Por Nicolás Menacho
Fotos por Mathias Becerril, Ergo Sifuentes, Diana Ñuflo y Aylin Chira
Según el Portal Comunicación.com de la Universidad Autónoma de Barcelona, “Internet y el desarrollo digital propician múltiples avances y beneficios económicos y sociales. También un nuevo contexto social e informativo que ha favorecido una amplificación sin precedentes de la desinformación y sus efectos, convirtiéndola en una desatacada amenaza para los sistemas democráticos”. Todo parece indicar que la desinformación ha llegado para quedarse y que es hora de aprender a desenmascararla, de conocer su modus operandi, así como sus efectos nocivos en la democracia, afirmó Úrsula Freundt-Thurne, decana de la Facultad de Comunicaciones de la UPC.
Con el entusiasmo por explorar las nuevas posibilidades de los medios digitales, los invitados internacionales de la mesa redonda Desinformación y Tecnología en la era Digital: Farrah Bérubé, experta en comunicación intercultural; Xosé Rúas Araujo, académico, investigador y profesor Ciencias Sociales y Comunicación Política; y, Carlos Patarroyo profesor y doctor en Filosofía, detallaron los pormenores y retos de nuestro tiempo.
La desinformación, en nuestros días, representa el eje central sobre los debates que rondan entre la ciudadanía y los actores políticos, que, abasteciéndose de toda una serie de herramientas digitales, construyen una sociedad fragmentada por la escasa veracidad con la que se conduce.
Tal y como menciona el investigador Xosé Rúas Araujo, “esto tiene que ver con la intencionalidad con que grupos privados y públicos actúan a través de los medios. Incluso nosotros somos parte del problema, porque creemos que todo lo que se nos muestra en los medios es la realidad”.
En concordancia, Farrah Bérubé, presentó los resultados de su investigación realizada en Canadá sobre este asunto: “Lo preocupante es que los resultados muestran una unión entre los medios de comunicación digitales y la desinformación”.
Finalmente, el filósofo Carlos Patarroyo, advierte cómo es que la condición humana transfiere sus límites a la virtualidad. Y menciona que el yo, encerrado en un autoengaño, se tienta de convencer a los demás con la misma mentira. Se construye así el germen de la desinformación.
Los académicos reconocen que la solución yace en el seno de la sociedad y en cómo esta emplea los medios digitales para autogobernarse. Por ello, priorizan, en conjunto, la educación política focalizada en los nuevos medios informativos. Allí está el desafío.