Foto: César Valdivia
Un sacerdote de una parroquia ubicada en la zona más pobre de la ciudad intenta evangelizar gracias a la tecnología en tiempos de pandemia.
Escribe: Luis Ángel Amaya
El aislamiento social generado por el nuevo coronavirus ha obligado a la religión al uso intensivo de la tecnología para la transmisión de sus celebraciones litúrgicas y el desarrollo de sus reuniones pastorales. Sin embargo, la realidad socioeconómica de algunos feligreses les imposibilita mantener su fe a distancia.
La localidad de Manchay, ubicada en el distrito de Pachacamac, alberga a la comunidad parroquial más numerosa de la capital. Con casi 150 mil personas, la parroquia ‘El Espíritu Santo’ sufre la poca asistencia de sus fieles a las misas virtuales, ya que muchas familias no poseen un smartphone para visualizar las celebraciones eucarísticas.
El padre César Valdivia, párroco de dicha iglesia, aseguró que es una problemática que avizoraban desde el inicio de la cuarentena. “Hay algunos fieles que tienen sus celulares. Es más, conozco personas de otras parroquias donde estuve como sacerdote que han donado celulares usados. Sin embargo, hay un gran porcentaje que no poseen. Aquellos que tienen acceso a internet les pido que entren a sus redes sociales para recibir la palabra de Dios en este tiempo difícil”, afirmó el cura.
Pese a las vicisitudes de su comunidad parroquial, Valdivia Romero mantiene la fe recta en este tiempo de prueba. Sabiendo que la mayoría de sus fieles no puede acceder a las misas virtuales, el presbítero ha realizado una campaña de donación de víveres con la finalidad de mantener la cercanía con ellos durante el aislamiento social. Asimismo, los invitó a vivir la Santa Eucaristía a través de los medios tradicionales como la televisión y la radio. La idea, según el padre, es que no pierdan el rumbo a sus vidas espirituales.
“La comunidad está dividida por sectores. Cuando un sector necesita ayuda voy a verificar lo que sucede y ayudo con lo necesario. Por ejemplo, un sector nos pidió bolsas de víveres para entregar a la gente necesitada. Actualmente, como parroquia, hemos entregado bolsas de víveres a 30 mil familias. Es una labor sacrificada, pero que nos hace feliz”, puntualizó el sacerdote.
Cabe destacar que la entrega de víveres no es la única obra que realiza la parroquia. Hace dos semanas instalaron una olla común para alimentar a 500 personas diarias. El pueblo de Manchay no tendrá internet para ver las misas virtuales, pero tiene una gran disposición para mantener la fe en un contexto crudo y, además, tienen a un fiel servidor que los ayuda incondicionalmente a salir adelante.