El primero de julio, el volante de la selección compartió unos momentos con un grupo de sus seguidores. El encuentro tuvo como objetivo agradecerles por el apoyo brindado a su persona y al equipo nacional
Redacción y fotos: Ricardo Guerra
La mañana del primero de julio del 2018 quedará grabada en la memoria de un privilegiado grupo de hinchas de la selección peruana. Días antes, el mundialista Renato Tapia había realizado un sorteo entre sus redes sociales para que diez personas, cada una con un respectivo acompañante, compartieran con él un desayuno. El lugar elegido para el encuentro fue un salón del segundo piso del hotel de cinco estrellas “Casa Andina”.
La cita se pactó para las ocho y media de la mañana. Sin embargo, los afortunados seguidores del futbolista llegaron desde varios minutos antes. Incluso, faltando veinte para el horario pactado, ya había un par de personas en el edificio ubicado en el distrito de Miraflores. Reunidos en la recepción, esperaron el tan ansiado llamado para pasar al salón donde iban a conocer al futbolista de 22 años, quien llegaría a las nueve de la mañana.
Ya en el salón, la espera empezó a desesperar y los segundos parecían no transcurrir. Estando ubicados en la mesa, donde se distribuyeron veinte tazas de café se escuchó decir por allí: “Renato es muy puntual, chicos. Tranquilos”, pero nada calmaba la ansiedad. Las miradas se turnaban para vigilar la entrada de la sala, por la cual pasaría el jugador, y en paralelo, el reloj marcaba las ocho y cincuenta y cinco de la mañana. Faltaba poco.
Así, pasado seis minutos de las nueve de la mañana, el futbolista que estuvo hasta hace unos días a más de 14.200 kilómetros de distancia hizo su entrada. Empezó saludando a quienes atendieron en el lugar y terminó por sus citas de esa ocasión. Fuertes apretones de manos, besos en las mejillas e infinitos agradecimientos por formar parte del equipo que regresó a Perú a un Mundial luego de 36 años, aparecieron alrededor de la mesa.
Minutos después, estando Renato sentado en la mesa con sus invitados, el nerviosismo empezó a ganar terreno: nadie sabía qué decir, ni cómo empezar la conversación. “¿Y cómo están, chicos?”, dijo el futbolista para romper el hielo. Y lo consiguió. De pronto, una especie de entrevista múltiple se creó. Era un panorama similar al de veinte periodistas con un solo entrevistado. Las preguntas salían de distintas bocas y él respondía a todas.
-¿Cómo es Rusia allá?
-Frío. En verdad, no sé mucho. No podíamos salir (Risas)
-¿Y a qué liga te vas: Premier League o Liga Española?
-(Risas) Aún yo tengo contrato con el Feyenoord
-¿Barcelona o Real Madrid?
-(Risas) Prefiero no meterme en problemas
-¿Cómo la pasó Christian Cueva tras el penal?
-No recuerdo ese día. Me desperté a las cinco de la mañana del día siguiente y me mandaron a seguir descansado.
-Pero, ¿Viste el penal?
-No. No quiero verlo, tampoco.
-¿Cueva seguirá pateando penales?
-Claro. ¿Por qué, no? Puede pasarle a cualquiera.
-Y ahora, ¿A qué equipo del Mundial le vas?
-Ninguno. No quiero ver el Mundial.
De pronto, una de las personas que estaba a cargo del evento sugirió a los invitados que pasaran a servirse la comida para continuar la conversación con el mundialista. Una mesa ubicada en una de las esquinas de la sala tenía los alimentos para desayunar. Parecía que las semanas que Renato pasó en tierras rusas hicieron que extrañara la comida peruana. Entre las opciones había chicharrón –junto con su salsa criolla-, lomo saltado, tamales, camotes fritos, panes dulces y, lamentablemente, franceses, tajadas de queque marmoleado y huevos con hot-dog revueltos. De bebidas: café, jugo surtido y de piña. Así, servidos todos los platos, la ronda de preguntas para conocer un poco más sobre Renato se reanudó.
-¿Cuáles fueron los jugadores más difíciles que enfrentaste en el Mundial?
-Paul Pogba, pero más N’Golo Kanté. Ese tiene un montón de físico y se mueve por todos los lados de la cancha.
-¿Cómo es Carrillo?
-Espeso. Bien espeso.
-¿Es verdad que Ramos es el de la música?
-Claro. “DJ Ramos”.
-¿A Cueva le gusta la “chicha”?
-Un montón. Si es un cholazo (Risas).
-¿Viste el meme del niño parecido a Edison Flores?
-Claro. Yo le dije: ‘Oe ‘Orejas’, ¿seguro que no es tuyo? Si no para ser el padrino (Risas).
-¿Quién es el atacante más bravo que has enfrentado?
-[Lionel] Messi. Puedes estarlo marcando, pero si te distraes un segundo, él ya está corriendo a 100 k/h.
-¿Has jugado contra Cristiano Ronaldo?
-Aún no.
-Sin contar tus goles, ¿Cuál fue el que más gritas con la selección?
-El de Jefferson [Farfán] contra Nueva Zelanda.
-¿Después de tu gol con Ecuador pudiste dormir?
-Yo suelo irme a dormir después de los partidos producto del cansancio. Pero esa noche fue distinta.
-¿Cómo sintieron a la hinchada allá en Rusia?
-¡Uuuuf! ¡Tremenda! Del primer partido no me acuerdo. Pero, por ejemplo, contra Australia, en el momento que Paolo hace el segundo gol, yo esperaba que el estadio estalle de gritos, pero no fue así. Vi a las tribunas y la gente estaba llorando. Ahí, me dije que si cambiaban los gritos por las lágrimas estaba bien (Risas)
-¿Con qué partido crees pasamos al Mundial?
-Con el que le ganamos a Ecuador. Sabíamos que era difícil ganarle a Argentina jugando en Buenos Aires y por eso era importante ganar en Quito.
-¿Cómo viviste ese partido?
-¡Ufff! Cuando el “Orejas” [Flores] mete el primer gol gritamos demasiado y entre nosotros mismos dijimos ‘Ya, ya, tranquilos, tranquilos’. Pero cuando Paolo [Hurtado] mete el segundo gol nos volvimos locos. Fuimos corriendo hasta la tribuna y la gente estaba gritando a todo pulmón. Unos se querían tirar desde la tribuna y nos lanzaban sus gorros y camisetas. Nos demoramos como tres minutos y por eso le sacaron la tarjeta a Hurtado. (Risas)
Y así, entre vivencia y vivencia de Renato en la selección nacional, el tiempo se acortó y la ronda de preguntas tuvo que terminar. Era hora de la firma de autógrafos y de las sesiones de fotos, la cual comprendía la última parte del evento. Todos, absolutamente, todos en la sala lograron retratarse en una instantánea al lado del jugador del Feyenoord de Holanda. Y el futbolista, por lo menos, firmó cien souvenirs, entre camisetas, álbumes Panini’s, polos con diseños especiales, pósteres y demás.
La hora de despedida llegó y los hinchas de la selección nacional, y también seguidores del jugador, pasaron a despedirse, uno por uno, dejándole mensajes de agradecimiento. Seguido de ello, y a una sola voz, se entonó -a modo de retribución- las líneas de una conocida canción, que fueron dedicadas esta vez para Renato Tapia, el futbolista Mundial.
Cómo no te voy a querer
Cómo no te voy a querer
Si eres mi Perú querido
El país bendito
Que me vio nacer
►Revisa en la siguiente galería algunas instantáneas de lo que fue el desayuno de Renato Tapia con sus seguidores.
[slideshowck id=14806]