De los 1200 casos confirmados del coronavirus en el estado de Nueva York, el 60% de ellos son de la Ciudad de Nueva York. (Foto: @WhiteHouse.gov/Facebook)
Escribe: Rodrigo Ortecho
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Ante una crisis de salud pública mundial, el Presidente Donald Trump ha mostrado poca iniciativa contra un virus que cada día se vuelve más mortal.
Ya existe un nuevo epicentro, y no se llama Wuhan. Este lunes 30 de marzo se registraron más de 160 mil casos de coronavirus en los Estados Unidos, país que el 21 de enero solo registraba a un infectado. El estado de Nueva York es el nuevo núcleo del COVID 19 con más de cincuenta mil personas contagiadas, convirtiendo a la ciudad que nunca duerme en moribunda.
La responsabilidad mayormente se le atribuye a la aletargada reacción de Donald Trump y la Casa Blanca. El primer infectado se reportó en la ciudad de Seattle, Washington. Ante la posibilidad de que el virus se propague muchos se preguntaban cuáles iban a ser las medidas tomadas por el jefe de Estado. El 24 de febrero, luego de más de un mes que se confirme el primer caso, Trump a través de su cuenta de twitter manifestó que “el coronavirus está muy bajo control” (ya habiendo al menos quince casos confirmados).
Luego, en numerosas conferencias de prensa en la Casa Blanca, el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar junto con la la directora del Centro Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) Anne Schuchat coincidieron en que “más casos iban a aparecer conforme hacían las pruebas” y Trump los contradijo minutos después declarando que los casos iban a disminuir.
Estas solo son dos de numerosas veces que el Presidente norteamericano mostraba una actitud desdeñosa ante la magnitud del coronavirus y con la rapidez que se propagó en Europa. Cuando no había una cantidad significativa de casos en norteamérica, la Casa Blanca dejó en claro que la prioridad era la economía. Alejandro Neyra, asesor del Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, menciona que estas medida iniciales tomadas por el gobierno son “típicas de Trump: primero negar, luego cuestionar, finalmente echar la culpa a otros”.
Paradójicamente hace menos de una semana, Trump tenía el porcentaje de aprobación más alto de todo su mandato (49%), Neyra manifestó que esto se debe principalmente a la actitud “directa” y “comunicación inorgánica pero permanente”. Esto, a la opinión pública le da la impresión que el gobierno estadounidense aborda el tema del coronavirus de manera directa. Por otro lado, priorizar la economía sobre salud pública va en acorde que la lógica de la administración de Trump de “América First” y, pese a las críticas en el plano internacional, esto sigue siendo efectivo en la opinión pública, según Neyra.
Por el lado político se aproximan las elecciones primarias en noviembre, y esta pandemia mundial podría beneficiar al mandatario estadounidense si logra encontrar el factor “unidad” frente a los electores los siguientes meses. Pese a esto, en lo comunidad internacional no han logrado tener la misma conformidad, Neyra menciona que esta coyuntura “ha confirmado que frente a un problema global, Estados Unidos no tiene interés en encontrar una solución global, a diferencia de China que, pese a ser el origen de la pandemia, termina fortaleciendo el liderazgo frente a respuestas a problemas del Siglo XXI”. Esta declaración refuerza lo que se venía diciendo en redes sociales sobre el poco accionar de norteamérica y que su heroísmo (con figuras clásicas como John Wayne) simplemente es producto de la ficción hollywoodense.