El silencio permite que la violencia continúe (Foto: Andina)
La violencia contra la mujer siempre ha estado presente. Pero, a raíz de la Covid 19 ¿pasó a segundo plano?
Escribe: Raquel Gárate
Tras los acontecimientos que se han suscitado a nivel mundial, el gobierno ha implementado algunas normas, entre ellas el aislamiento social y restricciones. Por lo que muchas mujeres, niñas y adolescentes han tenido que convivir al lado de su agresor sin ninguna protección. ¿Qué es lo que realmente sucede dentro del hogar?
“El agresor tiene más control sobre su víctima, ya que pasa más tiempo en casa. La mujer antes podía contarle a su madre, hermana o amiga lo que le sucedía, ahora sus posibilidades son más restringidas” asegura Cruz María Abad, psicóloga con 17 años de experiencia en la Demuna de Villa el Salvador. Nos dice que la violencia contra la mujer ha pasado a segundo plano a causa de la pandemia y ha ido incrementando cada día. De igual forma, los pretextos también han aumentado, porque según los agresores, pierden la paciencia por el estrés o la ansiedad agrediendo física o verbalmente a su víctima.
Muchas mujeres pueden estar siendo violentadas por su pareja, hermano o hijos, pero no lo saben y solo atinan a callar. Cruz María, al respecto, añade que tomemos en cuenta que no solo se está agrediendo a una mujer sino a todo su futuro, ya que deja una enseñanza a los hijos a través de su psiquis, que es el inconsciente y el consciente. “Su inconsciente es una forma de protección a tanto dolor y puede normalizar todo lo que observa”. El silencio permite que esta violencia siga.
La violencia no es solamente agredirte físicamente, sino cuando te humilla, te hace sentir menos con frases hirientes como: “eres burra, así le dices a mi hijo que aprenda, si tú ni siquiera sabes”, son unas de las constantes palabras que escucha Cruz María, por parte de su vecino hacía su esposa. Se escucha siempre la típica excusa: “Pero él cambiará, él me quiere”. La psicóloga manifiesta que eso no es cierto, el agresor solo cambia su forma de agredir.
En muchos hogares, las mujeres enfrentan a sus esposos cuando sienten que están siendo atacadas o insultadas. Sin embargo, con los hijos presentes en el hogar, muchas de ellas no quieren que sus pequeños se enteren del infierno en el que viven, solo callan y se aguantan el dolor. “Mi paciente me dice: mi pareja me sigue al cuarto, me pega despacio para que yo no grite, porque no quiero que mis hijos se den cuenta”. Su denuncia no la aceptaron, por estar enfocados en el coronavirus. Como psicóloga ha llamado veinte veces a la línea 100 y lo primero que escucha es a la operadora diciendo que si la llamada es intencional va tener una multa, “Imagínate esa mujer llorando en ese momento, desesperada y que te reciban con esa pequeña amenaza”. Falta preparación en el gobierno para atender casos de violencia.
Se deben implementar protocolos para atender una víctima. Primero, separarla de su agresor; segundo, no tener tantos indicadores en las pericias psicológicas o físicas; tercero, los policías que atiendan la denuncia sean personas preparadas en estos temas delicados “ellos están por alguna sanción que han cometido, no porque realmente les importe la violencia a la mujer”. El seguimiento por parte de las autoridades es importante para que las víctimas se sientan protegidas y escuchadas.
Una realidad que incluso nos ha vuelto a golpear en el rostro este fin de semana cuando nos enteramos del hallazgo del cuerpo de Marleny Estrada, quien estuvo desaparecida por 2 meses en el distrito de San Juan de Lurigancho. La joven madre, de 28 años de edad, fue asesinada y enterrada en su casa por el padre de sus hijos. Su hermana afirmó a los medios que la ministra de la Mujer, Rosario Sasieta, y la policía se negaron ayudarla.