El arte peruano se reinventa en esta cuarentena. La nueva normalidad no ha frenado la creatividad de los artesanos peruanos, quienes han visto en los retablos una oportunidad de inmortalizar esta pandemia.
Foto: Agencia Andina
Escribe: Rodrigo Lanatta
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El ingenio del retablista peruano no se rinde ante la crisis. Sus manos plasman la realidad, sus colores le dan vida y sus personajes alma. Los artesanos ayacuchanos han visto en nuestra nueva normalidad una manera de que quede grabada en la historia: los retablos de la pandemia. Al igual que la mayoría de los artistas en el Perú, los retablistas ayacuchanos no la está pasando bien luego de estar tantos meses lejos de sus trabajos. Sus inversiones, piezas y pinturas se han quedado empolvadas en sus talleres y es ahora el momento de volver a lo de antes: retratar.
Han inmortalizado momentos históricos en sus retablos, es por eso que desde el 2019 el Ministerio de Cultura considera a los retablos ayacuchanos como Patrimonio Cultural Nacional. En ellos han quedado grabados desde festividades como la Semana Santa hasta sucesos traumáticos, como el terrorismo, y ahora es la pandemia del covid-19. Son una manera de representar la realidad, de enmarcar los acontecimientos importantes dentro de una sociedad que critica mas no aporta.
Para los que viven de esta actividad, ha sido un golpe muy duro. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo estima que los artesanos sufrirán una caída del 65% de sus ingresos durante este año. Muchos viven de las festividades regionales, principalmente la de la Semana Santa, pero el estado de emergencia ha obligado a las autoridades a cancelar toda aquella festividad que conglomere multitudes. Sin embargo, todo mal rato viene con su pan bajo el brazo. La gran acogida a las piezas con temática del covid es una muestra de ello. En ellas se retratan a las víctimas del mortal virus, a los héroes de batallas -médicos, enfermeras, miembros de las FF.AA- quienes han luchado contra el enemigo invisible.
Según El Comercio, los innovadores de los retablos de la pandemia han sido los hermanos Reynaldo y Luis Quispe Flores. Esta dupla, en el barrio de Belén, en Huamanga, Ayacucho, decidieron retratar esta pandemia que ha asolado al país. Lo han hecho mostrando a enfermeras en sus trajes de seguridad biomédica atendiendo a un paciente, mientras son observados por Cristo que porta una banda rojiblanca como la del presidente. Él tiene una corona de “rey de reyes” y a su alrededor los ángeles- como siempre presente la religión en ellos- que observan la dramática situación. El título del retablo es simplemente: 2020, por el año que quedará marcado como uno de los más terribles que ha vivido el país y el mundo.
En muchos casos, son escenas solicitadas por clientes que quieren ver inmortalizada esta crisis mundial: desde lo esperanzador, lo realista, hasta el acontecimiento de la muerte y el entierro. Otras temáticas, como el día de la independencia, están contagiados por el contexto: los militares llevan mascarillas con los colores patrios, por ejemplo. En otro caso, son policías interviniendo a un hombre en estado de ebriedad, con su respectiva caja de cervezas, quien claramente no estaba acatando el estado de emergencia.
Así, la pandemia ha golpeado drásticamente a los retablistas, dejándolos sin la Semana Santa y el tradicional 28 de julio para presentar y vender sus obras. Pero, en un acto de innovación que ha sido bien recibido por el público, los retablos peruanos, más allá de ser un tesoro nacional, son, cada vez más, un reflejo y un testimonio histórico de la crisis actual que azota al país.