Redacción: Adriana Chávez
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Encontrar el lugar perfecto para realizar prácticas profesionales no es fácil: sin embargo, algunos estudiantes de diferentes universidades alrededor del Perú han tenido suerte. Sus primeras experiencias laborales han resultado ser exitosas; ellos no conocen lo que es «pagar derecho de piso».
Porque para practicar son necesarias varias cualidades: ser responsables, puntuales y, sobretodo, estar dispuestos a aprender. Pero el otro lado también juega un rol fundamental: el contratante. Veamos cómo estos cinco jóvenes disfrutaron sus primeras experiencias en el mundo laboral.
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«Bueno empecé a practicar en marzo del año pasado en Pacífico Vida (Compañía de Seguros). En general, creo que mi experiencia como practicante hasta ahora ha sido mucho mejor de lo que esperaba, el clima laboral del área a la que que pertenezco es increíble, se preocupan mucho por mantener a su gente motivada y unida, me ayudaron a integrarme al equipo súper rápido. Desde mi punto de vista, es muy importante estar en un ambiente agradable y con buena vibra, donde a pesar de la presión y el estrés del día a día, te encuentras con personas que te son capaces de mejorar tu día. En mi caso, mi jefa directa tiene 29 años y es una persona que durante todo este tiempo se ha preocupado por hacerme sentir una parte importante de la empresa. Tuvo paciencia para enseñarme, es comprensiva con mis horarios de clase o exámenes, se interesa por mis metas personales y profesionales, etc. Considero que estudiar y trabajar es una etapa pesada, duermes poco y tienes mucho estrés, realmente no me imagino cómo hace la gente que trabaja en un ambiente apagado, aburrido y sin crear buenas relaciones con los demás. De hecho la relación con mi equipo es tan buena que a pesar de vernos las caras todos los días, a veces nos juntamos también para tonear, comer o ir al teatro. ¡Espero que mis próximos trabajos sean tan chéveres como este!»
Natalia Galdós – 22 años
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«No tiene que ver con periodismo en sí. Pero la revista en la que chambeaba antes organizaba fiestas de fin de año en el sur. A inicios de diciembre todos nos habíamos apuntado, pero luego muchos se fueron desanimando y encontraron pretextos para no ir. El otro practicante y yo no buscamos pretextos ni nada y simplemente no fuimos. A la semana siguiente llegó un correo en el que el área de recursos humanos informaba que los que habían faltado pese a haber confirmado se les iba a hacer un descuento en el pago. Y eso nos incluía a los dos practicantes de la redacción, que solo ganábamos 750. Ni bien mi jefe se enteró salió de la oficina diciendo «esto no es posible». Mi pata y yo nos quedamos mirándonos sin saber qué pasaba. No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero nuestro editor volvió con el mismo paso decidido con el que se fue. «No les van a descontar nada». Los dos chibolos nos volvimos a ver de lejos y en una nos metimos al chat de Facebook. «La cagada R». «Sí, huevón».
O – 26 años
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«Tuve una buena experiencia trabajando en una empresa pequeña. Como no éramos muchos tuve que encargarme de varias tareas que no solo eran de mi área de diseño. Lo bueno fue que aprendí algunas cosas básicas de contabilidad».
U – 26
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Me contrataron en Cementos Pacasmayo para hacer un documental, para aprobar el presupuesto del año 90. Me asignaron un trabajador que hizo de camarógrafo y finalmente editamos el documental en Chiclayo de madrugada en Panamericana Televisión, de madrugada porque era el único momento que la isla de edición estaba libre. Mi camarógrafo se volvió una estrella editando y además contratamos un locutor de radio que narraba la historia. El trabajo de investigación lo hice yo, armé el guión y todo salió de lo mejor. El presupuesto fue aprobado. Lo curioso es que logré armar un equipo con gente que no sabía nada del tema y pudieron hacer las cosas bien.
P – 39
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Cuando estaba en Mambo hice grandes amigos, algunos con los que aún mantengo contacto y de vez en cuando nos juntamos a cenar. El lugar de trabajo ahí es increíble, te hacen sentir un mambero desde el día 1, todos súper proactivos y dispuestos a ayudar.Teníamos viernes temáticos, donde todos teníamos que ir con algo según la premisa de los viernes: viernes de pijama, viernes de sombreros, viernes de disfraces y otros. Lo que más me llevé de ahí es que programaban clases en varios temas que servían para la chamba que hacíamos ahí. Nos capacitaban todo el tiempo, el curso que más me ayudó fue el de Excel porque pasé de ser lvl 2 a lvl 7 en dos semanas ya manejaba los reportes y todo excelente. Cuando trabajé ahí, manejaba la cuenta de Motorola Perú con una amiga y nos decían «Las Motosholas». El ambiente es muy bueno, la gente increíble, es un gran lugar para crecer y aprender.