La activación comunitaria organizada por cuatro madres de familia no ha recibido ningún apoto por parte del Estado.
Escribe: Alejandra Elías
La olla común ubicada en el pico del Cerro Colorado, liderada por cuatro madres de familia que diariamente cocinan más de 60 platos para sus vecinos, tendría que cancelar sus servicios en las siguientes semanas por falta de alimentos y donaciones.
La pandemia del Covid-19 y el freno de la actividad económica en el Perú provocó que Noemí Santiago, una de las dirigentes del Asentamiento Humano “Virgen de las Mercedes”, en Pucusana, viera en esta organización comunitaria independiente y autogestionada una manera para subsistir y alimentar a sus dos hijas y vecinos.
Cada día, dentro de una carpa sin techo, sujetada por palos y que, de vez en cuando, cede ante el viento, las madres preparan, a leña y en tres ollas de 50 litros, una sopa de menudencias, o, en un un día bueno, como menciona Noemí, de pollo. De esa forma, los ciudadanos del Asentamiento Humano pueden acercarse desde el mediodía con sus recipientes para llevarse una ración.
Ella, junto a las otras tres madres, se levanta desde las seis de la mañana y visita los mercados aledaños en busca de donaciones, como un kilo de papa o alguna verdura que les sobre a los comerciantes; sin embargo, la situación es cada vez más crítica y la ayuda está cesando. Ellas, al igual que las otras familias, se dedicaban a la venta ambulante y pesca, pero desde el decreto de estado de emergencia, ya no pueden salir a trabajar.
A ninguna de los más de sesenta beneficiarios se les otorgó el bono económico o canasta de alimentos. El caso del Asentamiento Humano “Virgen de las Mercedes” es uno de los cientos que existen dentro de las ollas comunes formadas desde inicios de la pandemia en nuestro país. Zonas afectadas y en extrema pobreza que se alimentan una vez al día de alimentos como menestras y otros almacenados, pero que cada vez son más escasos en la zona por la falta de acción y colaboración que les permita continuar alimentándose.