La debacle de Ciudadanos ha llevado a Albert Rivera a renunciar al liderazgo del partido. ¿Qué llevó a la derrota del «golden boy» de la política española?
Escribe: Alessandra Morey
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Si en abril de este año, cuando se celebraron las elecciones pasadas en España, le decían a Albert Rivera que perdería 47 escaños, probablemente se hubiera reído. Sin duda, el ahora ex líder de Ciudadanos no está riéndose para nada. Había estado a nada de lograr uno de sus más preciados sueños: el sorpasso al Partido Popular. Siendo la tercera fuerza en el Parlamento, Rivera se daba el lujo de rechazar un pacto con Pedro Sánchez quien le ofreció una coalición ignorando los pedidos de “¡con Rivera no!” de su electorado. Hay quienes comentan, haciendo escarnio de la clara derrota del partido naranja, que ahora Albert daría todo por ser ofrecido aunque sea un Ministerio. Lo cierto es que desde hace semanas se intuía que Ciudadanos sufriría un declive en estas últimas elecciones, sin embargo, nadie podía predecir que la caída sería tan estrepitosa.
Pero, ¿qué fue lo que sucedió? Para entender la debacle de Ciudadanos tenemos que tener en la mira al partido ultraderechista Vox, quienes hoy toman el puesto de Ciudadanos como la tercera fuerza del Congreso. Según las cifras, aproximadamente el 17% de los votantes del partido que se proclamaba como centro liberal, han virado rápidamente hacia la extrema derecha. El motivo: luchar contra el independentismo catalán. Si hace seis meses, Rivera lideraba la ola nacionalista española y se posicionaba como anti independentista, es ahora Santiago Abascal la principal figura de este movimiento. El líder de Vox con su lema “¡A por ellos!”, representa una imagen mucho más dura y extrema sobre el conflicto separatista en Cataluña. Esto sumado a las imágenes de violentos enfrentamientos policiales con los más radicales y de contenedores ardiendo en las calles catalanas debido a la sentencia del Procés, han fortalecido a Abascal y hundido a Rivera.
La ambición de quien alguna vez fue nombrado por la prensa internacional como el “golden boy” de la política europea, también fue un motivo importante para su bajo resultado en el 10-N. Se negó hasta en tres oportunidades a la gran oportunidad de formar gobierno: en Madrid o Barcelona, en Andalucía con Susana Díaz y con el PSOE en la mismísima Moncloa. Prefirió convertirse en la gran fuerza opositora, pero ahora se puede ver que aquello no salió bien. También es cierto que un partido de centro con una base poco sólida como la de Ciudadanos y que respondía a la indignación de la clase media y no a una ideología política, estaba condenada a tambalearse en cualquier momento. Recoge ideas de derecha y de izquierda –últimamente se inclinaba más por la derecha– se caracteriza por su tibieza. Y esa tibieza es lo que menos necesitaba quienes fueran de centroderecha o de centroizquierda con la amenaza del independentismo y de la extrema derecha respectivamente.
Sin embargo, en un movimiento que parece el más inteligente de Albert Rivera en los últimos meses, ha decidido dar un paso al costado y dimitir como presidente de Ciudadanos. Este es un primer cambio importante que necesitará de otras estrategias políticas e ideológicas si es que no quieren seguir el mismo destino del ya bastante desaparecido UPyD.
“La vida es mucho más que la política”, dijo Albert Rivera en su discurso de dimisión. Si lo hubiera entendido antes, hoy sería otra la historia.