Han pasado 51 años desde la noche que unificó la lucha de la comunidad LGBTQ+ contra la opresión y el secretismo en el que estaban obligados a vivir, transformado el futuro de generaciones hasta el día de hoy.
Escribe: Lourdes Razuri
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Foto: Wikimedia Commons
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Stonewall Inn se fundó en 1967 como un “negocio privado”, frase que aludía a establecimientos que recibían a la comunidad homosexual. Previamente había sido un restaurante que se cerró luego de un incendio. Los primeros dueños, miembros de una mafia con conexiones policiales, pintaron las paredes y ventanas de negro, brindando secretismo y privacidad a sus visitantes. La barra era atendida por Maggie Jiggs, una drag queen que se encargaba de iluminar la oscura pista de baile en caso se informara que la policía se encontrara en camino.
La noche del 28 de junio de 1969, la pista no se encendió; la redada estaba organizada por los federales. Los clientes fueron expulsado a la calle. Según algunos presentes, la situación era calma mientras se hacían los primeros controles. Es difícil precisar el momento en que se encendió la chispa, pero ciertos altercados fueron claves para prender a la multitud.
Uno de ellos fue cuando un policía intentó arrestar a Sylvia Rivera, mujer trans de 18 años, por no cumplir con la “Ley de tres prendas”. Este decreto pretendía manejar la apariencia de los miembros de la comunidad, obligándolos a utilizar un mínimo de tres prendas que correspondieran a su sexo de nacimiento. Riviera inició una pelea con el oficial luego que este le cuestionara su sexo.
Su amiga Marsha P Johnson, una mujer trans afroamericana, ha sido comúnmente reconocida como la primera en defender a Rivera. Se dice que lanzó una botella al agente, iniciando el enfrentamiento. No hay un recuento oficial de este hecho, pero muchos de los presentes sí la recuerdan trepada en un poste de luz, desde el que lanzó su pesado bolso sobre una patrulla.
Otros dan el crédito de la agitación a Stormé DeLarverie, una lesbiana que invocó a los asistentes a no quedarse observando las injusticias que ocurrían a las afueras del local. Los altercados duraron tres horas. Los seis agentes de la redada, acorralados, buscaron refugio dentro del local y la policía antidisturbios tuvo que desalojar el lugar. Quedaron 13 detenidos.
Antes de huir, Mark Robinson dio a su amigo Marty una tiza. Él la usó para escribir en el piso y algunas paredes: “Mañana por la noche, en Stonewall”. Estos anuncios más algunos folletos repartidos durante el día, invitaron a la gente a repetir la velada anterior. Por tres noches más, las revueltas aumentaron en asistencia, potencia y violencia. Una larga lluvia detuvo la continuidad de los disturbios, pero había quedado claro que la comunidad no esperaría pasivamente al cambio de la sociedad. Estaban listos para ser escuchados.
Al año siguiente, miles de personas se organizaron para conmemorar los disturbios, inaugurando la tradición de la Marcha por el Orgullo Gay.
Espacio seguro
Tras distintos dueños, Stonewall Inn vuelve a abrir sus puertas en 2007 con los actuales propietarios, quienes se enfocaron en promover el lado simbólico del histórico local. Todos los junios, se convierte en monumento vivo de la historia LGBTQ+ y uno de los centros de la lucha por los derechos de la comunidad. Para la marcha de este año, si bien el bar no pudo abrir, la fachada se adornó para acompañar a quienes recorrían la ciudad.
Debido a la crisis del coronavirus, el icónico Stonewall Inn está en peligro de cierre. Los actuales dueños han abierto una campaña en GoFundMe para recuperar la estabilidad del negocio y quienes dependen de él tras tres meses de cierre.
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