Alejandro Toledo Manrique, expresidente del Perú, se entregó a las autoridades estadounidenses para ser extraditado a la nación peruana por el caso Odebrecht. La investigación que tiene en su contra es porque la Fiscalía de la Nación averiguó que Toledo aceptó sobornos de 35 millones de dólares a la empresa brasileña.
El proceso de extradición duró seis años. Fue en el 2017 cuando el Poder Judicial ordenó 18 meses de prisión preventiva en contra del exjefe de Estado. Los delitos por lo que se le acusa son por el tráfico de influencias y lavado de activos. Por el momento, Toledo está en investigación por haber recibido coimas a la constructora Odebrecht por concesionarles la Ruta Interoceánica Sur que conecta Perú con Brasil.
La Fiscalía ha solicitado 20 años de prisión por la concesión de los tramos 2 y 3, 35 años por la carretera 4, y 16 años por el supuesto lavado de activos en el caso Ecoteva. El último caso aún no se le imputa judicialmente, pero no se descarta que tenga un vínculo con el caso Odebrecht, pues sucedió cuando Toledo era presidente del Perú en el 2006.
De tantas veces negar las acusaciones en su contra y repetir numerosamente que era un inocente, el 23 de abril, el exjefe político llegó al Perú con las manos enmarrocadas en un avión comercial, acompañado de alguaciles estadounidenses. Dentro del Aeropuerto Jorge Chávez lo esperaban Jorge Luis Angulo y Patricia Benavidez, Comandante General de la Policía y Fiscal General del país respectivamente, para llevar el proceso legalmente a la justicia.
Ahora, Alejandro Toledo se encuentra bajo prisión preventiva en Barbadillo. Justamente los expresidentes del Perú, Alberto Fujimori y Pedro Castillo están en la misma cárcel, pero en distintas áreas. Toledo antes de entregarse a la justicia, hizo unas declaraciones en un video compartido por la Agencia EFE, en donde pide que no le dejen morir, “yo no me corro de la justicia, pero le pido por favor que no me maten en la cárcel”.
Redacción: Brayan Jara