Miguel Ángel Bueno Wunder es Gustavo Bueno, como así lo conocen todos. Es uno de los actores más reconocidos e importantes del cine peruano gracias a películas como “La Ciudad y los Perros” (1985), “La Boca de Lobo” (1988) y “Caídos del cielo” (1991), todas dirigidas por su amigo Francisco Lombardi.
Redacción: CELESTE CHAPOÑAN
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Gustavo Bueno -hincha de corazón del “Múnich”- está un poco desgastado y ya no tiene cabello, pero su dulce sonrisa contagia a primera vista. Pero, su fuerte mirada, esconde un alma frágil sin que nadie la pueda ver. El actor vive en uno de los edificios más emblemáticos de Miraflores, esas torres que se distinguen detrás del cine Pacífico de Kennedy y el McDonald justo donde se encuentra la famosa cafetería “Haití”. Me estoy refiriendo justo al Edificio “El Pacífico”, proyecto del arquitecto Fernando de Osma en 1958. Su hogar tiene ese estilo rústico de antaño, pero lo que más llama la atención apenas ingresas son los tres cuadros grandes de las películas que le convirtieron en uno de los actores más importantes del cine peruano: «La Ciudad y los Perros” (1985), “La Boca de Lobo” (1988) y “Caídos del cielo” (1991), todas dirigidas por su amigo Francisco Lombardi.
Antes que Gustavo viviera en una de las zonas más exclusivas de Miraflores, su infancia y adolescencia transcurrió en Jesús María. Ese barrio que recién empezaba a expandirse gracias al ingeniero José Benavides Muñoz, quien tiempo después se convertiría en el primer alcalde del distrito. En esa jurisdicción, Gustavo Bueno inició su etapa académica en dos colegios: la primaria en el John Dewey y la secundaria en el “Guadalupe”.
Su familia era disfuncional: Su padre con el nombre Gustavo Bueno era de nacionalidad cubana. Un hombre alto de más de un metro ochenta y de aspecto agradable: sonriente y encantador. Se llevaba bien con los tragos, los bares y las mujeres. Se dedicaba a la venta de electrodomésticos en “Castelano” -una empresa reconocida en el centro de Lima en los 60-. Rosa Wunder Peralta, su madre, era actriz y locutora, de padre alemán y madre peruana. Una mujer independiente, de contextura delgada y sonrisa contagiosa, tenía un aspecto dócil pero no se dejaba gobernar por nadie. Una mujer con carácter fuerte -la primera mujer de la historia que hiciera locución en Radio América-. De ella, agradece el talento que le dio y de su padre, la educación que le brindó.
Desde muy pequeño, a los 9 años, su padre lo llevaba al cine “Mariátegui”. En los 50, el cine transmitía películas de guerra y era usual que muchos directores realizarán filmes de ese género porque recién acaba de terminar la postguerra. “Era natural las películas de guerra. Yo me acuerdo ver: “El último recurso” con el capo de John Garfield», recuerda Gustavo Bueno. En ese tiempo, ir al cine era un lujo: con saco, corbata y bien peinadito. -«Me iba a cortar el pelo; el pelo que ahora no tengo», añade.
Uno de sus actores favoritos es Jack Lemmon, quien trabajó como protagonista en la película “El apartamento”
– No hay actor de cine al que recuerde y quiera más, además de su compromiso con las grandes causas a lo largo de su trayectoria artística. Un grande de verdad…” , afirma Gustavo Bueno Wunder.
A esa misma edad, su madre lo involucró al mundo artístico. Participó en varias obras de teatros, una de ellas es «Diablo Peppers». Sin embargo, confiesa que desde un inicio no estaba interesado ser actor. Quería ser arquitecto. Cuando terminó la secundaria se preparó para postular a la Universidad Nacional de Ingeniería: la primera, no ingresó y la segunda, se desanimó para ingresar a la Facultad de Letras en la Pontifica Universidad Católica del Perú. Es en este centro de estudios cuando logra involucrarse a la actuación.
Estudió teatro en la TUC mientras estaba preparándose para ser abogado. Sin embargo, cuando Ricardo Blume –director del Teatro Universitario de la Católica- lo invitó a participar en una de las obras teatrales más importantes del año 1968: “Centroforward murió al amanecer”, todo cambió: fue decisivo para su carrera artística. Fue la primera vez que viajó a Colombia a representar al Perú junto con 29 actores en escena en el Festival de Teatro Universitario. Lograron el tercer puesto . Tiempo después, se convirtió en Director Ejecutivo del Teatro Universitario de la Católica.
Gustavo Bueno, quien ha interpretado más de 15 películas peruanas y una extranjera, ha sido homenajeado por ser uno de los actores más versátiles e importantes del Perú: Del teatro al cine, del cine a la televisión: con más de 10 series en la tele y las más vistas en nuestro país (“Mil oficios”, “Así es la vida” y “Al fondo hay sitio”) no hay duda que el actor Gustavo Bueno es uno de los pocos que dejan huella y muestra su compromiso por su gran pasión : la actuación.
LA IZQUIERDA, SENTIMIENTO Y COMPROMISO
Otra de las facetas de Gustavo Bueno es la política. Izquierdista de sentimiento. Admiración por Trotski, Lenin, Fidel Castro y el Ché Guevara. Su primera vinculación por la izquierda fue cuando en la Católica, se inscribió en un curso de marxismo, y su abuela le comentó de la terrible muerte de Trotski
Es así que, en el 2006 perteneció a las listas del “Partido Socialista” al lado de su gran amigo Javier Diez Canseco, quien lo conoció en la PUCP cuando estudiaba Derecho. Ese año estaba grabando la serie “Así es la vida” y dividió su tiempo para hacer campaña electoral en todo el Perú. Su pasión por la izquierda le permitió escribir un poema en 1999, que tiempo después se convertiría en el himno del partido de Javier Diez Canseco con el nombre de “Patria para todos”.
Gustavo Bueno siempre se ha caracterizado por expresar sus ideales políticas ante el mundo. Es una persona que no puede quedarse con la duda ni con el sabor amargo. Y, peor si se trata de alguien por el que tuvo cierta admiración por la revolución cubana. En una de las filmaciones en «La ciudad y los perros» se encontró con Mario Vargas Llosa, quien había cambiado de perspectiva acerca de la revolución cubana. Gustavo no se quedó callado, y conversaron largas horas para comparar ideales.
No solo la política y la actuación son las pasiones de Gustavo Bueno. El fútbol le fascina. Es hincha del Deportivo Municipal desde que tiene uso de razón. Gracias a su padre, tiempo después se convertiría en uno de los socios del “Múnich”.
“En las malas y las buenas”, dice Gustavo Bueno. Su pasión por el fútbol comenzó desde muy pequeño, cuando, perteneció al equipo de fútbol de su barrio. Lo bautizaron con el apodo de ‘rabanito’.
Gustavo Bueno es deportista. No solo el fútbol lo práctica muy bien. También es aficionado a las maratones: ha viajado con su equipo “Perú Runners” por toda América Latina.
Él es Gustavo Bueno, quien no solo es actor. También es un político izquierdista, un deportista y un gran maestro en la cocina, Sus amigos del set de grabaciones de “Al fondo hay sitio” y la última serie que se encuentra en grabaciones “Cumbia pop” son testigos de la rica sazón del actor. Un hombre comprometido y decidido a no abandonar lo que quiere. Su única debilidad, dice, son las mujeres.