Han pasado cinco años del accidente automovilístico que padeció Julio García. El ex jugador de Cienciano y campeón de la Copa Sudamericana 2003 sufrió una doble fractura en la cervical y en el dorsal que lo ha dejado postrado en una silla de ruedas hasta el día de hoy. El ‘Pincel’ está jugando el partido más difícil de su vida que es el de su pronta recuperación.
De un momento a otro todo se volvió negro y las siguientes imágenes empezaron a rodar en su cabeza.
-¡Que ya acabe, por favor! -dice rogando más que protestando Julio García que se encuentra en la boca del túnel que da al camerino. Él mira con mucha angustia como sus compañeros se defienden de los ataques de River Plate. El ‘Pincel’ ha sido expulsado por doble amarilla, en el minuto 85, dejando al equipo con 9 jugadores. Juan Carlos La Rosa es el otro expulsado.
-Vaya irresponsable que soy -se dice Julio. Las dos amonestaciones que recibió fueron en menos de un minuto. Cumplidos los 90 del tiempo reglamentario, el cuarto árbitro levanta el tablero electrónico indicando que se han dado 4 minutos de tiempo adicional. Son 4 minutos que se hacen eternos. El equipo capitaneado por el chileno Marcelo Salas no puede quebrantar la férrea defensa cusqueña.
El árbitro Gustavo Méndez se lleva el silbato a la boca dando por finalizado el partido. Los jugadores cusqueños arrodillándose y levantando los brazos dan como señal la victoria. Los suplentes corren hacia el campo para abrazar a sus compañeros. El terreno de juego es invadido por un centenar de fotógrafos que buscan la mejor postal para la portada del día siguiente. Algunos hinchas acérrimos al club cruzan, arriesgando su vida, el puente que separa la tribuna con el campo de juego para sumarse a las celebraciones con los futbolistas. El estadio de la UNSA de Arequipa es testigo del primer título internacional de un equipo peruano. Julio corre por todo el campo para abrazarse con su hermano y con su papá que fueron acompañarlo ese día.
En la vuelta olímpica Óscar Ibáñez, capitán del equipo, le ofrece el trofeo a Julio. El ‘Pincel’ tiene entre sus manos la copa que con mucha dedicación y esfuerzo les costó conseguir. Le da un beso. Son segundos que se hacen eternos. Levanta los brazos con la copa en las manos ofreciéndosela al público gritando: ¡Sí se pudo, carajo! Las ráfagas rojas del estadio se confunden con la circulina de la ambulancia. Julio ya no se encuentra en el estadio de la UNSA, sino atrapado dentro de un vehículo que se encuentra llantas para arriba.
Del triunfo a la caída
Es la madrugada del 1 de febrero del 2013. Un golpe seco ha despertado a los vecinos de las calles Sánchez Carrión y de la avenida Wiese en Piura. Los curiosos se acercan temerosos a lo que queda del auto que está llantas arriba y con la carrocería destrozada. El olor a gasolina se impregna en el ambiente causando malestar entre los curiosos que con asombro miran los fierros retorcidos e imaginan que los ocupantes están muertos. Se comunica a las autoridades que el auto marca Audi plomo de placa BOT – 519 colisionó contra un muro de contención.
El murmullo de los piuranos se pierde ante el ruido de las sirenas de los bomberos que acuden al auxilio. El destino es generoso en algunas ocasiones al brindar una segunda oportunidad. Los bomberos se percatan que hay 2 personas adentro y que aún están con vida. Para sorpresa de los rescatistas uno de los accidentados es el ex futbolista, Julio García.
Él lleva la peor parte porque se encuentra inconsciente y con la sangre que le resbala por todo el rostro. El cinturón de seguridad es el gran responsable de que Julio siga con vida. El fuerte impacto pudo haber hecho de que Julio García saliera volando por los aires y se golpee la cabeza provocándole la muerte segura. Su acompañante, Roberto Rivera Ramos sale trasladado en una camilla en estado consciente hacia la ambulancia. Solo tuvo contusiones.
-Me fracturé la cervical y en el dorsal tuve una fractura doble. El pulmón se me llenó de agua. Estuve con traqueotomía y respiraba por la garganta. Ni ellos explican cómo salí vivo -comenta Julio 5 años después de ocurrido el accidente en su casa de Monterrico.
-Julio tomó entre 5 a 6 cervezas chicas. Es imposible que salgas borracho en tres horas. Cuando salimos de Faborit (discoteca a la que acudieron) Julio estaba eufórico. No era él. Si le pusieron algo al trago es difícil de pensarlo -comenta el acompañante de Julio en la fatídica noche, su amigo de la infancia, Roberto Rivera Ramos.
Julio debe movilizarse de lunes a viernes a la Clínica Chacarilla ubicada en el distrito de San Borja. Entonces aparece la figura de su enfermero personal, Yovel. Tiene 21 años. Hace un año y siete meses tuvo que dejar Cutervo, su tierra natal, para buscar oportunidades laborales después de haber terminado su carrera como técnico en enfermería. Su primer trabajo cuando llegó a la capital fue atender al ex futbolista. Yovel es el encargado de llevarlo hasta la clínica y de apoyarlo cada vez que Julio necesite ayuda.
Un retiro prematuro
Su doctor de cabecera es Óscar Flores que lo viene acompañando desde hace 4 años.
-Cuando comenzamos su rehabilitación queríamos lograr cosas básicas como el que levantara los brazos y ya lo hizo. Antes se sentaba y se iba para un costado, porque no tenía el control de su tronco. Ahora hasta lo hace solo. Hace los ejercicios acá y también en su casa -comenta el doctor Flores muy orgulloso de su paciente.
Han pasado 5 años del accidente que sufrió Julio García. Todos los días pelea consigo mismo en su rehabilitación y quiere demostrar a los médicos que están equivocados con el diagnóstico que le han dado: no va a volver a caminar. Su mayor motivación en estos momentos son sus pequeños hijos, Claudia (6) y Gabriel (5) y su esposa Claudia. Además, Julio ha recibido el apoyo incondicional de sus ex compañeros de Cienciano.
-La fortaleza que tiene Julio es incomparable. Su fuerte carácter siempre lo mostraba cuando jugaba y ahora lo demuestra después del accidente. Otra persona ya estaría muerta -asegura su ex compañero Rodrigo Saraz.
Julio ‘El pincel’ García regresó al Perú en el año 2009 luego de pasear su fútbol por Chipre. Durante los próximos 3 años Julio no sería solo un jugador sino que tomaría papel protagónico como dirigente, debido a la falta de apoyo de los directivos del club. Sus constantes peleas con los dirigentes por el pago de haberes y las discusiones que tenía a diario con sus entrenadores de turno terminaron con la paciencia del jugador llevándolo a tomar la drástica decisión del retiro. Pero el amor y el agradecimiento de Julio hacia la hinchada imperial lo llevaron a que no juegue por otro equipo. Julio se retiró a la edad de 31 años.
-Perdí las ganas de volver a entrenar y cumplí mi promesa. Si llegaba el día en que ya no tenía las ganas de jugar optaría por retirarme. ¿Irme a otro equipo? Esa opción no era para mí. No podía enfrentarme a Cienciano. Mis logros están en esta institución -sentencia Julio.
En los años posteriores, el equipo cusqueño sentiría la ausencia del ‘Pincel’. En el año 2015, Cienciano del Cusco descendió a la segunda división.
El nuevo partido de Julio
Julio ha cambiado los entrenamientos en las canchas de fútbol por las terapias en la clínica. De lunes a viernes entrena desde las 10 de la mañana hasta el mediodía. Como en su época de jugador la rutina de entrenamiento es similar. Su vida deportiva no ha cambiado mucho.
-Entrenar en la terapia me motiva. Es lento, pero cada 2 o 3 meses hay una mejora y eso me motiva. Puedo moverme un poco más, sentir un poco más. Hay avances y lo asumo -recalca Julio.
-Julio es un ejemplo de lucha. Tú hablas con él y te dice que está mejor. A veces nos quejamos por cosas mínimas. Lo veo a Julio y siempre dice cosas positivas. Siempre busca soluciones -comenta otro de sus compañeros en Cienciano, Miguel Llanos.
Julio se encuentra en una camilla del tercer piso de la clínica. El doctor le pide que se levante el polo hasta la mitad del pecho y que el short se lo baje hasta la parte de su bajo vientre. El doctor Flores comienza aplicarle una crema en el abdomen y en sus débiles muslos que pelean cada día para recuperar movilidad. Después le pone cuatro parches en el estómago y cuatro en los muslos. Los parches están conectados a una máquina llamado aparato de fisioterapia. Durante los próximos 25 minutos, Julio recibirá electroterapia y espera con entusiasmo que la electricidad pueda despertar a sus atolondrados músculos, que están dormidos desde hace 5 años.
-Esta es mi rutina de todos los días. Sé que voy a salir de esta –sentencia Julio.
Después de la electroterapia, Julio va a comenzar a realizar trabajos de abdomen, dorsales y piernas con la ayuda de su doctor.
-Vamos a realizar trabajos de aducción -indica el doctor Flores.
Julio ya sabe en que posición ponerse. El doctor le ayuda a estirar la pierna derecha, después le acomoda la pierna izquierda en ángulo de 90 grados.
-Empuja tu pierna izquierda hacia el costado izquierdo. Ni bien sientas el peso aguantas la caída. Sensibilidad –le dice el doctor. Este trabajo ayuda a Julio a que pueda tener sensibilidad en sus piernas.
El doctor Flores mira a Julio y le da la indicación para que empiece el ejercicio. Julio intenta mover su pierna izquierda hacia el lado izquierdo. En un primer intento no puede mover su pierna. Después del accidente el ‘Pincel’ perdió por completo la movilidad quedando postrado en una cama. Respira hondo, cierra los ojos e inhala. En ese momento contrae todos los músculos de la cara, cierra los puños y mueve la pierna hacia el lado que le indicó el doctor. Además aguanta el peso en la caída.
-¡Bien Julio! –el doctor se alegra del gran avance de su paciente.
Con el brazo vuelve a colocar la pierna izquierda de Julio en la posición inicial.
-Otra vez -le indica Flores.
Julio vuelve a inhalar y repite el ejercicio. Empuja su pierna izquierda hacia su lado izquierdo. El doctor con su brazo intenta ponerle freno a la caída de la pierna, pero Julio sigue empujando.
-¡Bien Julio! –se escucha nuevamente.
Después de terminar las diez repeticiones tienen que realizar otro tipo de trabajos que dejan muy agotado al ex futbolista. Pero él no agacha la cabeza. Es consciente que su recuperación es lento y seguirá luchando hasta encontrar su mejoría. Si dejara de recibir los ejercicios y la rehabilitación sería perjudicial para su salud. Las articulaciones de sus huesos corren el riesgo de que se formen callos y ello evitaría que Julio García pueda cumplir su meta de volver a caminar.
El fútbol, la vida y la literatura
En los años que ha estado en el proceso de su recuperación, Julio pudo descubrir otra de sus pasiones: la literatura. En el año 2015 publicó su primer libro, ‘¡Sí se pudo!’ donde cuenta anécdotas del equipo cusqueño durante la Copa Sudamericana 2003 que marcaron su vida y la de sus compañeros para siempre. Este año publicó su segundo libro ‘Los Churres del Flamengo’ y está animándose para escribir un tercer libro. En este segundo libro, Julio se cuestiona sobre su futuro. No sabe si convertirse en entrenador o en dirigente.
-Para ser entrenador hay que estar en la cancha. Hay que correr y meterse a la cancha y eso me va a demorar un tiempo más. La parte dirigencial es el camino más cercano. Por ahora, Me estoy preparando.
-Si tú pudieras retroceder el tiempo, el Julio García de ahora qué le diría al Julio García del pasado.
-No me quiero poner en esa situación. La vida es una sola. Los hechos acontecen y los accidentes ocurren. El tema no es retroceder en el tiempo sino sacarle una lección a lo que te va ocurriendo. No es el motivo sino el para qué ocurrieron esas cosas. A seguir dándole con la recuperación. Cada vez mejoro más, pero se hace lento y tedioso.
-¿No te frustras?
-Hay momentos -lo dice titubeando-Son pocos los momentos. No es que me frustre, pero si me genera impaciencia, porque ya me siento mejor y eso no se traduce como yo quisiera. Para mí, yo ya siento todo el cuerpo y como que me digo, ya pues, quiero caminar. Pero de pronto veo que no puedo estar estable con el tronco.
Al final, Julio concluye diciendo: “Una de la metas que me he puesto a raíz del accidente es bailar con mi hija y de enseñarle a jugar fútbol a mi hijo. Pero en estos días solo trato de disfrutar el día muchísimo con mis hijos”.