Pancho Caamaño,vocalista de la banda trujillana Mr. Pucho, nos cuenta sobre su música y el nuevo EP que están a punto de estrenar.
Redacción: Valeria Mogollón
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Francisco «Pancho» Caamaño afirma que para ser músico en el Perú hay que tener aguante. Y, junto al resto de Mr. Pucho, su banda, llevan más de ocho años haciéndolo. A horas de lanzar su nuevo EP, «La Fiesta del Loco y el Demonio», recordamos esta entrevista en la que nos habló de lo nuevo, lo recorrido y lo esperado para su música.
¿Cómo describirías tu voz?
¿Mi voz? (Se queda callado mientras piensa) ¡Qué pregunta para más tranca! Lo que pasa es que yo no soy cantante nato. Yo he sido un cantante que se educó. Primero, he sido pianista. Y, al final, una cosa llevó a la otra. Yo quería cantar, pero cantaba horrible. Ahora canto menos feo, nada más. ¿Y calificarla? Creo que mi voz no es una gran voz. Para lo que estamos haciendo como que se presta.
De niño, ¿te imaginabas como un gran músico?
Sí, yo creo que sí. Obviamente, sueño con seguir creciendo en la música, pero una cosa es ponerse a saltar chapando cualquier palo simulando que es guitarra o que estás tocando una batería. Tu cerebro está en otro beat y tú agarras y dices: ¿puede ser, no? Las cosas fluyen y, mira, las cosas que se dan están muy chéveres. No me lo imaginaba, yo quería soñarlo netamente con los ojos abiertos. Esa es la base. Todavía estoy buscando ser un gran músico.
¿Quién te inculcó el amor por la música?
Mi mamá. En mi casa, es un deber que alguien toque un instrumento. Y ella me obligó a aprender a tocar piano a los nueve años. Fue avanzando el tiempo y ¡pum! fluyó. A los doce o trece, encuentro el feeling y, de ahí, ya no hubo forma de que me lo quiten.
Mr. Pucho es una banda trujillana que, como dice su vocalista, lleva aguantando desde el 2009, cuando contaba con cuatro vientos, batería, bajo, guitarra y voz. Desde ese tiempo, ha habido muchos integrantes que han cambiado, pero afirman mantener su esencia. Tienen planeado un reencuentro para su próximo aniversario, donde se va a juntar el ‘manchononón’ que Pancho menciona.
¿Cómo se les ocurrió el nombre de la banda?
En realidad, Mr. Pucho era un nombre que a mí no me gustaba. Nunca lo entendí. Lo puso un baterista anterior. Teníamos canciones para tocar, pero no teníamos nombre de banda. Y, al final, salió de la nada.
(Algo que, al parecer, le encanta a Pancho es representar a las personas cuando hablan. Hace gestos, cambia de voz, todo para que vivas la conversación que él tuvo con alguien más)
– Que se llame Mr. Pucho
– No, Mr. Pucho suena horrible (dice con desagrado)
– Ya pues, que quede Mr. Pucho, ya vemos después el nombre
Lo que pasa es que el tiempo comenzó a avanzar y empezaron a salir conciertos fuertes. Salió lo de la Vendimia de Ica, tocamos con Hombres G, fuimos Banda de Garage, concurso de Studio 92, y ahí dijimos “Ya bueno, muy tarde, se quedó Mr. Pucho”. Y se quedó. Y parece que las cosas menos planeadas son las que mejor salen. El nombre fluyó prácticamente y como que la gente lo ha tomado bien. Lo relacionan a veces con el cigarro, pero no existe ninguna relación. Es un nombre al azar. Como cuando Mario Poggi le puso a su hija Neurona y una cosa así. Nació y nació. Una cosa de locos.
¿Cuán difícil ha sido para ustedes hacerse conocidos en la escena nacional?
Mr. Pucho tiene siete años aguantando. Yo creo que Banda de Garage para nosotros fue un buen impulso. Hizo que la gente nos conozca un poco más. Creo que, más que todo, para hacerse conocido tienes que aguantar. No tienes que esperar para hacerte conocido. Si tu chamba es buena, todo se da. Pero tienes que trabajar. Nada más. Así como caballito: tápate los ojos y camina.
Con todos esos cambios de integrantes, ¿cuán importante crees que es sentirse como una familia en una banda?
Si eres una banda numerosa, tiene que haber un sentimiento de familia para poder entenderse, para poder transmitir. O sea, subimos al escenario y nosotros nos divertimos. Desde que arrancamos el concierto, hasta que termine. Y cuando termina, nos divertimos más. Como que estamos más sueltos, pero arriba todos tenemos un switch ahí en el cerebro que ¡pum! se activa, sientes adrenalina, tocas y estás tocando con tus hermanos. Es muy chévere. El lazo en sí, para nosotros, es muy importante: ayuda a todo el proceso de composición, armado, arreglo de los temas, a nuestro empuje. Es básico, es ‘recontra’ básico.
¿Alguna vez les ha tocado un público difícil?
Siempre, ¿cuándo no? Cuando tú empiezas, siempre toca eso. Una vez, me acuerdo, tuve una presentación en la cual el sonido era horrible. Terminamos reventados. La gente no tiene por qué pagar los platos rotos. Pero digamos que es un proceso de maduración de toda banda. Vas avanzando y vas viendo que hay cosas, las cuales tú tienes que empezar a madurar internamente como artista. Público difícil siempre vas a encontrar, pero lo primero para poder romper esa valla es que tienes que cantarte a ti mismo. Al final, la gente tarde o temprano te va a querer.
¿Cuán importante es para ti entablar está relación con tus fans?
El hincha es la razón de ser del músico. Como tú depende de ellos, ellos tienen que saber que… ¿Cómo te lo podría decir sin que suene tan imbécil? (ríe) Es que es paja. Yo, por ejemplo, a los fans los veo como si fuesen mis hermanos, como si fuesen gente de la banda. Porque al final la canción deja de ser de nosotros. Termina siendo de ellos, porque ellos las hacen suyas. Y es muy ‘mostro’ eso. Me fascina. Pero como te digo, hay que mantener al fan informado, diciéndole “sí, ‘causa’, tocamos ahí”, “sí, ‘causa’, una foto”. Eso le da a entender de que estamos ahí, de que todos estamos en el mismo nivel. No hay tanta ‘marcianidad’ para generar diferencias entre el fan y el músico. Y la gente te ve más humano. No te ve tan marciano, tan espacial, tan rockstar. Es igual de loco que tú. Son dos soñadores con sueños distintos.
De todas sus canciones, ¿cuál es la que más les gusta tocar en una presentación?
Ahorita es el nuevo single que viene en el EP: Chullachaqui. Es una canción ‘recontra’ power, como Kri (el guitarrista) dice: es una canción que tiene huevos. Es una canción poderosa. Es muy paja. También está Sonia y Fiesta Reggae. Digamos que están naciendo los nuevos consentidos. Porque para mí antes mi preferida era Porno Show. Le había agarrado un cariño a esa canción. O Negra Noche que también es un tema bonito. Pero como que ya vas quemando etapas, vas sacando nuevo material y empiezas a agarrar cariño a los nuevos hijos.
Ahora que hablas de tu nuevo EP, ¿qué pueden esperar tus fans?
Está bien surtido. Hemos compuesto una salsa. Viene Chullachaqui que es un rock progresivo con cumbia. Está Sonia que es un intento de new metal, pero no es. Nos hemos pasado de traviesos para armarlo, pero está bien chévere.
También he escuchado que han convertido una marinera a ska rock…
Lo que pasa es que siempre para julio tenemos planeado lo que es tocar el himno nacional. Y le fue bien al himno. Entonces dijimos «¿sabes qué? Hay que cambiar de intro, hay que poner una marinera». Y nos empezamos a romper el cerebro con cómo transformarla. Cuadró perfecta y ‘pa’lante’.
También eres ingeniero de sistemas, ¿qué prefieres? ¿Ingeniero o músico?
La ingeniería me gusta, pero la música me apasiona. Obviamente si yo pudiera vivir acá de la música yo estaría ‘recontra’ contento. Pero hay que ponerse el disfraz para poder aguantar.
¿Tú crees que alguien puede llegar a vivir de la música?
En realidad, sí se puede. Pero la cuestión es que es chamba. Nada en este mundo es fácil. Tienes que agarrar y trabajar, trabajar y avanzar. Si lo logras de esa manera, chévere. La música independiente en el Perú está hecha para aguantar. Aquí hay una cosa que nosotros decimos: ingeniero, médico, arquitecto, administrador, puede ser cualquiera. ¿Sabes qué es lo tranca? Es ser músico. Porque sabes que te vas a cag*r de hambre, pero aun así sigues soñando con serlo. Ese es el pequeño defecto que tiene esto. Pero al final es satisfactorio. Y yo creo que si se puede vivir de la música en el Perú. Las cosas están cambiando mucho para los artistas independientes. Hay muchísimas más entradas. Y depende bastante de la gente que las bandas como nosotros, que tocamos música independiente, sigamos viviendo.
De aquí a cinco años, ¿cómo te ves?
¿Yo? (ríe) Ya en festivales grandes. Por lo menos dos discos más. Tocando como loco. Viajar. Tocar. Viajar. Ya un contrato con una disquera si Dios quiere. Dejando mi chamba para dedicarme netamente a la música.