Con altibajos, con una sombra de violencia y con un grito en el silencio de las calles vacías, el Censo 2017 dejó una visión de cómo somos: una sociedad en blanco y negro.
Jesús Moya
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¿Cómo pasó una consulta estadística nacional a una manifestación bajo el lema “Ni Una Menos” frente a la sede del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI)? Vivimos el Censo Nacional 2017: XII de Población, VII de Vivienda y III de Comunidades Indígenas. Vivimos una inamovilidad de 08:00 a.m. a 05:00 p.m. entre desacuerdos y disculpas del ministro del Interior, Carlos Basombrío. Vivimos una jornada marcada por la pregunta de autoidentificación que terminó respondiéndose sola: somos una sociedad violenta. Vivimos un censo en blanco y negro.
El domingo reveló que si un día se despejan las calles del país podemos gozar de una tranquilidad poco frecuente, pero que internamente, ahí donde uno se suele mostrar como es en realidad sin normas sociales establecidas, la corrupción personal sale de su jaula y se expresa en su máximo esplendor.
Las calles de Lima se presentan en blanco y negro, con el aura clásica de una capital donde no se llegó a empadronar a todos, donde en el corazón, el Centro Histórico, viven vagabundos que tienen su hogar en las veredas y trabajan personas que no les interesa ser censadas porque tienen que ganarse el pan de cada día.
Tal es el caso de Enrique Muñoz, vigilante de una joyería en Jr. Ucayali. “Yo he salido de mi casa en Jr. Trujillo a las 09:00 a.m. y no llegaban los del censo. He venido a trabajar porque ayer robaron la joyería y estoy esperando el relevo para no dejarla sin resguardo”, nos contó.
Sí, es verdad que hay detalles a destacar como el hecho de que solo en las horas que no hubo tránsito regular de vehículos se redujeron las emisiones de dióxido de carbono en 14.700 toneladas, 40 hectáreas de bosque tropical amazónico conservados, según Elsa Galarza, titular del Ministerio de Ambiente.
El presidente Pedro Pablo Kuczynski bromeaba con la pregunta de autoidentificación mencionando la “raza europea, blanco” y resaltando que es importante saber “cómo vivimos, qué acceso a servicios públicos tenemos” en base a estadísticas como las del Censo 2017.
Hoy debemos colaborar en este #Censo2017 para saber cómo es nuestra situación como país. Trabajemos juntos y cumplamos responsablemente. pic.twitter.com/OxNvrauW6t
— PedroPablo Kuczynski (@ppkamigo) 22 de octubre de 2017
Mientras tanto, en Villa El Salvador, una empadronadora de 37 años fue violada por el sujeto que estaba censando: Marco Antonio Luza Segundo, de 45 años. El Poder Judicial le dictó prisión preventiva por seis meses. Si se le hallara culpable, afrontaría entre 6 y 8 años de cárcel. El caso desató una manifestación de “Ni Una Menos” en el frontis de la sede del INEI.
Por si no fuera poco, dos mujeres ebrias intentaron forzar a una joven de 17 años a que las empadronara en plena calle en el Callao, según confirmó el coronel PNP Luis Alberto Vera, jefe de Investigación Criminal del puerto.
En las redes sociales empezaron a denunciar el caso de Luis Miguel Aguilar Aguilar, quien dice trabajar para la Policía Nacional del Perú y fue acusado de haber abusado sexualmente de una mujer que tocó la puerta de su vivienda para empadronarlo.
El supervisor del Serenazgo de Lima nos comentó desde la central que ubicaron detrás de la Fiscalía de la Nación que en el Centro de Lima “el Serenazgo no ha dejado de trabajar las 24 horas. Hubo unos pocos inconvenientes en la madrugada de sujetos que habían estado bebiendo alcohol, también hubo un accidente de tránsito antes del censo en la Av. Grau, pero nada más allá de eso”.
Punto Seguido conversó también con un grupo de jóvenes empadronadoras que iban acompañadas de una tutora. En su caso, además de recibir un refrigerio, el INEI remuneró su trabajo con becas de estudio e ingresó su información en su base de datos para contactarlas en caso de otra actividad.
Desde las 07:00 a.m. estuvieron llenando las cédulas y partieron a censar a las 08:00 a.m. Dentro de los puntos en los que se distribuyeron el recorrido, empadronaron en Huallaga, Junín, Abancay y Lampa.
«En las casas algunos han sido más amables que otros, pero en lo general todo se ha desarrollado normal, han hecho más fácil nuestro trabajo», comentó María, su representante.
Con altibajos, con una sombra de violencia y con un grito en el silencio de las calles vacías, el Censo 2017 dejó una visión de cómo somos: una sociedad en blanco y negro.