Cuando de salud se trata, gastar no es un problema para muchos. ¿Pero necesariamente debemos invertir una gran cantidad de dinero en ciertos medicamentos?
Redacción y video: Valeria Mogollón
El invierno ha llegado y, con él, algunas enfermedades. En el transporte público o en las calles, tosen o estornudan a tu alrededor. Eres afortunado si logras sobrevivir a los virus que rondan en el aire. Pero si no, ha llegado el momento de conseguir un medicamento.
Lo más acertado es acercarse a algún centro médico, donde un médico te recete alguna pastilla o algún jarabe para el malestar. Sin embargo, según una encuesta desarrollada por Kantar Worldpanel, el 94% de los peruanos se automedica. Es decir, estas personas acudirán a una farmacia o a una botica para adquirir un medicamento sin receta médica.
Ya en uno de estos establecimientos, podrán optar por alguna medicina que ya les haya funcionado anteriormente. O quizás, quien los esté atendiendo pueda recomendarles algo. Pero en ambos casos, corren un riesgo. En el primero, puede que no tomen la dosis correcta y que, incluso, esto les produzca algún efecto a largo plazo, como gastritis o una úlcera. En el segundo, es muy probable que lo primero que les ofrezcan sea un llamado medicamento “de marca”, el cual —si es recomendado por un químico farmacéutico— no dañará tu salud, pero sí tu bolsillo.
¿Genérico o de marca?
Para entender mejor, es necesario saber que existen dos tipos de productos: los genéricos y los innovadores (que solemos llamar “de marca”). Los medicamentos genéricos son aquellos cuyo nombre corresponde a la denominación común internacional del principio activo. Por otra parte, un medicamento es innovador cuando un laboratorio ha invertido en la investigación para la molécula con la que se producirá su fármaco. Sin embargo, a diferencia de lo que muchos puedan pensar, esto no implica que sea mejor que uno genérico, ya que ambos contienen el mismo insumo.
“(Son) fabricados en la misma planta, con la misma tecnología, con el mismo personal; son idénticos”, afirma Javier Llamoza, Decano del Colegio Químico Farmacéutico de Lima. “La única diferencia, probablemente, es el color de la caja y la marca que tiene un producto; no tienen ningún valor agregado”, agrega el especialista.
Actualmente, las cadenas de boticas tienen una estrategia particular con respecto a sus ventas, ya que han creado sus propias marcas de algunos medicamentos. Es por ello que, cuando acudes a solicitar alguna medicina en específico, te ofrecen la que producen. Pero ese no es el mayor problema: lo grave es la diferencia de precios que hay entre un genérico y uno de marca de estas cadenas.
Según el último reporte de la Defensoría del Pueblo, un llamado medicamento de marca puede llegar a costar hasta 10 veces más que uno genérico. Por ejemplo, el ciprofloxacino (un antibiótico) puede costarte 15 céntimos si es genérico, pero el Clorfex —que viene a ser el mismo insumo, solo cambia su nombre por la marca de una de estas cadenas— cuesta 2.50 soles. “El producto de 15 céntimos no lo vas a encontrar (en las boticas), solo sus propias marcas porque ahí está su negocio”, afirma Llamoza.
De esta manera, se genera una situación de desventaja para los consumidores. Quienes puedan pagar el precio, lo harán, aunque podrían reducir sus gastos si conocieran sobre las otras opciones; pero quienes no, se verán aún más perjudicados.
La salud no es un negocio, es un derecho
“Los más pobres pagan más”, asegura Javier Llamoza basándose en el informe de la Defensoría del Pueblo. De acuerdo a este último, en el interior del país, la situación se agrava y los precios llegan a ser de 26 a 30 veces más de lo que deberían.
Si bien es el Estado quien debe regular este mercado para evitarle problemas a la población, nosotros también debemos hacer valer nuestros derechos. Según la Ley N° 29571, que establece el Código de Protección y Defensa del Consumidor, las boticas y las farmacias están obligadas a tener un listado de medicamentos con sus respectivos precios a disposición de los clientes, de modo que estos puedan tomar la decisión que adecúe mejor a su presupuesto. Sin embargo, el 66.2% de establecimientos privados no cuentan con esta lista. En esos casos, podemos solicitar el libro de reclamaciones para hacer constar que estos no están cumpliendo con la ley.
Por otra parte, contamos con el Observatorio Peruano de Productos Farmacéuticos, el cual nos permite ver los precios de distintos medicamentos en diferentes farmacias o boticas. Así podremos acudir a la más cercana y, sobre todo, conocer con anticipación el medicamento que mejor nos convenga.
Las empresas podrán querer hacer de la salud su negocio. El Estado, por su parte, debe encargarse de limitar el abuso de estas compañías. Y, mientras tanto, no debemos permitir que se juegue con algo tan preciado para cada uno de nosotros.