, y el año previamente presupuestado. Pero el sueño se desvaneció rápido cuando el 15 de Marzo las fronteras nacionales se cerraron: primero pensé que iba a durar 15 días, pero luego pasó un mes, y luego otro. Y la agencia ya empezó a pedir que devolviera el dinero. Esbel, tuvo que devolver miles de miles de dólares a Alemania. Pasaron más meses y no solo perdió dinero, sino además despidió a sus empleados ante la inminente crisis.
Lo peor fue cerrar temporalmente la agencia, y ver la forma de sobrevivir. Decidió abrir una tienda de materiales de construcción y en menos de lo que dura un par de meses fracasó. Abrió un restaurante y fracaso rápido, también. La gente no entraba porque tenían miedo a contagiarse, compraban sus insumos y comían en su casa. Según un artículo de la USIL, en el Perú cerraron 100.000 restaurantes fruto de la pandemia, otros, los más grandes pudieron sostenerse por el programa de Reactiva Perú. Esbel no tuvo suerte con el programa, su agencia de turismo no accedió porque los requisitos exigidos eran imposibles de cumplir. Excluyeron, me dice ella, a más de 700 pequeñas o medianas empresas dedicadas al rubro.
Cuando Esbel se dio cuenta de que ni los materiales de construcción, ni la comida le devolverían las ganas de seguir trabajando, con una loable terquedad, sin crédito ni personal, volvió a abrir su empresa. Una sola mano y una sola cabeza eran suficientes para evitar que Libertad Tours desaparezca. Zapatero a sus zapatos, me dice.
Los que antes jalaban turistas extranjeros a sus locales, hoy intentan con ahínco jalar a turistas nacionales. Y no lo logran.
Antes al Cusco entraban más de 2 millones de extranjeros al año; las agencias y guías de turismo atendían a estos con muchísimo más empeño que a los nacionales. Y no solo pasaba en los tours, sino también en los restaurantes, en los bares pub, en las discotecas y en las tiendas de artesanía. Por eso Esbel me cuenta que el 95% de los guías han abandonado el rubro, y han regresado a sus localidades de origen para subsistir: Solo los machos nos hemos quedado. En realidad los que no tenemos complejos, porque a mí no me importa que ahora los turistas sean nacionales, igual los debo atender al mismo nivel que atendía a los extranjeros. Lo hago así y lo hago bien porque me gusta, es mi vocación y no me importa que me paguen 100 soles, es lo que hago.
El turismo nacional jamás había sido de tan vital importancia como ahora; de hecho, Esbel me cuenta que debido a la pandemia ha dado un giro de 360 grados. Antes los turistas nacionales solían llegar al Cusco y buscar su paquete, o simplemente improvisar. Ahora suelen comprar el paquete y organizar su experiencia en la ciudad con anticipación. Las empresas se han adaptado rápido a ese nuevo escenario, y han cambiado sus precios y rutas para satisfacer la demanda, especialmente de turistas que llegan de Puno, Juliaca y Arequipa. Aunque también suelen comprar paquetes turistas Colombianos, Estadounidenses y Venezolanos asentados en el Perú. Ellos son los que están sosteniendo por ahora el turismo.
De paso por la Plaza de Armas de la ciudad cosmopolita, antes transitada por variadas culturas, acentos y lenguas, noto que hoy, más bien, está habitada por vendedores de artesanías y jaladores de agencias que ya no distinguen entre locales y extranjeros, y ofrecen sus servicios a quien se le cruce por el camino. Uno ingresa a la plaza y lo abordan «¿tour amigo? ¿a dónde está buscando?, no muchas gracias«; avanza 20 metros y lo vuelven a abordar «Choche yo sí te llevo ah, ¿a dónde estás buscando?, no hermano no quiero un tour«. Si uno toma asiento en una banca, en fila india cada uno te ofrece su producto aunque al anterior ya le dijiste que no. Y así tras el paso de uno y de otro, conocí a José Libros. Un guía de turismo educado en la universidad de la vida, que tras muchos años trabajando logró escribir un libro: no recuerdo el nombre, pero me enseña el índice: 1. templo del sol, 2. templo de la luna, 3. Qorikancha, 4, 5, …19.
«¿De qué trata? Ahí dice, mira. ¿Quieres que te entreviste? Soy periodista, estoy haciendo un reportaje sobre el impacto de la pandemia en el turismo. Pucha, lo que yo te contaría, pero no tengo tiempo, cómprame el libro y lo conversamos luego. No puedo comprárselo, me resulta un poco caro. Me deja y sigue con la siguiente banca donde están un grupo de chicas, Amigas, he escrito un libro, el de la portada soy yo.
José Libros desaparece, pero si uno gira la cabeza lo encuentra en otra banca, ofreciendo su producción a otra gente.
Al igual que Esbel, converso con otro emprendedor, Willy. Willy es un empresario asociado que en 2018 decidió comenzar en una serie de negocios relacionados al turismo. Primero abrió un hotel, el Capaq1 en el que además también funcionaba un restaurante, el Qolla. Después, en 2019, tras una serie de buenos logros abrieron el Capaq2; y en 2020 antes de que el infierno llegara aquí, abrió el IncaWasi en la misma plaza de armas, donde también funciona el Willka, un café restaurante. El caso de Willy y sus socios es bien particular, porque aunque las cosas están muy mal y aún no han podido recuperar el monto de inversión, pasaron de tener 14 empleados a inicios del 2020, a tener 26 empleados en el 2021. Además hay otra particularidad que nos ha ocurrido: Hasta antes de la pandemia nosotros empleábamos sobre todo a recién egresados de institutos y universidades. Pero ahora la pandemia nos ha dado la oportunidad de contratar a personal 5 estrellas. La mayoría de ellos solían trabajar en hoteles importantes como el Marriot, el Hilton o el Monasterio, del candidato López Aliaga. Pero estos hoteles realizaron despidos masivos, sobre todo de sus trabajadores no nombrados: la mayoría. Y estos encontraron espacio en hoteles y restaurantes más pequeños como los de Willy. No ganan lo mismo, naturalmente, la mayoría de ellos pasó de ganar sueldos de s/3500 en promedio, a sueldos que rozan el básico otorgado por ley, y a veces menos: Porque ahora lamentablemente tenemos que trabajar dependiendo de la producción. Eso lo han entendido algunos, otros que no, han decidido retirarse.
La empresa de Willy al igual que la de Esbel no ha podido acceder al crédito del programa Reactiva Perú, los requisitos eran demasiado exigentes para medianas y pequeñas empresas como la de estos dos luchadores. Pero a diferencia de las empresas como el Marriot, el Hilton y el Monasterio que fueron privilegiadas por el programa y, sin embargo, llenaron las calles de personal altamente calificado; la empresa de Willy aumento su personal contra toda lógica empresarial. Es que francamente nosotros no estamos trabajando para lucrar, en nuestras espaldas estamos cargando 26 familias y son nuestra responsabilidad.
Hoy el Willka, como varios restaurantes de la zona, ha sacado las mesas afuera para atraer así a los consumidores. Por ahora luce vacío y quien se para en la puerta con optimismo es el recepcionista.
Hola ¿qué tal?, ¿puedo conversar contigo? ¿Sobre qué? Estoy haciendo un reportaje sobre el impacto de la pandemia. Suena desde afuera que alguien llama: ¡Clientes!, no me da bola. Sale disparado y los atiende. Mientras yo espero adentro, noto que el local es lindo, bien implementado y está claramente dirigido a otro público, no al que atiende ahora. Entonces veo que vuelve, pasa la orden: un par de tazas de café y me dice, acá a la vuelta vas a encontrar al administrador.
En realidad el Capaq1, el Qolla, el Capaq2, el IncaWasi y el Willka son hoteles y restaurantes pensados para un público extranjero, europeo. Y como los Europeos también están atrapados detrás de las fronteras, lo que queda es subsistir con el bolsillo, más humilde, del público local. Hemos tenido que adaptarnos, los precios se han reducido a un 25%, 30% de los precios originales. Willy recuerda la vez que por no pagar la deuda de la electricidad, el hotel se quedó sin luz. Los huéspedes, pocos que eran, hicieron el lío de la vida, y Willy y sus socios tuvieron que encontrar una solución rápida. Buscaron en sus chequeras: nada, en sus ahorros: nada, y en la alcancía: tampoco. Volaron al banco por un préstamo, pagaron sus deudas y al día siguiente otra vez se hizo la luz. Aunque en realidad más era un agujero negro, porque se convertía en una deuda más que pagar.
Así, los pocos pero valientes empresarios que quedan en el Cusco, resisten el impacto de una pandemia que los aleja cada vez más y más del sueño empresarial. Pero resisten porque en sus espaldas yace la responsabilidad de hacer patria. Con turistas o sin ellos, saldrán adelante y detrás los seguirán otros más.