Punto Seguido conversó con Arturo Huaytalla, del Instituto de Defensa Legal (IDL), sobre una problemática aún sin miras de ser resuelta: la inseguridad ciudadana.
Redacción: Alexandra Martens
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Todos estamos afectados por ella, ya sea como víctima o como testigos: la inseguridad ciudadana invade las calles peruanas. Según una encuesta de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 80% de peruanos consideraba que la inseguridad ciudadana era el problema más álgido del país, y según otra de Datum, 9 de cada 10 personas se sienten inseguras. Para conocer más a fondo esta problemática, conversamos con el sociólogo Arturo Huaytalla Quispe, quien dio precisiones sobre este fenómeno.
– Las noticias todos los días nos muestran casos de robos y muertes. ¿Qué ha generado que los delincuentes sean más avezados y, ahora, asesinen a sus víctimas?
Hay algunas zonas que no se han atendido desde el Estado y estas han empezado a abrirse mucho más. Entonces los delincuentes encuentran una gran oportunidad – y no porque algunas zonas sean muy peligrosas- , sino porque pueden hacer el raqueteo: un robo al paso que se va dando porque tienes una oportunidad delictiva o un objeto que puede ser victimado. Por otro lado, es también la presencia de las armas informales, el consumo de drogas (que se ha abierto mucho más), y la presencia policial que es bastante desigual. Hay varios factores que indican que la delincuencia común está transitando a un crimen mucho más violento, al crimen organizado.
-¿Qué medidas se tendrían que tomar para frenar este fenómeno delictivo?
En el Perú hay, más o menos, 120 mil policías en donde ya se ha superado el 24×24. Existe el error de pensar solo en Lima que tiene 5 o 6 delitos por habitante, mientras que Trujillo o Piura llegan hasta 30 por 100 mil habitantes, o sea, matan mucho más allá que acá en Lima; pero los medios de comunicación piensan que Lima es el problema principal.
– Se están efectuando medidas a corto plazo, más que pensar en un evidente largo plazo…
Claro. Esto responde a que la estructura de la institución policial no responde a las necesidades de la población, no solo por el número, sino por la organización, distribución de su presencia, de cuántos policías tienen para reguardar la seguridad. Intentas cubrir o inyectar policías en Lima, olvidando otras zonas. No solo es un tema de inyectar presencia policial, porque en estos casos, como el de Ancash, hay evidencia para suponer que no solo es crimen o delincuencia común, sino es crimen organizado que, además, está preñado con la política. Esa es una dimensión que implica una lectura diferente.
Ministro del Interior Carlos Basombrío sobre la inseguridad ciudadana./ Fuente: TV Perú
– Aparte de la inyección de policías, también hay un sistema del Poder Judicial que es ineficiente. Los policías capturan a los criminales, pero luego el PJ los suelta. ¿Cómo afecta esto directamente al aumento de inseguridad ciudadana que vivimos actualmente?
El problema es todo el sistema de justicia. Lo que necesita el ciudadano es que el policía resguarde, que el Fiscal investigue, que el juez juzgue y que el INPE reinserte al delincuente. Con eso está resuelta gran parte.
– Según el INEI, poco más de la mitad de los lugares en donde vivimos no cuentan con ningún tipo de vigilancia. ¿Por qué sigue siendo escasa la presencia policial si ya no tenemos el 24×24?
Habría que evaluarlo. Ver cómo el Ministerio del Interior está distribuyendo a la policía. Por ejemplo, distritos como Miraflores o San Isidro pueden tener una relación de un policía por cada 300 vecinos, mientras que Comas, Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores tienen uno para 3 mil.
– Tendría que haber una redistribución de efectivos…
Sí, pero mayor efectividad en su trabajo y ahí si necesitas recursos tecnológicos.
Huaytalla Quispe este año presentó su libro Cuando los cerros bajan (IDL, 2017. Estudio de la violencia delictual en dos barrios limeños: los cerros San Cosme y El Pino) / Fuente: Youtube El Comercio
– ¿Cree que darle armas a los serenazgos reduciría la delincuencia?
No, yo creo que la aumentaría. Por ejemplo, si un delincuente tiene un arma e intenta sacarla, lo más probable es que este delincuente que no iba a sacar su arma, salvo para asustar o amedrentar, ahora sí la use. El delincuente no va a razonar en ese momento porque tal vez ha consumido alguna sustancia. Es un riesgo, también, para el mismo sereno. Pero, en muchos casos, la profesionalización del sereno, su capacitación dura solo dos horas. Entonces, no hay una control de emociones, de impulsos, de trabajo con los ciudadanos, lo que conlleva a que un arma no letal pueda ser letal. Esto al final es como apagar fuegos metiéndole más petróleo. Esto es responder expectativas de la ciudadanía que busca seguridad metiendo más presión policial, resguardo, control del delito. Se ha visto en varios lugares que esto no ha funcionado, solo ha empeorado la violencia. México y Salvador son buenos ejemplos de ello.
– ¿En qué área se debe priorizar la inversión en seguridad ciudadana?
Para el crimen organizado, la investigación criminal que es un área muy descuidada. Para que esta delincuencia no siga aumentando, la prevención policial que implica muchas cosas, por ejemplo, formación en los cadetes. Por lo general, se dedica más al control del delito, pero tener policías bien formados va a suponer que tengamos mejor presencia policial. Distribuirlos mejor, tener programas en donde se focalizan los mayores puntos de criminalidad e intervenir de manera concreta. Más que solo inyectar policías, es trabajar en conjunto con ellos para romper el círculo de la delincuencia.