Llegó de forma inesperada y urgente al Real Madrid C.F para ‘salvar’ la temporada 2016. Un año y medio después Zidane ha formado en la ‘Casa Blanca’ un juego más vistoso, preciso y elegante como él lo solía hacer.
Jorginho Abanto
Follow @PS_UPC
Un exfutbolista galáctico llegó al banquillo del Real Madrid: Zinadine Zidane. Siendo jugador, controlaba el balón con autoridad y demasiada elegancia. Provocaba aplausos y suspiros con cada ruleta mágica, estas dejaban en jaque cada barrida o marca rival. La pelota iba pegada a sus pies y a ras del campo. El juego se movía alrededor de él. Hechizaba a propios y extraños. Inteligencia, eficacia y talento le sobraban. ¿Existía algún problema si la bola le llegaba demasiado alta? No. De pecho, de taco, de hombro, de cabeza, antes de parar el balón ya sabía a donde tenía que dar pase o tirar. Siempre tenía algo mente, algo que inventar.
“Una jugada típica del corazón tan blanco: el brasileño Roberto Carlos le manda un centro imposible a Zidane, y el francés lanza un zurdazo a las redes en plena final de la Copa de Europa [2002 ante el Bayern Leverkusen]. Luego todo el mundo recuerda con asombro que Zizou no sabe disparar de izquierda. El Madrid sólo hace bien lo que es dificilísimo”, señalaba el escrito mexicano Juan Villoro.
El 04 de enero del 2016, Zinadine Zidane, era presentado ya no como estrella de fútbol, sino como técnico de la ‘Casa Blanca’, su casa, su club. Llegaba de forma inesperada, pues la residencia estaba con algunas grietas por tapar: los jugadores no sentían afinidad con Rafa Benítez, el técnico de ese entonces; estaban (casi eliminados) de la Copa del Rey: Caso Cheryshev; silbídos del público y la derrota contra el FC Barcelona por 0-4 de local, entre otros factores.
“Quiero agradecer al club y a usted presi [Florentino Pérez] por darme la oportunidad de entrenar a este equipo (…) lo que voy a intentar es hacer lo mejor posible para que este equipo al final de año gane algo (…) lo que les puedo decir es que voy a poner todo el corazón que tengo para este club e intentar que salga todo bien”, fueron las primeras palabras de Zizou.
A Zidane le caía bien vestir de blanco y ahora le cae bien vestir de terno dirigiendo en su casa cada fin de semana o por Champions League. Zinedine nunca se fue, sino que se vistió más elegante para asumir un desafió y proyecto a futuro sumamente difícil con una súper plantilla.
Un año y medio después, sus dirigidos demuestran lo que tenía en el corazón para transmitir: salida con balón rodado, defensa con dos centrales abiertos para recibir la pelota, dos laterales dispuestos a jugar como ferrocarriles por toda su banda de inicio a fin dando centros y anotando en momentos claves, un volante de contención dispuesto a cuidar las espaldas de los defensas y volantes, un trio de volantes creativos con pies finos ante cada pase corto y largo, amague y tiro, y delanteros consolidados junto con jóvenes, ambos dispuestos a bajar a marcar (cuando se lo requiere) y tratando de anotar todas las veces que se pueda. Perfeccionan el control del balón, el contragolpe y la marca con intensidad.
De acuerdo con el escritor español, Santiago Segurola, Zidane es gestor y entrenador: “se agrandaba el tópico: Zidane es más gestor que entrenador. No es cierto. Puede que el técnico francés no presuma de sus conocimientos, pero sus méritos son indiscutibles. Pocas veces un rookie [debutante] como él ha dirigido con tanto éxito a un equipo tan exigente como el Madrid. Lo ha hecho con mano izquierda, excelente gestión de la plantilla y una amplia mayoría de decisiones convenientes”, manifestaba Segurola.
Si uno mira vídeos o recuerda como jugaba la selección francesa o el propio Real Madrid de la temporada 2002-2003 con Zidane, se dará cuenta que jugaba casi igual a este Madrid actual. Es verdad, él ya no está en cancha, pero sus jugadores lo hacen visible ante cada indicación y jugada creada.
Zidane entendió que manejar un plantilla que cuenta con talento de sobra, no podrían jugar todos los partidos de la temporada, ni su generación con los ‘galácticos’ pudo porque llegaron con las piernas muertas a los partidos decisivos a final de temporada. Por ello, hace unos meses se vio un Real que rotaba jugadores en la liga española y la mayoría respondía de una manera óptima. Logró que cada jugador se sintiera importante y luché por una oportunidad de pertenecer al once titular. Y parece ser que será la misma consigna para la presente temporada.
Le vino el reto más difícil como aquellos balones largos y muy altos, pero no había problema: Zinadine Zidane, estaba preparado para construir un equipo y dar luces para creyentes y escépticos en su manera de ser director técnico. Un exfutbolista galáctico llegó al banquillo del Real Madrid. Llegó para agrandar la historia de la que considera su casa. Llegó para transmitir al público mundial un Madrid de juego elegante como lo hacía ver y sentir él.