Es uno de los 10 participantes del taller Foco Interior, donde el fotoperiodista y fundador Paul Vallejos y el apoyo de 10 fotógrafos guías, enseñan otra forma de mirar y proyectar el exterior usando una cámara fotográfica.
Texto: Tatiana Valer
Fotografía: Jorge Chombo, Renzo Ramos y Paul Vallejos
Renzo se encontraba ‘taxeando’ cerca a Puente Nuevo en el año 2009, tuvo una discusión con otro conductor y un grupo de policías fue llamado a intervenir. Ingresó a camioneta de las autoridades sin saber el giro que daría su vida. Después de sufrir graves golpizas, cayó en coma durante ocho meses, las tomografías detectaron sangre coagulada en su cerebro y después de varias convulsiones finalmente reaccionó. Lo primero (y lo único) que escuchó fue la brisa del mar en el oído izquierdo, algo a lo que ya se acostumbró. Su recuperación fue lenta y difícil, pensó que no volvería a ver; sin embargo, el destino le demostraría que estaba equivocado.
Ocho años después Renzo se encontraba en la biblioteca de la Unión Nacional de Ciegos del Perú cuando le comentaron que estaban convocando alumnos para un nuevo taller de fotografía para invidentes llamado Foco Interior. La curiosidad pudo más y al poco tiempo Renzo fue entrevistado por Paul Vallejos, fundador del taller, quien lo seleccionó junto a 11 compañeros, al ver su nivel de decisión.
Paul le entregó una cámara cybershot pequeña que lo acompañaría en su nueva hazaña, y una vez que Renzo la aprendió a dominar con el tacto, esta se convertiría en una pieza indispensable a para él. “Me he dado cuenta de que cuando voy a un compromiso siempre estoy con mi cámara, la gente me pregunta incrédula ¿qué haces? y yo les respondo que sólo estoy tomando fotos”, menciona con simpatía mientras caminamos en medio del transitado Mercado 10 de San Juan de Lurigancho.
Cuando Renzo conoció a quien sería su fotógrafo guía “Talla” (de tallarín por la contextura delgada) inmediatamente conectó con él tanto emocionalmente como con sus objetivos detrás de la cámara, «Talla es muy importante porque es mis ojos, me indica a dónde ir o qué hay frente a mi”, confiesa mientras su compañero lo toma del brazo. Sin embargo, una de las preocupaciones de su fotógrafo guía es que Renzo se limite a imitarlo por la cercanía que tiene al dirigirlo, por eso el alumno es libre de negarse a tomar una foto cuando siente que la descripción no lo satisface o representa sus objetivos, pues sólo así podrá desarrollar su propio estilo.
Actualmente Renzo se encuentra documentando lo difícil que es transitar para un invidente en las calles de Lima, demostrando que es una ciudad más indiferente que inclusiva. “Renzo y yo coincidimos en que en San Juan de Lurigancho tiene muchas barreras y su infraestructura refleja que no hay conciencia para la inclusión, incluso nosotros mismos (no invidentes) muchas veces nos hemos visto obligados a caminar por las pistas porque la vereda sestá ocupado por desmontes y deshechos de construcciones.” señala Talla. “Renzo ha encontrado en la cámara una herramienta de protesta” agrega Paul.
Cuando Renzo camina, Talla le va indicando qué es lo que está alrededor suyo; pero Renzo nunca se detiene, por eso practica unas tomas dentro de su hogar, ya sea fotografiando a sus gatos, el interior de su casa y retratado a su familia. Así pues, el proyecto busca por un lado visibilizar las preocupaciones que tienen los invidentes, quienes han encontrado en la cámara fotográfica un medio de expresión pero por otro lado, también refleja el deseo de superación de las personas con discapacidad visual pues así como Renzo hay muchas historias más que contar en el taller de Foco Interior.
“Renzo ha encontrado en la cámara una herramienta de protesta”
El fotoperiodista desea darle voz a los alumnos de la escuela para que ellos puedan desarrollar algo que ellos mismos creyeron imposible en un principio y reafirma que él y los fotógrafos guías siempre estarán acompañándolos, todo es ad honorem pero con mucha disposición, cariño y voluntad. Finalmente reflexiona: “A nuestros alumnos les han cerrados las puertas para acceder a ciertos centros de educación o de trabajo, supuestamente porque no son para ellos, porque se pueden dedicar a otra cosa (como ser telefonistas), pero yo quiero que la gente vea que las oportunidades sí existen, no se las neguemos nosotros mismos. Uno pudo haber perdido la vista pero nunca la visión”.