La sorprendente historia de Michelle More, una joven trujillana que apostó por estudiar programación para insertarse en el mundo laboral.
Laboratoria es un emprendimiento social que busca la inserción laboral de mujeres latinoamericanas dentro del sector de tecnología. Michelle, es una de sus egresadas y hoy trabaja dentro de este campo como desarrolladora web.
Por: Leyla López y Valeria Reyes
Muchos peruanos conocieron Laboratoria por primera vez cuando vieron a nuestra compatriota Mariana Costa, cofundadora y CEO de la compañía, sentada junto a Mark Zuckerberg y Barack Obama en la Cumbre Global de Emprendedores de 2016. El hecho de que estos líderes mundiales apoyaran su proyecto, le brindó un reconocimiento internacional que llamo la atención de muchos peruanos. Sin embargo, el trabajo de esta organización va más allá de exposiciones como estas. El resultado verdadero se ve en sus egresadas. Una de ellas es Michelle More.
EL PRIMER ENCUENTRO
Con solo 21 años, la trujillana que se graduó en la promoción 2017-01 de Laboratoria lleva tres meses trabajando como Desarrolladora Web en la empresa Promart. Previamente, ella tuvo la oportunidad de realizar una pasantía en Grecia con la empresa BEAT, gracias a uno de los eventos planteados por la compañía. Fue un camino bastante vertiginoso y comprometido para llegar hasta donde se encuentra hoy, y todo comenzó gracias a su madre, quien le comentó acerca de lo que había oído sobre Laboratoria en la radio. Michelle revisó de que se trataba aquel programa y se decidió a postular.
Laboratoria empezó en 2014 con tan solo 16 alumnas. En la última promoción, solo en Lima, fueron seleccionadas 140 mujeres de entre 4,000 postulantes. Este proceso puede ser bastante arduo. Las chicas que deseen ingresar deben de superar varios niveles de evaluación: pruebas escritas, entrevistas, simulación de clases y más. La convocatoria es masiva y a nivel nacional, dirigida a todas las mujeres que no hayan podido acceder a un trabajo de calidad, uno que no les haya permitido obtener una mejora sustancial en sus vidas. “El filtro es bastante riguroso y, también, no es que las 140 chicas lleguen a terminar,” explica Laura Rojas la Job Placement Manager de la sede en Lima. “Ahora están terminando 80 alumnas porque el bootcamp es bastante exigente”. El bootcamp es como se denomina a este periodo de aprendizaje en programación que reciben las estudiantes en Laboratoria.
Para Michelle el proceso fue largo y riguroso. Ella postuló en diciembre de 2016. “Creo que más de mil chicas se quisieron inscribir por la web, luego 900 aplicaron al curso, al examen; y luego quedamos 200 para las clases presenciales de prueba,” recuerda Michelle. “No sabía si iba a quedar o no, pero decidí intentarlo. Pero me pareció bastante riguroso pasar, al final, de 200 a 80 personas. Es bastante la diferencia”. Cuando se publicó la lista de ingresados, Michelle no se halló. Esto se debió a que se la había colocado por su segundo nombre: Ingrid. Las buenas noticias llegaron junto con la Navidad, cuando recibió una llamada especial: ¡Feliz Navidad, ingresaste! Era una nueva aventura para ella.
LA EXPERIENCIA LABORATORIA
Michelle se trasladó a Lima con su padre. Empezó sus clases el 29 de enero. Para llegar a las oficinas de Laboratoria, en su antiguo espacio en Miraflores, se levantaba a las 7am y tomaba tres micros. Si llegaba muy tarde encontraba los ascensores llenos y subía a pie por las escaleras hasta el onceavo piso. “Medían bastante tu puntualidad”, asegura la egresada. “Era parte del desempeño que tú tendrías en tu futuro puesto laboral. Quería tener todo impecable”.
El programa posee actualmente una duración de 6 meses y estaba conformado por todo tipo de mujeres, cada una de ellas con sus propias vivencias y motivaciones. Bajo un horario estricto de 9 a.m. a 6 p.m. las alumnas recibían clases, en su mayoría prácticas. Trabajaban a partir de grupos de 5 chicas que iban rotando constantemente. Además, eran evaluadas reiteradas veces con ejercicios lógicos y matemáticos que debían de resolver por medio de la programación. Asimismo, contaban con exámenes y proyectos que debían de realizar por su cuenta. Las estudiantes que no contaran con su propia laptop para llevar a cabo sus ejercicios fuera del aula, recibían una prestada por la organización. Para su suerte, Michelle contaba con una propia en casa.
Hay dos rutas dentro de este bootcamp, las alumnas pueden escoger entre convertirse en: programadoras (former developers) y diseñadoras de experiencia de usuario (You X). Además, contaban con un taller adicional que les permitía desarrollar sus habilidades sociales y se conocían más entre ellas. En él, compartían sus vivencias y hablaban sobre el feminismo, la actualidad de las oportunidades para mujeres y más temas. Con el fin del programa llega el momento de que estas jóvenes encuentren empleo.
La Hackaton es un evento de la organización que les permite interactuar con empresas interesadas en el talento de las alumnas. Durante 36 horas, las chicas son asignadas a una compañía con la cual deben de trabajar de la mano para crear un producto relacionado a la programación en un caso supuesto. Michelle participó de dos de estos eventos; en la primera trabajó con cuatro personas más para Intercorp, específicamente con Intelligon. En aquella ocasión, realizó junto a su equipo un perfilador de clientes, quedando en tercer lugar. La segunda vez trabajó para BEAT donde desarrolló, con dos compañeras más, una interfaz para registrar los viajes hechos por los usuarios. Paralelamente, le realizaron una entrevista que le permitió ganar un intership a Grecia con ellos. “Era increíble para mí”, recuerda Michelle. “Fue la primera vez que viajaba tan lejos del Perú (…) Practiqué mi inglés, aprendí a usar la tecnología React y fue interesante ver cómo eran los desarrolladores allá, fui conociendo mis modelos a seguir”.
Al volver de sus prácticas, se contactó con Laboratoria para que la ayudaran a insertarse en el mercado local. Laura Rojas es la encargada de este proceso. Ella se encargó de ayudar a Michelle a encontrar un empleo a su vuelta de Grecia.
UNA PROMETEDORA VIDA LABORAL
Michelle trabaja actualmente en el laboratorio de Promart. A pesar que son un equipo pequeño, considera tiene un bonito ambiente de trabajo. Este año, con varios proyectos por delante, ella se muestra atenta y preparada ante cualquier situación que pueda presentarse.
Hoy en día, Laboratoria cuenta con sedes en la Ciudad de México, Santiago de Chile y Lima; además, de tener nuevos centros de entrenamiento en Guadalajara y Sao Paulo. Con más de 580 egresadas y más del 80% en colocación laboral, la satisfacción promedio de las más de 200 empresas empleadoras es de 4.5/5. Al igual que Michelle, muchas chicas han podido acceder a este programa que, les ha generado una mejora profesional y laboral. Así, Laboratoria espera que para la siguiente década (2020-2021) ya hayan logrado insertar a 10,000 desarrolladoras dentro del sector. Mujeres como Michelle, forman parte de esta iniciativa que busca contar con más mujeres dentro de la industria de desarrollo tecnológico.