Hace cincuenta y tres años el escritor peruano José María Arguedas, uno de los exponentes principales del movimiento indigenista, se suicidaría en una de las aulas de la Universidad Agraria. Antes de la fatídica decisión le escribió a su esposa, al rector y a sus alumnos.
Escribe: Antony Narvaez
Hace casi cincuenta y tres años un José María Arguedas agonizaba en el piso 13 – B del hospital Rebagliati tras dispararse un 28 de noviembre en la Universidad Agraria, donde dictaba clases. Aquellos días de agonía, los doctores no encontraron la forma de salvarle la vida. Arguedas había renunciado a vivir.
El escritor de Los ríos profundos, Agua, Yawar Fiesta y El zorro de arriba y el zorro de abajo, antes de fallecer dejó una carta a su exesposa Sybila Arredondo y al rector de la Universidad Agraria y a los alumnos. Su argumento: “ya no tengo energía para seguir trabajando, es decir para justificar la vida”.
Sin embargo, mucho antes de su muerte cuando apenas era un joven aspirante a escritor, los sucesos de su vida lo llenarían de unas penas profundas, que posteriormente servirían para que las plasme en sus libros. Libros que le valieron premios como el premio Inca Garcilaso De la Vega y el premio Nacional de Fomento a la Cultura. Pero, sobre todo, libros que lo ayudarían a quitarle un poquito de dolor al alma.
El legado literario que deja José María Arguedas.
Arguedas, según la Universidad de Ciencias y Humanidades, logró mezclar en sus obras antropología y literatura para ejemplificar la realidad peruana sobre todo del siglo XX. José María también fue uno de los grandes autores de la corriente indigenista peruana, y sus obras reivindicaron los movimientos y las corrientes indigenistas. Sobre todo, visibilizó el mundo andino y supo explicar y mostrar la realidad peruana.
Arguedas deja un mundo literario para ser estudiado y analizado desde una perspectiva antropológica, literaria y sociológica. Su tristeza y su reconocimiento al mundo andino, lograron ser dos factores para que hoy, un poco más de cincuenta años de su muerte, sea reconocido como uno de los grandes escritores peruanos y de América Latina.
Los aportes que dejó no solo fueron en el campo de la literatura. Sino también, en la poesía, en el ensayo, en la antropología y en la etnología.
El antropólogo narraba a través de su literatura el mundo que rodeaba al indígena. Es decir, al gamonal, al sacerdote, a otros indígenas, al señor feudal, etc. Narraba el mundo que los rodeaba para explicar los conflictos que poseían y los comportamientos del mundo andino. Era un antropólogo enamorado de la literatura.
Además, pudo narrar y dar a conocer las varias facetas del mundo andino como su lenguaje, su arte, su música, sus costumbres y sus formas de vida. La explicación es simple: desde muy joven su madrastra lo acostumbró a convivir con los indios que trabajaban en la hacienda de su padre.
“Yo no soy un indio aculturado”.
Era un indio entre los blancos y un blanco entre los indios. Así se sentía José María Arguedas. Este conflicto consigo mismo nunca fue un dato escondido. El mismo escritor lo contaba en varias conferencias que tuvo. Pero siempre se sintió más andino que blanco, pero también era un hombre triste y cansado.
Según la Universidad de Ciencias y Humanidades, durante su estadía en Sicuani, Cuzco, realizó un proyecto pedagógico para enseñar español usando el quechua, lengua que dominaba la ciudadanía de Sicuani y también Arguedas. Este hecho refleja el amor que le tenía a la lengua castellana y al quechua. De hecho, en el discurso al aceptar el premio Garcilaso De la Vega el mismo escritor manifestó:
«Yo no soy un indio aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua».
La narrativa y el legado literario y académico que dejó José María Arguedas sigue vigente y sigue siendo objeto de estudio hasta el día de hoy. Aún es referente para la literatura indigenista y para el entendimiento del Perú en general. En palabras de Enrique Cortés, profesor de la Universidad de Portland: “Es imposible trazar una historia de la etnología en el Perú sin referirnos al aporte de Arguedas”.
No hay duda que la literatura del ya difunto antropólogo peruano seguirá estando vigente hasta que el Perú deje de llamarse Perú. A casi cincuenta y tres años de su muerte, aun recordamos a ese hombre triste que renunció a la vida pero que se fue dejando un mundo nuevo en las letras.